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Michael Connelly, Hielo negro


Si le quedaban ocho sin resolver, quería decir que había resuelto los otros seis. No era un mal resultado, especialmente dado el carácter pasajero de los homicidas de Hollywood. En el resto del país la gran mayoría de víctimas de asesinato conocían a su asesino. eran gente con la que comían, bebían, dormían o incluso vivían. Pero en Hollywood era diferente. No había normas, sólo desviaciones, aberraciones. Desconocidos que mataban a desconocidos. El móvil no era un requisito imprescindible. Las víctimas aparecían en callejones, en los arcenes de las autopistas, entre la vegetación de las colinas de Griffith Park,  en bolsas de basura en los contenedores de los restaurantes... (...)
En Hollywood, los monstruos podían moverse con impunidad entre la marea de gente; sólo eran un coche más en el tráfico demencial de la ciudad. A unos los cogían y a otros no los encontraban jamás; tan sólo quedaba el reguero de sangre que dejaban a su paso. 

Y aquí se desenvuelve Harry Bosch. Es la noche de Navidad cuando Harry, escucha por la radio de la policía que tiene en casa que se ha encontrado un cadáver en una habitación de un motel. Aunque no le avisan para que acuda, como está de guardia, se presenta en el lugar de los hechos y consigue meter baza en la investigación. Por libre, enfrentándose a sus superiores, Harry consigue atar cabos y encontrar la relación entre tres casos distintos. Y la relación está en el hielo negro, una nueva droga, cuyo mercado, aunque se introdujo desde Hawai, están acaparando los narcos mejicanos. Así que la investigación llevará a Bosch a la frontera entre California y México, Calexico y Mexicali. Corrupción policial, cárteles de la droga, agentes de asuntos internos, la frontera... Harry se jugará el tipo, se enfrentará a la corrupción, encontrará la ayuda leal de un policía mejicano, y resolverá, antes de Nochevieja, el supuesto suicidio de una compañero de narcóticos, la muerte de un traficante y el asesinato de un desconocido cuyo cadáver apareció en un lugar distinto al del crimen.
Tras El eco negro, Hielo negro (1993; Roca, 2012) es la segunda de las novelas de la serie de Harry Bosch y viene a confirmar lo que ya se prometía en la primera; nos encontramos ante una estupenda serie de buena novela negra norteamericana, hábilmente escrita por Michael Connelly que capta al lector, mantiene el ritmo, culmina en un buen final y no defrauda. Recoge todos los tópicos del género: ¿y?, ¿cuál es el problema si lo hace con eficacia y acierto? 
La primera edición española de Hielo negro es de Ediciones B de 1997.

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