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Ray Russell, Juicio a Satán

Indudablemente la popular película El exorcista, basada en la novela homónima de William Peter Blatty de 1971, marca nuestro imaginario sobre terror y exorcismo. Ante ese imaginario, Juicio a Satán, publicada en 1962, e iniciadora de los relatos de posesión demoníaca modernos, resulta mucho más light y amable, y, desde luego, no nos mata de miedo. Sentirse defraudado por eso es tan estúpido como hacerlo ante Asesinato en el Orient Express porque esperemos Pulp fiction. Juicio a Satán es más amable y cándida porque, aunque sean pocos los años en que se anticipa a El exorcista, se sitúa en un mundo más amable, conformista y cándido que el de finales de los sesenta, con todos sus cambios y revoluciones (empezando por el asesinato de Kennedy e incluidos los cambios en la Iglesia: la novela es anterior tanto al magnícidio como al Concilio Vaticano II).
A finales de septiembre, recién llegado a su nueva parroquia, San Miguel, al padre Sargeant - que tiene algunos problemas con el alcohol - Robert Garth le pide que ayude a su hija Susan, una chica de dieciséis años que, desde hace un tiempo siente auténtico pánico al acercarse a la iglesia, lo que la impide entrar en ella. La chica intentó asaltar sexualmente al párroco anterior. Sargeant le recomienda que acuda a un psiquiatra pero Garth se niega. Enseguida el párroco recibe la visita del obispo quien, al conocer el caso, convence a Sargeant - a pesar de que éste duda de la existencia del diablo - de realizar un exorcismo con la muchacha. Los gritos y ruidos que salen de la casa parroquial propician que las cotillas del barrio difundan rumores y chismorreos sobre el nuevo párroco y que el publicista Talbot encuentre materia para sus artículos anticlericales. La policía se verá obligada a intervenir y el caso se resolverá, aunque no nos quedará claro si Susan estaba endemoniada o, a través de su fobia a la iglesia y sus gritos, se estaba manifestando su subconsciente.
Juicio a Satán es la primera novela de Ray Russell (Chicago, 1924 - Los Ángeles, 1999), que, como editor de la sección de narrativa de Playboy, publicó en la revista a los más importantes autores norteamericanos de terror y ciencia-ficción de la época. Una novela de terror, que abrió un subgénero, que hoy no nos aterroriza, en la que encontramos momentos de fino humor e inteligentes referencias a Shakespeare sin por ello salir de un tono de novela popular y caer en una elevación culturalista, y cuyo mayor interés lo encontramos en el análisis de sus personajes, especialmente en el de su protagonista, un sacerdote lleno de dudas.

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