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Marcel Cohen, La escena interior

La familia Cohen fue retenida en el campo de Drancy.
Marcel Cohen (Asnières-sur-Seine, 1937), con La escena interior (2013; Tusquets, 2020), se inscribe en esta línea de la literatura actual consistente en hablarnos de los antepasados. En su caso, a diferencia de otros de los que hemos hablado en otras ocasiones (el caso extremo sería el de Álex Chico que, como casi nada sabe de su abuelo, todo lo especula), Cohen, en una excelente demostración de que menos es más, decide contarnos sólo y exclusivamente lo que sabe con toda certeza. Estima que hacer ficción para cubrir las lagunas sobre lo que no sabe no estaría bien y vanalizaría lo que si sabe de las vidas de las que nos habla. Acierta, plenamente. Su relato es mucho más intenso y potente de lo que lo sería si hubiera optado por fabular sobre aquello que no conoce.
Cohen nos habla de sus padres, su hermana pequeña, sus abuelos y algunos de sus tíos. Todos ellos detenidos en París el 14 de agosto de 1943 (uno de ellos en 1944) y transportados en tren para morir en Auschwitz (sobrevivió una de sus tías). Tenía Cohen entonces cinco años y no corrió la misma suerte porque se encontraba paseando con la criada cuando su familia fue detenida. Por tanto sus recuerdos son pocos. Lo que nos cuenta sobre sus familiares, sefardíes de Estambul, educados en la cultura francesa, emigrados a París tras la Primera Guerra Mundial, se fundamenta en sus pocos recuerdos, en los datos documentados que ha recogido a lo largo de su vida, de las informaciones aportadas por otros familiares o conocidos, en los objetos que dejaron y han perdurado hasta hoy, y en el olor de sus perfumes que ha perdurado en la memoria de aquel niño.
Nos habla de ellos de uno en uno, empezando por su madre, a la que dedica casi medio libro. De cada uno nos aporta el lugar y la fecha de nacimiento, el tren en el que fueron llevados a la muerte y una fotografía. Vidas - desde los setenta y nueve años del abuelo a los siete meses de la hermana - truncadas, víctimas de la barbarie del Holocausto. Porque eso es La escena interior, un humilde pero contundente grano más en la denuncia del terror nazi, el testimonio documentado de las vidas de ocho víctimas del holocausto, para que conste, para que no queden en el anonimato de las cifras.

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