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Miguel Delibes, Señora de rojo sobre fondo gris

Eduardo García Benito, Mujer de rojo.
Entre 1948, año en que Miguel Delibes (Valladolid, 1920 - 2010) publicó su primera novela - La sombra del ciprés es alargada -, y 1998, en el que apareció El hereje, su última novela, transcurrieron cincuenta años jalonados por veinte novelas que hacen de Delibes el novelista español más importante de la segunda mitad del siglo XX. Escritor siempre comprometido con su tiempo, su obra, que tiene como asuntos centrales la infancia, la muerte y la relación entre el campo y la ciudad, es también fiel reflejo de la evolución formal y temática de la novela española en ese tiempo.
Si La sombra del ciprés es alargada - con la que Delibes ganó el premio Nadal - se inscribe en la corriente existencialista que domina la literatura en los últimos años de la década de los 40, sus siguientes novelas, centradas en la vida en el campo o en la mediocridad de la clase media - La hoja roja, por ejemplo - son reflejo del realismo social que caracteriza la novela española de los 50. Y cuando en los 60, nuestra novela - sin abandonar sus preocupaciones sociales - se preocupa por la renovación y el cuidado formal, una de las novelas de Delibes - Cinco horas con Mario - es uno de las obras emblemáticas de la literatura de esos años.
En el último cuarto del siglo XX la novela española se caracteriza por el mestizaje y la pluralidad de tendencias y, una vez más, Miguel Delibes ocupa un lugar sobresaliente con novelas de testimonio social como Los santos inocentes, novelas históricas como El hereje o novelas que participan de la indagación intimista como Señora de rojo sobre fondo gris.
El cuadro Mujer de rojo de Eduardo García Benito es un retrato de Ángeles de Castro, la mujer de Miguel Delibes, que falleció a finales de 1974 a los cuarenta y ocho años. El lógico dolor por su pérdida estuvo presente, apenas seis meses más tarde, en el discurso de ingreso en la Academia de Miguel Delibes y tomó forma de novela en 1976. Aunque la novela, Señora de rojo sobre fondo gris, no fue publicada, por Destino, hasta 1991. En ella se alude al cuadro presentándolo como pintado por un amigo del protagonista:

Fue en esa etapa cuando le pintó el famoso retrato con el vestido rojo, un collar de perlas de dos vueltas y guantes hasta el codo. El vestido, de cuello redondo y sin mangas, lo diseñó él para la ocasión. Mi gran curiosidad por ver cómo resolvía el fondo del cuadro no se vio defraudada: lo eludió, eludió el fondo; únicamente una mancha gris azulada, muy oscura, en contraste con el rojo del vestido, más atenuada en los bordes.

El narrador de esta novela es Nicolás, un prestigioso pintor que, en los últimos años del franquismo, a través de un monólogo dirigido a su hija, que acaba de salir de la cárcel donde ha pasado algún tiempo por motivos políticos - oponerse al proceso 1001 en el que se encausaba a los dirigentes de Comisiones Obreras -, expresa el dolor por la muerte de su esposa. Comienza el relato recordando las virtudes humanas y las habilidades sociales de Ana, la madre; su sensibilidad, su fortaleza, su delicadeza, su saber estar... Se centra luego en la enfermedad, su evolución y, finalmente, la muerte de Ana - como la de Ángeles de Castro - como consecuencia de una complicación postoperatoria.
Referirse al paralelismo de esta novela y Cinco horas con Mario resulta inevitable. En ésta, Carmen vela durante cinco horas el cadáver de su esposo, Mario. Aunque la novela es más compleja, básicamente nos encontramos ante el monólogo de la viuda que a través de sus continuos reproches, paradójicamente, nos muestra la bondad y las virtudes de Mario. En Señora de rojo... nos encontramos también ante un monólogo - más sencillo y más breve - motivado por la muerte del cónyuge, pero, a diferencia de Carmen, Nicolás no hace sino cantar alabanzas de su querida Ana, que, como Mario, aparece ante el lector como una persona virtuosa.
Con el estilo al tiempo sencillo y exquisito propio de Delibes, Señora de rojo sobre fondo gris nos conmueve cada vez más a medida que avanza el relato y nos habla de asuntos que son propios, desde su origen, de la literatura universal porque son esenciales para el ser humano; el amor, la muerte, el dolor ante la pérdida de los seres queridos, el lamento por lo que se nos quedó sin hacer o sin decir y por las ocasiones en que no supimos estar a la altura que debíamos. Asuntos que, antes o después, a todos nos conciernen.

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