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Giorgio Fontana, Por ley superior

Via Padova, Milán.

Yo perdí un amigo por culpa de gente así, Elena, un magistrado como yo, mejor que yo, una persona maravillosa. Un buen día lo pararon en la calle y le dispararon tres balas en el estómago. Habían concluido que también él formaba parte del sistema y que estaba equivocado y se acabó: pensaban que eran revolucionarios al servicio de los pobres y, sin embargo, sólo eran bestias. Es lo único que me enseñó el terrorismo: a nunca, nunca creerse superior a la leyes que se nos han consignado.

Habla así Roberto Doni - protagonista de Por ley superior (2011; Libros del Asteroide, 2017) - de Giacomo Colnaghi - protagonista de Muerte de un hombre feliz (2014; Libros del Asteroide, 2016) -. Es evidente que la segunda novela - que a nosotros nos llegó la primera - estaba ya más que pensada en la cabeza de Giorgio Fontana cuando escribió Por ley superior.
La acción de Por ley superior transcurre treinta años después de la de Muerte de un hombre feliz. Roberto Doni es ahora fiscal general sustituto de Milán, tiene sesenta y cinco años y lleva una vida tranquila y burguesa con su esposa - una copa de vino, música clásica en el cd -. Entristecido por la ausencia de su hija, estudiante en una universidad estadounidense, que apenas contesta sus correos. Doni ejerce su profesión con la escrupulosidad que le corresponde, con respeto y en el cumplimiento de la ley. La ley es la base de la justicia.
Su vida tranquila se rompe cuando una periodista le escribe un correo pidiéndole que pida la absolución de un tunecino acusado de disparar a una joven italiana. A pesar de resultarle irregular, Doni accede a escuchar a la periodista: Jaled, el acusado, es inocente, no estaba en el lugar del crimen pero no puede probarse porque quienes pueden hacerlo temen perder el permiso de residencia o sufrir represalias de los verdaderos culpables. La relación con Elena, la periodista, llevará a Doni a realizar una de esos viajes a lugares lejanos que se encuentran a un par de estaciones de metro de nuestro mundo. Así, Doni sale del centro de Milán y conoce Via Padova, uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad en el que conviven, entre el olor de sudores, orines y otros cientos de aromas, inmigrantes norteafricanos, asiáticos, sudamericanos... conocer este mundo, que tiene sus propias leyes, afectará a Doni que se verá obligado a replantearse sus conceptos sobre la ley, la justicia, la verdad y la relación entre ellos. Nos sitúa así Por ley superior ante el conflicto entre ética y justicia. A él se enfrenta Doni con la luz débil pero poderosa de las velas de los cuadros de George de La Tour que tanto le fascinan.
Suele ser la juventud el momento de las grandes decisiones, pero a veces la vida, como a Roberto Doni, nos enfrenta a ellas en momentos tardíos e inesperados:

Lo perderé todo. Crearé dificultades a mi mujer y a mi hija. ¿Y debería hacerlo por un tunecino al que nunca he visto y que tal vez se lo haya inventado todo? No es justo.

Doni explica a Elena que una inscripción latina del Palacio de Justicia de Milán reza: "hágase justicia para que no perezca el mundo". Pero pocos saben que la inscripción fue enmendada durante el fascismo, pues originalmente decía "hágase justicia aunque perezca el mundo".
Se puede objetar - como si no ocurriera en tantas narraciones novelísticas, fílmicas o televisivas, o en la misma vida real - que parece un tanto inverosímil que un magistrado conservador en los últimos años de su carrera siga los pasos que una periodista idealista le marca, es decir, que el argumento de esta novela está al servicio de la cuestión sobre la que Fontana quiere hacernos reflexionar. Sin embargo, el equilibro entre lo literario y lo ideológico, por así decirlo, resulta razonable y, por tanto, podemos afirmar que estamos ante una novela y no ante un ensayo camuflado y que Por ley superior confirma lo que ya sabíamos por Muerte de un hombre feliz; Giorgio Fontana, dada su juventud, probablemente será uno de los escritores más destacados de las próximas décadas. Por el momento conocemos estas dos de sus cinco novelas, escritas con apenas treinta años, que nos lo muestran como un autor capaz de plantearnos importantes y graves dilemas con un estilo sencillo y claro, novelas profundas de lectura ligera.

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