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Maj Sjöwall y Per Wahlöö, Asesinato en el Savoy

Hotel Savoy, Malmoe.
Asesinato en el Savoy (1970; RBA, 2010) es la sexta de las novelas de la serie Martin Beck. En esta ocasión Sjöwall y Wahlöö, creadores con ella de la novela negra europea, deciden poner el foco más en la denuncia social que en la investigación policial.
Beck, en julio del 69, se desplaza a Malmoe, para investigar el asesinato de un importante industrial. Viktor Palmgren ha recibido un disparo en la cabeza mientras cenaba con su esposa y los más importantes ejecutivos de su grupo de empresas en el restaurante del hotel Savoy. Los negocios de Palmgren en Suecia no son más que una tapadera de los otros más oscuros que realiza en Portugal, sus colonias africanas y otros países lejanos. Pero:

Su dinero le procuraba influencia, un poco por todas partes. La sociedad, tal y como es hoy en día, depende de que haya gente como Palmgren y Broberg. Son, en cierto sentido, piezas necesarias para el funcionamiento del país, más incluso que el Gobierno, el Parlamento o instituciones por el estilo. Por eso también las persona como nosotros debemos aceptarlos.

Por eso, es un asesinato que preocupa al gobierno, que desea una rápida resolución de la investigación.
La investigación no es fácil porque:

Estocolmo era en realidad una jungla urbana, donde la drogadicción y la perversidad medraban como nunca; donde usureros sin escrúpulos, de forma completamente legal, se lucraban con la pornografía más sucia y repulsiva; donde crecía como la espuma el número de delincuentes profesionales, cada día mejor organizados. Además, comenzaba surgir, especialmente entre los más ancianos, una nueva forma de proletariado depauperado; la inflación había puesto los precios por las nubes y los últimos estudios revelaban que muchos pensionistas se veían obligados a comprar comida para gatos y perros para salir adelante.
El aumento constante del alcoholismo - que siempre había sido un problema - y la delincuencia juvenil sólo sorprendían ya a los responsables de los ministerios y a las personas del Gobierno. (...)
Con el beneplácito de los urbanistas, las grúas de los especuladores inmobiliarios y las excavadoras de los presuntos expertos de tráfico habían arrasado la mayor parte de la vieja arquitectura (...)
Por su aspecto, venía a ser uno más entre tantos proyectos inmobiliarios chapuceros y fraudulentos de los últimos tiempos. Un montón de bloques en mitad de ninguna parte, levantados a toda prisa y con descuido, con el único objetivo de reportar el mayor beneficio posible a los promotores y que, al mismo tiempo, contagiaban su carácter anodino y desabrido a la pobre gente obligada a vivir en ellos. Y como la escasez de vivienda había sido fomentada artificialmente por toda una serie de medidas políticas fraudulentas, hasta pisos como esos resultaban atractivos y se alquilaban a precios más bien astronómicos.

Este panorama, que puede parecernos bien actual, corresponde ya a hace casi medio siglo. Y en este panorama el asesino de alguien como Viktor Palmgren puede ser un ejecutivo agresivo ávido de tomar el poder de la empresa, un terrorista, un drogadicto, un exempleado condenado al paro y al desahucio... En manos de Beck y los suyos queda resolverlo.

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