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Pedro Mairal, La uruguaya

La mayoría de las mañanas uno se levanta sin esperar nada extraordinario del día. Y así sucede, llega la noche y ha pasado sin que nada haya alterado en demasía la rutina y la "normalidad". Otras, en cambio, tenemos un objetivo concreto para ese día y luego ya veremos si todo fue como esperábamos. Tanto en un caso como en el otro, ocurre en ocasiones que la conclusión es que hubiera sido mejor no levantarse. La literatura y el cine nos ofrecen múltiples ejemplos de días de esos para olvidar - quizá no si uno es un héroe trágico, pero sí si se es gente corriente -; el día que Leopold Bloom paseó por Dublín, el del periplo de Max Estrella por Madrid, o el infierno que Michael Douglas pasa en Un día de furia...
Y no muy distinto es el caso de Lucas Pereyra. Un martes de septiembre de 2014 se levantó con ganas de Guerra. ¡Qué podía esperar! Lucas, cuarenta y cuatro, bonaerense, casado, padre de un hijo, escritor. Ese día va a viajar a Montevideo, donde ha abierto una cuenta bancaria, para volver a casa con los dólares que ha cobrado de editoriales extranjeras escondidos en la ropa (quiere evitar el cepo cambiario) y, aprovechando la ocasión, para encontrarse con una joven, Magalí Guerra, a la que conoció unos meses antes en un congreso de escritores. Ha hecho planes. Para entonces su vida conyugal lleva tiempo en crisis e, incluso, sospecha que su mujer tiene un amante. A lo largo del día la vida de Lucas entrará, con un ukelele en la mano, en una espiral de complicaciones inimaginadas, que dan al traste con todos sus planes. Un día, sin duda, para haberse quedado en casa.
Un año más tarde, Lucas, rememora aquel día en un relato, más interesante a medida que avanza, que dirige a su mujer, Carolina. Un relato que no sabemos si le escribe, se lo dice o, quizás, se queda sólo en un monólogo interior. Se dice que es un relato confesional; pero en realidad es más una rememoración - o un desahogo - que una confesión, pues a esas alturas, al cabo de un año, aunque Lucas cuente cosas que Carolina no sabe, poco importa porque todo, incluidas sus consecuencias, ha pasado ya. Se dice también que La uruguaya es una novela sobre la crisis de los cuarenta; quizá lo fuera si no fuese porque es mucho más, es una buena novela con personajes poderosos, una interesante historia rica en sugerencias y sorpresas y escrita con un lenguaje tan coloquial como bien cuidado. Y lo mejor, esa capacidad única de los buenos escritores, la de ser breve y evitar cualquier exceso.
La uruguaya (2016; Libros del Asteroide, 2017) es la cuarta novela de Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) breve, bien escrita, con dominio del ritmo, de la medida, del estilo, de la construcción narrativa... y también de las sorpresas. Una historia triste, que, sin embargo, se disfruta con humor y de la que, mientras se lee, es fácil imaginar una buena adaptación cinematográfica. Y la gozada siempre de leer un libro escrito en argentino con la sensación de aire fresco que eso nos da.

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