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Oscar Wilde, El fantasma de Canterville

Ernst Ferdinand Oehme, Castillo de Scharfenberg (1827).
Cuando El fantasma de Canterville se publicó por primera vez en 1887 en The Court and Society Review Oscar Wilde (Dublín, 1854 - París, 1900) no había alcanzado la notoriedad que alcanzaría a partir de la publicación de El retrato de Dorian Gray en 1891. El relato de fantasmas vive entonces su momento de esplendor en la literatura victoriana.
El fantasma de Canterville es una deliciosa novela breve escrita con elegancia, humor e ironía que aborda el tema de las diferencias "culturales" entre yanquis y europeos; la naturalidad de aquéllos frente a la ceremoniosidad de éstos. Asunto que, como hemos visto en entradas anteriores, es propio de la época.
Mister Otis, ministro de Estados Unidos, compra a lord Canterville su castillo a pesar de que éste le advierte de que en él habita, desde hace trescientos años, el fantasma de un viejo antepasado. Y, también, naturalmente, una anciana ama de llaves.
Efectivamente, en el castillo hay un fantasma. Pero lejos de asustar a los Otis, estos le humillan y ningunean; el padre con su aceite lubricante que le ofrece gentilmente para sus cadenas chirriantes, la madre con sus medicinas para la tos, el hijo mayor con su quitamanchas que disuelve una y otra vez la de sangre del suelo de la biblioteca, y los terribles pequeños gemelos con sus gamberradas que siempre hacen huir al viejo y pobre fantasma. Sólo la dulce Virginia, enamorada, es ajena al trato con el fantasma. Y es precisamente Virginia quien, cuando el fantasma se encuentra ya completamente desalentado, le ofrece consuelo. También ayuda, pues siendo el Amor más fuerte que la Muerte, la enamorada muchacha puede ayudar al fantasma a entrar en el Jardín de la Muerte y poder, así, descansar para siempre.
Una historia blanca de fantasmas, amor, personajes caballerosos... y final feliz al final del verano. Toda ella llena de finísimo y divertido humor. Breve relato que debemos incluir, claro está, en el cofre de las joyitas que la literatura nos regala.
Podemos escuchar la versión de El fantasma de Canterville de los Teatros del Aire de la Cadena SER.

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