Edith Wharton, Madame de Treymes
Edith Wharton (Nueva York, 1862 - Saint-Brice-sous-Forêt, Francia, 1937) se instaló en París en 1907. Ese mismo año publicó Madame de Treymes. Seis años más tarde se divorció.
Madame de Malrive - Fanny Frisbee de soltera - es una mujer norteamericana casada con un francés del que tiene un hijo y del que está separada debido a las infidelidades de él. John Durham, también norteamericano, se presenta en París con el propósito de casarse con Fanny cuando ella obtenga el divorcio. Ella estaría conforme, pero, por encima de todo para ella es irrenunciable permanecer junto a su hijo y por eso no ha vuelto a Estados Unidos. Además, considera que la familia de su marido no aceptaría nunca el divorcio dado que son católicos.
Así las cosas, Durham decide "negociar" con madame de Treymes, la inteligente cuñada de Fanny. Se producen entre ellos diversas conversaciones, sutilísimas, en las que aflora uno de los asuntos fundamentales de la novela; el contraste entre el carácter franco, recto, simple de los norteamericanos y las complejidades de la sociedad europea. La consecuencia es que hay que hilar muy fino y siempre hay que dar tres vueltas a cada palabra y sus posibles significados e implicaciones.
Goza el lector de estos diálogos, lección para estrategas dialécticos, con los que la novela adquiere un interés - como su ritmo - creciente. El ritmo demorado de la prosa contrasta con el ritmo acelerado de la acción en la que nada es superfluo. No se detiene la novela en descripciones innecesarias ni en elementos de distracción; midiendo así bien lo que debe ser una novela corta.
Culmina todo en la jugada maestra del juego táctico de madame de Treymes; le comunica a Durham que, finalmente, su familia está dispuesta a aceptar el divorcio. Pero, acto seguido, sabiendo que él es incapaz de comportarse de manera distinta que con total integridad, le desvela sus cartas; de acuerdo con la ley, si el divorcio se produce, Fanny perderá al niño que deberá vivir con su padre. ¿Qué hará Durham?, ¿qué le dirá a Fanny?
Junto al tema ya citado del choque cultural que para los norteamericanos, viajeros por Europa, supone el contraste entre su llaneza y la sofisticación europea, Wharton aborda otros asuntos de su interés como los derechos de la mujer y, en especial, el del divorcio.
Es lugar común al referirse a Edith Wharton citar su relación amistosa y literaria con Henry James (veinte años mayor y que murió veinte años antes) y de esa relación se destaca el tema común de las dificultades de los americanos en Europa; si hay que juzgar entre Madame de Treymes y la Daisy Miller, de James, sin duda nos quedamos con Wharton.
Así las cosas, Durham decide "negociar" con madame de Treymes, la inteligente cuñada de Fanny. Se producen entre ellos diversas conversaciones, sutilísimas, en las que aflora uno de los asuntos fundamentales de la novela; el contraste entre el carácter franco, recto, simple de los norteamericanos y las complejidades de la sociedad europea. La consecuencia es que hay que hilar muy fino y siempre hay que dar tres vueltas a cada palabra y sus posibles significados e implicaciones.
Goza el lector de estos diálogos, lección para estrategas dialécticos, con los que la novela adquiere un interés - como su ritmo - creciente. El ritmo demorado de la prosa contrasta con el ritmo acelerado de la acción en la que nada es superfluo. No se detiene la novela en descripciones innecesarias ni en elementos de distracción; midiendo así bien lo que debe ser una novela corta.
Culmina todo en la jugada maestra del juego táctico de madame de Treymes; le comunica a Durham que, finalmente, su familia está dispuesta a aceptar el divorcio. Pero, acto seguido, sabiendo que él es incapaz de comportarse de manera distinta que con total integridad, le desvela sus cartas; de acuerdo con la ley, si el divorcio se produce, Fanny perderá al niño que deberá vivir con su padre. ¿Qué hará Durham?, ¿qué le dirá a Fanny?
Junto al tema ya citado del choque cultural que para los norteamericanos, viajeros por Europa, supone el contraste entre su llaneza y la sofisticación europea, Wharton aborda otros asuntos de su interés como los derechos de la mujer y, en especial, el del divorcio.
Es lugar común al referirse a Edith Wharton citar su relación amistosa y literaria con Henry James (veinte años mayor y que murió veinte años antes) y de esa relación se destaca el tema común de las dificultades de los americanos en Europa; si hay que juzgar entre Madame de Treymes y la Daisy Miller, de James, sin duda nos quedamos con Wharton.
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