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John Boyne, El niño en la cima de la montaña

Berghof.
Seguro que es fácil ponerse estupendo y hablar mal de El niño en la cima de la montaña (2015; Salamandra, 2016) o de El niño con el pijama de rayas. Pero, postureos aparte, se trata de dos buenas novelas que ponen de manifiesto la virtud de su autor, John Boyne (Dublin, 1971); la capacidad para andar siempre en el límite, en la cuerda floja, y no caerse nunca, la capacidad de medir bien cuanto hace.
El niño en la cima de la montaña - el Pijama también - es una fábula infantil, pero es también una novela "seria". Es una lectura ideal para los primeros años de la adolescencia, pero resulta grata para el lector de cualquier edad. Es una lectura fácil para los poco lectores, pero también satisfactoria para el buen lector. Es una novela melodramática y emociona, pero no cae nunca en la ñoñería ni en el sentimentalismo excesivo. Es educativa y transmite valores, pero no supura moralina. No pretende el virtuosismo literario, pero está bien escrita. Aspira a ser un bestseller, pero está construida bien y con cuidado. Pretende ir a rebufo de la primera, pero se publica diez años después... Boyne es un buen e inteligente novelista.
El protagonista de El niño en la cima de la montaña es Pierrot, un niño debilucho y enclenque de siete años, de triste infancia, de madre francesa y padre alemán, que al quedar huérfano acaba en un orfanato. De allí le sacará su tía paterna - de la que nunca supo nada - y lo lleva a vivir con ella. Es el ama de llaves del Berghof, la casa de recreo de Hitler en los alpes bávaros. Pierrot no entenderá por qué ahora debe llamarse Pieter ni por qué no debe escribirse con su amigo de la infancia, un niño judío. Durante su estancia en la casa, Pieter tendrá ocasión de hablar con frecuencia con el Führer, que le regalará un uniforme de las Juventudes Hitlerianas. Poco a poco, irá olvidando su origen francés y se irá convirtiendo en un adolescente soberbio y prepotente, imbuido de la ideología nazi, que desprecia a los criados y maltrata a las mujeres y que, cegado, será culpable de la muerte de algunas personas. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Pierrot tiene dieciséis años y empieza a ser consciente de lo ocurrido.
El niño en la cima de la montaña es una buena novela, quizá mejor que el Pijama y menos sentimental (por la edad y la evolución del protagonista), bien escrita y con guiños inteligentes como  el momento en que Pierrot, el niño que va camino de la cima de la montaña, y Bruno, el niño que llevará un pijama de rayas, se saludan al cruzarse en una estación de ferrocarril, o las referencias a Emil y los detectives, de Erich Kästner, un clásico de la novela juvenil de los años treinta.
Anteriormente desconocida, la obra de John Boyne ha sido publicada ampliamente desde el éxito de El niño con el pijama de rayas en 2007 en las cuatro lenguas de España.

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