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Craig Johnson, Fría venganza

Un joven aparece muerto; puede tratarse de un accidente de caza pero pronto aparece la certeza de que se trata de un crimen. Los enemigos del chico son muchos pues él, junto a otros, violó a una muchacha india discapacitada y se les impuso una leve condena. Pero quienes son capaces de emplear el arma homicida son pocos y entre ellos se encuentra Henry Oso en Pie, el gran amigo de Longmire. Relacionar esta muerte con la violación de la chica india resulta inevitable, pero el caso acabará revelándose más complejo.
Fría venganza (2005; Siruela, 2012) inaugura la serie del sheriff Longmire - ya hablamos de la cuarta, Los mocasines de otro hombre -. En ella, pues, se ponen las bases de la serie y se muestran los aciertos de Craig Johnson. Que son varios; el marco geográfico, los personajes, la construcción narrativa y el estilo literario.
Absaroka es una cordillera que dio nombre en 1939 a un posible estado norteamericano formado por territorios de Wyoming, Montana y Dakota del Sur y que se lo da al ficticio condado del sheriff Longmire, entre las míticas montañas Big Horn y el parque de Yellowstone, en pleno oeste americano. Un entorno natural, salvaje, hermoso, de duro clima, y casi despoblado, entre cuyos habitantes destacan los "nativos americanos", constituye el territorio Longmire lejos de los ambientes urbanos propios de la novela criminal. Un lugar dispuesto a resultarnos tan entrañable como la Ystad de Wallander.
Walter Longmire, que supera ya los cincuenta años, sufre todavía la muerte, hace cuatro, de su mujer. Es un hombre tranquilo, pero de acción cuando la situación lo requiere. Junto a él; Henry Oso en Pie, un cherokee enorme, fiel amigo de Longmire desde la infancia, con quien compartió la experiencia de Vietnam, Vic, una brillante policía de Filadelfia que llegó a Absaroka siguiendo el desplazamiento laboral de su marido y que acabó aceptando la propuesta de Longmire de ser su ayudante, Ruby, la paciente secretaria del sheriff, Lucian, el viejo sheriff, chapado a la antigua, al que Longmire convence para que eche una mano cuando el trabajo supera sus escasos medios.
En consonancia con la grandiosidad del paisaje y con la serenidad y el buen juicio de Longmire, la trama narrativa se construye con solidez y sosiego, con un ritmo pausado, que permite indagar en el pasado de los personajes a los que vamos conociendo, en la cultura cherokee y en la turbia problemática de abusos sexuales que nos presenta, y que se intensifica a medida que se intensifica la intriga y se acerca el desenlace, atrayendo al lector en un excelente relato. Los diálogos – y los silencios -, especialmente inteligentes e irónicos cuando son entre Longmire y Henry Oso en Pie, son un elemento fundamental en la evolución de la novela (cuya acción en muchas ocasiones avanza mediante elipsis y resúmenes insertos en el diálogo).
Johnson escribe con un estilo sencillo y cuidado en el que no faltan exquisitas referencias literarias, en especial a Shakespeare y al Quijote.
Estamos ante una gran serie negra y el éxito de su versión televisiva (que no conocemos en España) no debe llevarnos al error de crearnos prejuicios negativos sobre Longmire.

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