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Jakob Wassermann, Golowin

Imagen de la película soviética Tragedia optimista (1963).
Franz Kafka y su Metamorfosis, Stefan Zweig y su Carta de una desconocida, Franz Werfel y su  Una letra femenina azul pálido; la literatura centroeuropea de entreguerras está repleta de escritores judíos que escribieron en alemán exquisitas novelas de poco más de cien páginas (a ver cuándo comprendemos que no hacen falta más). Eso que llamamos joyitas de la literatura. Aquí una más; Golowin, de Jakob Wassermann, que, publicada en 1920, nos propone una acción casi inmediata (debemos situarla en la primavera de 1918).
La revolución ha estallado en Rusia en mitad de la guerra. Y María abandona su finca en los alrededores de Tula (al sur de Moscú) para huir, acompañada de sus cuatro pequeños hijos - uno de pocos meses - y sus sirvientas, hacia el sur y, a través del mar Negro, encontrar la manera de salir del país, siguiendo los pasos que unos meses antes ha tomado su marido. Muchos otros nobles y aristócratas zaristas hacen lo mismo. María, de origen alemán, es una mujer resuelta y fuerte, capaz de conseguir que todos se dobleguen a su voluntad sólo por su manera de ser, de estar, de hablar. No autoritaria, sino serena.
El personaje que da nombre a la novela, Igor Golowin, no aparece - ni sabemos nada de él - hasta pasados los dos tercios del relato. Mientras, el narrador, sin digresiones ni enredos, nos ha mostrado la valía y resolución de María ante los distintos problemas y ante las personas, más pusilánimes, que, en su misma situación, encuentra en su parada en Kislawodks. Incluso, emplea, como maniobra de distracción, la historia de amor entre un príncipe y una cabaretera.
Tras un desagradable viaje en tren, María y los suyos llegan a puerto justo cuando los revolucionarios se han hecho con la ciudad. En la posada donde encuentran refugio, conocen a su líder, el marinero Golowin. Quien, a pesar de parecerlo, no es una ruda bestia como cabe imaginar, sino un hombre, inteligente, culto, viajado y leído. Se producirá entonces un exquisito debate dialéctico, a la luz de la luna, entre Golowin y María que mantendrá en vilo al lector hasta la última página. Golowin desea acostarse con María a cambio de salvar su vida y las de los suyos, pero su moral y su inteligencia y su respeto al valor evidente de ella le impide forzarla. ¿Quién ganará el duelo?, ¿conseguirá Golowin su objetivo?, ¿María se mantendrá firme?, ¿después de la intensa charla, tendrá sentido que siga su camino intentando huir y encontrar a su marido? En cualquiera de los casos, Golowin es una maravillosa novela que nos habla del poder de la palabra - por extensión, de la literatura - para cambiarnos la vida y nos presenta dos magníficos personajes.
Jakob Wassermann (Fürth, 1873 - Altausse, 1934) gozó de una importante popularidad hasta la llegada de los nazis al poder. Gaspar Hauser es, sin duda su más prestigiosa novela. En 1932 Clarasó publicó Golowin por primera vez en España y, más tarde, en 1947, Janés publicó Golowin - y Gaspar Hauser -, luego otras editoriales lo reeditaron durante los años cincuenta. Sin embargo, ha pasado luego casi medio siglo hasta que, desde 2005, otras nuevas editoriales - en este caso Navona, en una elegante edición de cubiertas en tela, en 2015 - lo han vuelto a rescatar.

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