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Franz Werfel, Una letra femenina azul pálido

Pablo Picasso, Mujer melancólica (1902).
Hoy las cartas no nos traen más que recibos encarecidos de la luz y resguardos bancarios, ya ni siquiera llegan christmas. Lo inesperado nos sorprende por teléfono y la desgracia nos aborda con el sonido intempestivo del móvil. Pero hubo un tiempo en el que cada mañana el correo nos podía cambiar la vida para siempre. Es lo que le pasa, por ejemplo al escritor R. cuando, de vuelta de un paseo por las agradables calles de Viena, le espera en casa una Carta de una desconocida - Stefan Zweig, 1927 - que le pone al día de tantas cosas sobre su propia vida de las que nunca tuvo la menor idea. Lo mismo le pasa una mañana de octubre de 1936, también en Viena, a Leónidas, el protagonista de Una letra femenina azul pálido (1941).
Leónidas, hijo de un vulgar catedrático de latín, es funcionario del ministerio de Educación y se casó, con separación de bienes por deseo de él, con una joven - ella se enamoró profundamente de él - perteneciente a una de las más ricas e importantes familias de Europa. Entre las cartas que le felicitan por su quincuagésimo cumpleaños, se haya una no escrita a máquina sino por una mano femenina cuya letra reconoce de inmediato; es la de una mujer con la que tuvo una relación pocos meses después de casarse, hace dieciocho años. Vera, esta mujer, de origen judío, se dirige a él, en su condición de funcionario, para pedirle, por favor, que ayude a un joven a salir de Alemania. La feliz vida de la sociedad vienesa de entreguerras se tambalea; la sombra de Hitler y del nazismo se extiende, aunque en Una letra femenina azul pálido no se explicite.
Desde que lee la carta de Vera después del desayuno, acompañamos a Leónidas durante todo el día; a su trabajo en el ministerio, a su vuelta a casa para comer con su mujer Amelie. a su encuentro con Vera en el hotel en que se aloja, a la ópera por la noche. Y acompañamos a Leónidas también en el fluir de sus pensamientos; la carta, lógicamente, no le deja pensar en otra cosa. Recuerda que ya hubo otra carta de Vera, quince años antes, que, en aquella ocasión no abrió, recuerda que había conocido a Vera unos años antes de su relación... A cada conclusión evidente que realiza Leónidas - sobre qué pretenda Vera, sobre quién sea el joven de diecisiete años, sobre cómo debe actuar él... - responde el narrador con una sorpresa, con un giro inesperado, con un planteamiento de los hechos opuesto al imaginado por Leónidas...
El lector disfruta de los giros del relato de esta breve novela perfectamente construida. El estilo conciso y breve, la carga del relato sobre las palabras o pensamientos del protagonista, las escasas descripciones y digresiones, la presencia, sin embargo, poderosa del autor moviendo los hilos de la realidad de manera que, por firme que sea la personalidad y la resolución del personaje, éste se vea zarandeado como un pelele, recuerdan a otras novelas de autores centroeuropeos contemporáneos, e incluso amigos, de Werfel, como Zweig o Kafka. Pero en estas mismas características de Una letra femenina azul pálido encontramos resonancias nivolescas que nos recuerdan a Augusto Pérez, a don Sandalio, a Avito Carrascal y los demás personajes de las "nivolas" de Unamuno.
Franz Werfel (Praga, 1890 - Beverly Hills, 1945), praguense y judío como Kafka, también como él escribió en alemán. Werfel cultivó tanto la novela como la poesía y el teatro. Tras el anschluss en 1938 abandonó Viena y se trasladó primero a Francia y después a California. A pesar de no ser un autor demasiado conocido, su obra ha tenido en España una recepción relativamente amplia, especialmente desde que Anagrama publicara por primera vez Una letra femenina azul pálido en 1994.

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