Ota Pavel, Carpas para la Wehrmacht
Leo Popper, después de la guerra. |
Otto Popper, que firma como Ota Pavel pues su familia se cambió el nombre tras la Segunda Guerra Mundial, nació en 1930 en Praga, donde murió a causa de un infarto en 1973. Era hijo de padre judío y madre católica y el menor de tres hermanos. En 1964, mientras se encontraba en Innsbruck informando de los Juegos Olímpicos de invierno - era periodista deportivo - comenzó a manifestársele una enfermedad maniaco depresiva por la que fue hospitalizado. Ingresado en la unidad psiquiátrica, escribió un serie de relatos que fueron recogidos en dos libros; La muerte de los corzos hermosos (1971) y Cómo conocí a los peces (1974). Algunos de esos relatos han sido llevados al cine en Checoslovaquia. Hoy Ota Pavel sigue siendo un escritor muy popular en la República Checa.
Sajalín ha introducido a esta autor en España publicando estos dos libros de relatos; el segundo, Cómo llegué a conocer a los peces, en 2012 y el primero optando por el título de otro de los relatos que lo componen - menos lírico pero más atrayente para el lector en la mesa de novedades de las librerías -, Carpas para la Wehrmacht, en 2015.
Carpas para la Wehrmacht esta formado por nueve relatos, pero, en realidad, podríamos considerarlos nueve capítulos de una sola historia. La de Leo Popper, el padre de Ota Pavel, vista desde los ojos de su hijo Otto. Los primeros relatos, llenos de humor, alegría e inocencia infantil nos hablan de Popper cuando era el mejor vendedor de neveras y aspiradoras de Electrolux - no sólo en Bohemia, sino en el mundo entero - mientras Otto era un niño de poco más de cinco años. Luego, los dos mejores relatos del libro - "La muerte de los corzos blancos" y "Carpas para la Wehrmacht" - toman un tono conmovedor para hablarnos de la ocupación alemana y el traslado del padre y los dos hermanos mayores (su edad y no estar circuncidado libraron a Otto) a los campos de concentración - Terezín, Auschwitz, Mauthausen -. Finalmente, el relato se torna triste - ahora ya Otto es un adolescente de casi dieciocho años - en los últimos relatos en los que vemos como el soñador Leo Popper - en contraste siempre con su realista esposa - envejece desilusionado por el gobierno comunista que recibió con esperanza y que le desconsoló con los fusilamientos de Margolius y los otros implicados en el caso Slansky. Sin perder su unidad estilística, el libro evoluciona, como la vida, sin perder la sonrisa, de la limpia mirada y la inocencia de la infancia a la contemplación emocionada de la vejez de los padres.
Poco más de cien páginas le valen a Ota Pavel para dejarnos una lectura mucho más alegre y llena de ternura que los acontecimientos que relata. Un estilo sencillo y fluido, antirretórico, para dejarnos, en un hermoso libro dedicado a su paciente madre, un recuerdo modesto y brillante, de su padre, un hombre feliz que tuvo siempre en su afición a la pesca el agarradero para los malos tiempos.
Carpas para la Wehrmacht esta formado por nueve relatos, pero, en realidad, podríamos considerarlos nueve capítulos de una sola historia. La de Leo Popper, el padre de Ota Pavel, vista desde los ojos de su hijo Otto. Los primeros relatos, llenos de humor, alegría e inocencia infantil nos hablan de Popper cuando era el mejor vendedor de neveras y aspiradoras de Electrolux - no sólo en Bohemia, sino en el mundo entero - mientras Otto era un niño de poco más de cinco años. Luego, los dos mejores relatos del libro - "La muerte de los corzos blancos" y "Carpas para la Wehrmacht" - toman un tono conmovedor para hablarnos de la ocupación alemana y el traslado del padre y los dos hermanos mayores (su edad y no estar circuncidado libraron a Otto) a los campos de concentración - Terezín, Auschwitz, Mauthausen -. Finalmente, el relato se torna triste - ahora ya Otto es un adolescente de casi dieciocho años - en los últimos relatos en los que vemos como el soñador Leo Popper - en contraste siempre con su realista esposa - envejece desilusionado por el gobierno comunista que recibió con esperanza y que le desconsoló con los fusilamientos de Margolius y los otros implicados en el caso Slansky. Sin perder su unidad estilística, el libro evoluciona, como la vida, sin perder la sonrisa, de la limpia mirada y la inocencia de la infancia a la contemplación emocionada de la vejez de los padres.
Poco más de cien páginas le valen a Ota Pavel para dejarnos una lectura mucho más alegre y llena de ternura que los acontecimientos que relata. Un estilo sencillo y fluido, antirretórico, para dejarnos, en un hermoso libro dedicado a su paciente madre, un recuerdo modesto y brillante, de su padre, un hombre feliz que tuvo siempre en su afición a la pesca el agarradero para los malos tiempos.
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