Mary Shelley, Frankenstein
Miguel de Unamuno nos explicó, a su nivolesco modo, Cómo se hace una novela. A lo largo del siglo XX encontramos diversos modelos de experimentación en torno al género (en algunos casos mucho plato y poca chicha). Pero la fórmula "mágica", la esencia de la novela, es simple (como la del cocido o el gazpacho) y la dejó establecida Cervantes - y no sólo y no tanto en el Quijote como en Trabajos de Persiles y Sigismunda y en las Novelas ejemplares -; un personaje tan corriente como el lector que se encuentra en apuros, una fuerza adversa, un misterio que se prolonga a lo largo de toda la trama, unas pocas emociones y algún sentimiento. Un siglo más tarde recurrieron a Cervantes los creadores de la novela inglesa (Defoe, Swift) que pusieron las bases que, desarrolladas luego por románticos y realistas, han hecho de la novela el género literario fundamental de la Edad Contemporánea. Doscientos años después de las novelas cervantinas y cien después de Robinson Crusoe, en 1818, Mary Shelley publica Frankenstein o el moderno Prometeo, que, si bien se mira, tiene, al menos en su planteamiento inicial, bastantes elementos propios de la novela bizantina, y que se convertirá en uno de los principales clásicos de la novela gótica, o de terror.
Tres voces narrativas en primera persona se alternan en el relato de Frankenstein. Se inicia la novela con las cartas que un aventurero inglés, Robert Walton, dispuesto a llegar al Polo Norte en barco, envía a su hermana narrándole los pormenores de su viaje. En la travesía encuentra a un náufrago que perseguía en trineo por los hielos polares a otro hombre que viajaba de igual modo. El náufrago es el doctor Victor Frankenstein y su historia tan increíble como inesperada su aparición en el ártico (personajes nobles necesitados de contar sus vidas desasosegadas, aventuras marinas, cartas, persecuciones, pasados desconocidos, peligros; novela bizantina como decía antes). El capitán decide tomar notas del relato de Frankenstein que reproduce a su hermana en primera persona. Frankenstein es un joven suizo, perteneciente a una amantísima familia, al que su padre envió a la universidad y allí su descomunal interés por la ciencia le llevó a intentar crear vida humana. Y lo logró. Creó un ser humano de aspecto monstruoso del que reniega nada más verlo. El monstruo huye. Luego Frankenstein le persigue porque considera al monstruo culpable de unos crímenes atroces que se han producido. Se encuentran y mantienen una conversación; Frankenstein introduce en su relato las palabras del monstruo en primera persona; nació predispuesto al bien pero el rechazo de su propio creador y de todas las personas que ha conocido le han inducido al mal. El monstruo promete la paz si Frankenstein crea una mujer que le haga compañía. Víctor en un principio acepta, pero luego se retracta y continúa la lucha entre creador y monstruo hasta el insólito encuentro con el capitán Walton en el Polo Norte.
Tres voces narrativas en primera persona que se insertan una en otro como muñecas rusas, pero que mantienen un mismo tono y estilo - no se distingue una de otra - y una tendencia verborreica a pesar de la cual la lectura es ágil porque Mary Shelley consigue que se mantenga siempre el interés del lector por conocer lo que todavía no conoce. Una novela plenamente romántica (personajes atormentados envueltos en misterio, portadores de un pasado que nadie conoce y de ánimo cambiante, muertes y desgracias tremendas, sentimientos apasionados, exaltados y exagerados, escenarios naturales agrestes, fechas pasadas indefinidas). Una novela que, seguramente no fue esa su intención - fue escrita como consecuencia de una especie de apuesta entre escritores -, en el mundo de hoy y ante los avances científicos de hoy nos plantea algunas interesantes cuestiones éticas sobre la investigación científica. En realidad, podemos entender Frankenstein como un relato precursor de la ciencia-ficción.
De su éxito son prueba las muchas versiones cinematográficas que han recreado la novela y que han configurado el imaginario colectivo sobre el monstruo de Frankenstein mucho más que el relato de Shelley.
El interés por Mary Shelley (Londres, 1797 - 1851) ha crecido en las últimas décadas, como prueba el hecho de que son innumerables las ediciones de Frankenstein (resulta interesante que la más antigua de sus ediciones españolas sea de 1944; es decir, la recepción de este clásico de la novela romántica es posterior a su éxito cinematográfico - la versión de 1931; en la imagen de esta entrada -), sin embargo hay que esperar a los años noventa para encontrar la primera publicación en España de alguna otra de sus obras.
La primera versión cinematográfica, de 1910, de Frankenstein:
Tres voces narrativas en primera persona se alternan en el relato de Frankenstein. Se inicia la novela con las cartas que un aventurero inglés, Robert Walton, dispuesto a llegar al Polo Norte en barco, envía a su hermana narrándole los pormenores de su viaje. En la travesía encuentra a un náufrago que perseguía en trineo por los hielos polares a otro hombre que viajaba de igual modo. El náufrago es el doctor Victor Frankenstein y su historia tan increíble como inesperada su aparición en el ártico (personajes nobles necesitados de contar sus vidas desasosegadas, aventuras marinas, cartas, persecuciones, pasados desconocidos, peligros; novela bizantina como decía antes). El capitán decide tomar notas del relato de Frankenstein que reproduce a su hermana en primera persona. Frankenstein es un joven suizo, perteneciente a una amantísima familia, al que su padre envió a la universidad y allí su descomunal interés por la ciencia le llevó a intentar crear vida humana. Y lo logró. Creó un ser humano de aspecto monstruoso del que reniega nada más verlo. El monstruo huye. Luego Frankenstein le persigue porque considera al monstruo culpable de unos crímenes atroces que se han producido. Se encuentran y mantienen una conversación; Frankenstein introduce en su relato las palabras del monstruo en primera persona; nació predispuesto al bien pero el rechazo de su propio creador y de todas las personas que ha conocido le han inducido al mal. El monstruo promete la paz si Frankenstein crea una mujer que le haga compañía. Víctor en un principio acepta, pero luego se retracta y continúa la lucha entre creador y monstruo hasta el insólito encuentro con el capitán Walton en el Polo Norte.
Tres voces narrativas en primera persona que se insertan una en otro como muñecas rusas, pero que mantienen un mismo tono y estilo - no se distingue una de otra - y una tendencia verborreica a pesar de la cual la lectura es ágil porque Mary Shelley consigue que se mantenga siempre el interés del lector por conocer lo que todavía no conoce. Una novela plenamente romántica (personajes atormentados envueltos en misterio, portadores de un pasado que nadie conoce y de ánimo cambiante, muertes y desgracias tremendas, sentimientos apasionados, exaltados y exagerados, escenarios naturales agrestes, fechas pasadas indefinidas). Una novela que, seguramente no fue esa su intención - fue escrita como consecuencia de una especie de apuesta entre escritores -, en el mundo de hoy y ante los avances científicos de hoy nos plantea algunas interesantes cuestiones éticas sobre la investigación científica. En realidad, podemos entender Frankenstein como un relato precursor de la ciencia-ficción.
De su éxito son prueba las muchas versiones cinematográficas que han recreado la novela y que han configurado el imaginario colectivo sobre el monstruo de Frankenstein mucho más que el relato de Shelley.
El interés por Mary Shelley (Londres, 1797 - 1851) ha crecido en las últimas décadas, como prueba el hecho de que son innumerables las ediciones de Frankenstein (resulta interesante que la más antigua de sus ediciones españolas sea de 1944; es decir, la recepción de este clásico de la novela romántica es posterior a su éxito cinematográfico - la versión de 1931; en la imagen de esta entrada -), sin embargo hay que esperar a los años noventa para encontrar la primera publicación en España de alguna otra de sus obras.
La primera versión cinematográfica, de 1910, de Frankenstein:
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