James M. Cain, La camarera
Joan era una chica de familia bien pero su vida se fue al garete cuando se quedó embarazada con diecisiete años. La camarera comienza tres años más tarde, cuando Joan acaba de quedar viuda; su borracho marido ha muerto en un accidente de tráfico y su cuñada se queda con su hijo mientras ella, gracias al sargento de policía que lleva el caso del accidente, consigue un trabajo de camarera en un bar de copas. Allí conocerá a dos clientes, un hombre rico y viejo, que le deja generosas propinas, y un apuesto joven. Tenemos servido el triángulo amoroso con una mujer fatal de por medio. Joan vela por lo que más quiere, el interés de su hijo al que desea recuperar de las garras de su cuñada, y actúa en consecuencia, mientras un joven y quisquilloso agente de policía se empeña en culparla de la muerte del marido borracho y de las que vendrán después.
Todo esto lo sabemos gracias a la grabación que Joan hace de su relato nueve meses después de ser juzgada. El juicio y su sentencia dejan dudas y la narración en primera persona es un gran acierto, pues, mientras avanza, mantiene la tensión porque el lector sospecha siempre que algo pasará o que la versión de Joan será parcial y quizá las cosas habrán sido de otra manera, que no debe fiarse del todo. El final de la novela reafirma la ambigüedad y es cosa nuestra creer a Joan o dudar de su palabra. Además, en un giro final, podemos imaginar un futuro próximo que Joan no puede ni sospechar; ella no conoce - estamos a finales de los cincuenta o principios de los sesenta en Hyattsville, Maryland - los efectos de la talidomida, pero nosotros sí.
James M. Cain (Annapolis, Maryland, 1892 – University Park, Maryland, 1977) es uno de los grandes de la novela negra clásica. Se caracteriza su obra pot la carga sexual, bastante provocadora en su momento, de sus historias. Entre sus novelas destacan El cartero siempre llama dos veces y Pacto de sangre, dos obras fundamentales del género. La camarera - aunque un poco larga - comparte los rasgos estilísticos, temáticos y narrativos de las otras novelas de Cain. A su muerte La camarera quedó inédita y tan interesante como leerla es leer el epílogo de Charles Ardai, el editor norteamericano que la recuperó de un cajón y la publicó en 2012, donde se explican las dificultades del trabajo del editor cuando son varias las versiones que el autor dejó de la novela y hay que evitar incoherencias en el texto (quizá se le pasó que se llama Kennedy al aeropuerto de Nueva York cuando parece que la acción transcurre unos pocos años antes de que recibiera ese nombre).
La recepción de Cain en España ha sido amplia desde la publicación de Pacto de sangre en 1956. RBA publicó La camarera (seguramente el título debería ser La Camarera si atendemos al relato) en 2013 y El País el verano pasado en su colección Grandes clásicos de la novela negra.
Todo esto lo sabemos gracias a la grabación que Joan hace de su relato nueve meses después de ser juzgada. El juicio y su sentencia dejan dudas y la narración en primera persona es un gran acierto, pues, mientras avanza, mantiene la tensión porque el lector sospecha siempre que algo pasará o que la versión de Joan será parcial y quizá las cosas habrán sido de otra manera, que no debe fiarse del todo. El final de la novela reafirma la ambigüedad y es cosa nuestra creer a Joan o dudar de su palabra. Además, en un giro final, podemos imaginar un futuro próximo que Joan no puede ni sospechar; ella no conoce - estamos a finales de los cincuenta o principios de los sesenta en Hyattsville, Maryland - los efectos de la talidomida, pero nosotros sí.
James M. Cain (Annapolis, Maryland, 1892 – University Park, Maryland, 1977) es uno de los grandes de la novela negra clásica. Se caracteriza su obra pot la carga sexual, bastante provocadora en su momento, de sus historias. Entre sus novelas destacan El cartero siempre llama dos veces y Pacto de sangre, dos obras fundamentales del género. La camarera - aunque un poco larga - comparte los rasgos estilísticos, temáticos y narrativos de las otras novelas de Cain. A su muerte La camarera quedó inédita y tan interesante como leerla es leer el epílogo de Charles Ardai, el editor norteamericano que la recuperó de un cajón y la publicó en 2012, donde se explican las dificultades del trabajo del editor cuando son varias las versiones que el autor dejó de la novela y hay que evitar incoherencias en el texto (quizá se le pasó que se llama Kennedy al aeropuerto de Nueva York cuando parece que la acción transcurre unos pocos años antes de que recibiera ese nombre).
La recepción de Cain en España ha sido amplia desde la publicación de Pacto de sangre en 1956. RBA publicó La camarera (seguramente el título debería ser La Camarera si atendemos al relato) en 2013 y El País el verano pasado en su colección Grandes clásicos de la novela negra.
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