John Williams, Stoner
Brigid Ganly, El dramaturgo (1936). |
William Stoner entró como estudiante en la Universidad de Misuri en el año 1910, a la edad de diecinueve años. Ocho años más tarde, en pleno auge de la Primera Guerra Mundial, recibió el título de Doctorado en Filosofía y aceptó una plaza de profesor en la misma universidad, donde enseñó hasta su muerte en 1956".
Así comienza Stoner, novela de John Williams, publicada en 1965. A partir de estas primeras líneas nos encontramos ante un relato biográfico - lineal y en tercera persona -, el de la vida, tan vulgar, gris y triste como la de cualquiera de nosotros, de un personaje que no dudaríamos en considerar en el grupo de las personas normales, en el de la gente corriente. Nada de heroico, ni de antiheroico, ni de extraordinario en la vida de William Stoner. Y esa es la virtud y el valor de esta novela; convertir en literaria una vida que en nada se diferencia de la de una persona cualquiera. Así, y gracias también a su prosa sencilla y fluida, el relato nos resulta cálido y el personaje profundamente humano.
Stoner, hijo de granjeros, fue enviado por su padre a la universidad siguiendo el consejo de un representante del condado para realizar estudios de Agricultura. Pero en el segundo año cursó la asignatura semestral de literatura inglesa, obligatoria, a lo largo de la carrera, para todos los estudiantes de las distintas licenciaturas. Entonces descubrió al amor por la literatura. Y al curso siguiente. sin informar a sus padres, se cambió de carrera. Al acabar la licenciatura en Artes inició el doctorado y obtuvo una plaza como profesor del departamento de Lengua Inglesa. La de Stoner, que descubre que debe ser profesor, es una vida entregada a sus libros, a sus clases y a sus alumnos, una carrera profesional marcada por las rencillas, odios y celos habituales de los claustros y los departamentos docentes. Un matrimonio desafortunado, o, al menos, infeliz, desde el primer día. El lector acompaña a Stoner en el día a día de esta vida durante cuarenta años, sin salir apenas del campus universitario. Hasta un final triste y conmovedor. Un final magnífico como pocos, que hace grande la novela y que nos revela, definitivamente, que aunque su existencia sea gris, no es ni mucho menos gris el personaje. Quizá porque ninguna vida lo es porque toda vida es única.
Podríamos quizá decir que Stoner nos lleva a reflexionar sobre nuestras propias vidas, que, aun a pesar de que seamos personas dignas y valiosas, algún día acabarán sin dejar tras ellas ni mayor rastro ni mayor gloria y, lo que es peor, sin que tengamos la posibilidad de repetirlas para dignificarlas y corregir nuestros errores. Pero ni la novela es tan pretenciosa ni lo necesita. Le basta con su verdad enorme; la de hacernos sentir la vida de Willam Stoner como la de una persona de carne y hueso tan cercana y mediocre como cualquiera de las que nos rodean cada mañana, como nosotros mismos.
No hay en Stoner ningún alarde de técnica narrativa, ningún juego de tiempos ni de voces narrativas, ningún barroquismo expresivo, ninguna exquisitez léxica, ningún atrevimiento sintáctico, ningún argumento extraordinario, ninguna trama ingeniosa; simplemente un relato en tercera persona, objetivo y omnisciente, con una prosa sencilla, de una historia mediocre. No hace falta más para hacer buena literatura.
Podríamos quizá decir que Stoner nos lleva a reflexionar sobre nuestras propias vidas, que, aun a pesar de que seamos personas dignas y valiosas, algún día acabarán sin dejar tras ellas ni mayor rastro ni mayor gloria y, lo que es peor, sin que tengamos la posibilidad de repetirlas para dignificarlas y corregir nuestros errores. Pero ni la novela es tan pretenciosa ni lo necesita. Le basta con su verdad enorme; la de hacernos sentir la vida de Willam Stoner como la de una persona de carne y hueso tan cercana y mediocre como cualquiera de las que nos rodean cada mañana, como nosotros mismos.
No hay en Stoner ningún alarde de técnica narrativa, ningún juego de tiempos ni de voces narrativas, ningún barroquismo expresivo, ninguna exquisitez léxica, ningún atrevimiento sintáctico, ningún argumento extraordinario, ninguna trama ingeniosa; simplemente un relato en tercera persona, objetivo y omnisciente, con una prosa sencilla, de una historia mediocre. No hace falta más para hacer buena literatura.
John Williams (Clarksville, Texas, 1922 - Fayetteville, Arkansas, 1994), periodista y escritor, fue profesor en la Universidad de Misuri durante los años cincuenta.
La editorial tinerfeña Baile del sol publicó Stoner en 2010. Anteriormente, Pàmies, publicó El hijo de César en 2008. Esta misma novela con el título de August y Butcher's crossing han sido publicadas en catalán por Lumen en 2013. La edición en catalán de Stoner, en 2012 por Edicions 62, completa la recepción en España de la obra de John Williams.
La editorial tinerfeña Baile del sol publicó Stoner en 2010. Anteriormente, Pàmies, publicó El hijo de César en 2008. Esta misma novela con el título de August y Butcher's crossing han sido publicadas en catalán por Lumen en 2013. La edición en catalán de Stoner, en 2012 por Edicions 62, completa la recepción en España de la obra de John Williams.
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