domingo, 27 de diciembre de 2020

Henning Mankell, El hombre de la dinamita

El hombre de la dinamita (1973) es la primera novela de Henning Mankell, y, sin embargo, la última publicada en España (Tusquets, 2018). Se trata de una novela breve que ya deja patente la valía de su autor. Y también su compromiso, siempre presente en la vida y la obra de Mankell.
Oskar Johansson (1888 - 1969), dinamitero, nieto de albañil, hijo de vaciador de letrinas, padre de un "director" de lavandería, sufre un gravísimo accidente en 1911 cuando trabaja en la construcción de un túnel para el ferrocarril. Aunque la prensa informa de su muerte, Oskar sobrevive a pesar de sus lesiones (pierde un ojo, una mano, casi todos los dedos de la otra...), se casa, tiene hijos, sigue trabajando como dinamitero hasta su jubilación. Eran tiempos en los que tarde o temprano todo trabajador sufría un accidente o una enfermedad laboral: no es extraño que a su mujer, a la que conoció en una manifestación, no le repugnasen sus lesiones.
Con un estilo conciso, austero, duro y descarnado como Johansson y su vida, el relato en presente del narrador, que conoció a Oskar en la isla en donde éste pasaba los veranos, recoge sus diálogos y sus recuerdos. Los de un hombre que enfrentó una vida difícil con la fuerza que le daban sus convicciones políticas, las del socialismo y la lucha obrera - y la decepción cuando gobiernan los socialistas y las cosas no son como debieran -.

La decadencia más vergonzosa de los socialdemócratas es que han convertido el socialismo en una especie de organización para funcionarios inútiles que se llenan los bolsillos a costa de los trabajadores.

Porque ser socialista es, ante todo, una actitud ética.

La gente está muy sola. Hablan de si su situación económica es buena o mala, hombres o mujeres, hablan de lo que les interesa y se arrastran suplicando compañía. ¿Qué demonios ha sido del socialismo? Entonces estábamos unidos. Pensábamos en cambiar las cosas para todos. era casi como una competición sin competencia. Todos querían dar algo al que caminaba a su lado, aunque apenas lo conociera, eso nunca tuvo importancia. entonces nos alegrábamos cuando venía alguien nuevo, alguien a quien no habíamos visto antes. Ahora, en cambio, la gente se enfada si llega un desconocido. ¿Qué demonios hace aquí? ¿Será una amenaza para mi situación?

Fueron los socialistas, dice Johansson, los que les enseñaron los peligros de darse a la bebida. Los partidos obreros lucharon por la vivienda, por el horario laboral, por el salario, por el voto. La sociedad cambia, y Oskar con ella desde su accidente hasta su muerte. Pero Oskar, nos dice el narrador, habla de cambio, nunca de desarrollo: Oskar siempre ha sido obrero y todo ha cambiado, pero no para los obreros, los obreros forman parte de la sociedad, pero no son quienes generan sus cambios.

El socialismo no es nada extraordinario. Es algo natural, una vez que uno comprende cómo funcionan las cosas. Y entonces, todo lo demás resulta erróneo y extraño. ¿Cabe imaginar algo más ilógico y menos razonable que el capitalismo?

Como decimos, El hombre de la dinamita es una novela breve, que logra la máxima contundencia con las mínimas palabras y que expresa las preocupaciones sociales y políticas que marcaron la obra y la vida del gran escritor sueco Henning Mankell.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Kenneth Cook, Pánico al amanecer

Ted Kotcheff, Despertar en el infierno (1971),
Kenneth Cook (Lakemba, Nueva Gales del Sur, 1929 - 1987) es autor de diecisiete novelas. En los últimos años Sajalín ha publicado algunas de ellas hasta entonces inéditas en castellano. Ahora - 2020 - nos trae Pánico al amanecer (1961), que en 2011 fue publicada por Seix Barral y constituye el debut literario de este escritor y periodista. Fue Molino, en su mítica Biblioteca Oro, quien en 1964 editó Encadenado al delito, la primera novela de Cook llegada a España, apenas dos años después de su publicación en Australia.
Pánico al amanecer, llevada al cine en 1971 - Despertar en el infierno - y a la televisión en 2017, como en general la obra de Cook, nos habla de la sociedad cerrada de la Australia profunda. Su protagonista es John Grant, un maestro destinado en una escuela rural en medio del desierto debido a una no explicada deuda económica que mantiene con el Ministerio de Educación. La acción de la novela se inicia el viernes en que comienzan las vacaciones de verano. A lo largo de cinco días viviremos con Grant su bajada a los infiernos. Deseoso de abandonar ese inhóspito lugar del interior de Australia, lleno de paletos que no hacen otra cosa que beber una cerveza tras otra, y llegar cuanto antes a su querida Sidney, Grant se verá envuelto en una cadena de circunstancias absurdas - es verdad que todas ellas son consecuencia de sus propias decisiones - que le llevarán a perder su dinero, empalmar una borrachera descomunal con la siguiente, participar en un salvaje y espeluznante cacería de canguros... hasta un desesperado y brillante "primer" final. Primer final, digo, porque el último capítulo de la novela recoge las semanas siguientes a esos días infernales con un "segundo" final, justificado, que abre una puerta a una segunda oportunidad, si así queremos decirlo.
El lector sigue, como el conciso narrador, pegado en cada página a la espalda de Grant en cada momento de sus días en ese mundo asfixiante, cerrado e inmóvil del desierto australiano, teniendo siempre en la cabeza al Michael Douglas de Un día de furia.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Eduardo Mendoza, Las barbas del profeta

Domenichino, El sacrificio de Isaac (1628).

Los mitos tienen por objeto explicar lo desconocido y lo inconmensurable y la Biblia es el compendio de mitos fundacionales más grande que existe.

Con motivo de la recepción del Premio Cervantes por Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) Fondo de Cultura Económica y la Universidad de Alcalá publicaron en 2017 Las barbas del profeta, que ahora en Seix Barral se reúne con el resto de la obra de su autor.
Mendoza nos dice en la nota que abre el libro que tiene la intención de acercarse a la Biblia como obra literaria al tiempo que nos habla de la influencia de las lecturas infantiles en su vocación temprana de escritor. Lo hace rememorando la asignatura de Historia Sagrada que los niños y adolescentes españoles cursaron durante el franquismo. Para ellos, en contraste con el general desconocimiento de los jóvenes actuales, los personajes bíblicos y sus aventuras formaban parte de lo cotidiano en una España en que la Iglesia y la religión gozaban de omnipresencia.
Nos acerca, pues, a los personajes e historias de aquella vieja asignatura que sobradamente conoce. Y las comenta, siempre con la prosa cuidada y ágil, el tono ligero y el fino humor mendozianos, desde la doble perspectiva de cómo eran entendidas por aquellos escolares y de interpretarlas a la luz de la lógica.
Como los de la mitología grecolatina, los relatos bíblicos - los del Antiguo Testamento esencialmente - son fundamento de nuestra cultura. Su conocimiento, que no implica necesariamente participar de su religiosidad, es imprescindible, como todos sabemos, para entender el arte y la literatura occidentales. Las barbas del profeta nos acerca al conocimiento de los principales de estos relatos - la creación, el diluvio, Abraham, Isaac, Salomón, el rey David... - con una lectura sencilla y amena.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Tim Gautreaux, El paso siguiente en el baile

Morgan City.
Paul y Colette tienen veinticuatro años, pertenecen a la comunidad cajún (descendientes de francocanadienses) del sur de Luisiana y llevan casados poco más de uno. Pero ella decide comenzar a tramitar los papeles del divorcio: está harta de que él no tenga ambiciones y simplemente sea feliz con su trabajo de mecánico, está harta de que la afición de él por el baile le lleve a salir y bailar con otras mujeres (a las que él no galantea en absoluto) y está harta de vivir en un pequeño pueblo en el que la principal diversión de los jóvenes como Paul es pelearse en los bares y en el que ella no podrá prosperar laboralmente más allá de su trabajo malpagado de cajera del banco. En su afán de buscar un futuro mejor, Colette se marcha a California, pero Paul, en su afán de demostrarle su amor, la sigue y espera con paciencia que ella se le acerque. En Los Ángeles ambos encontrarán un buen trabajo, pero con el tiempo tendrán que enfrentar el choque entre la realidad y sus principios y convicciones. Los dos deberán regresar - ella con sentimiento de fracaso y embarazada - a Tiger Island, su pueblo. Encontrarán un lugar deprimido y empobrecido por la crisis de la industria petrolera y y deberán afrontar diversas pruebas y desgracias que les presentará la vida en su intento (el de ella) de lograr una vida mejor y en su intento (el de él) de recuperar el amor de ella.
Paul y Colette, que a veces resultan incomprensibles en su pertinacia - la de él en tomarse todo con calma, la de ella en su ambición de prosperar - están rodeados de un grupo de secundarios - familiares y amigos - que dan vida a la novela.
El paso siguiente en el baile (1998; La huerta grande, 2019) tiene un interesante planteamiento inicial, algunos momentos que merecen la pena y unos magníficos capítulos finales, pero tampoco es que sea una de las mil novelas que debes leer antes de morirte.
Tim Gautreaux (Morgan City, Luisiana, 1947), que debutó con ésta, es autor de tres novelas y otros tantos libros de relatos.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Antonio Pascual Pareja, Invisible Pablo

Invisible Pablo (Comares, 2017) está escrito con una prosa poética y exquisita que nos recuerda a Vicente Valero, con una aroma de otros tiempos, con devoción por Azorín. Y al lector, por su contenido, su estructura y la tercera persona con la que el autor se refiere a Pablo, su alter ego, este libro de depurado y preciso lenguaje, le parece un Juan de Mairena de nuestros tiempos.
Pablo, un joven profesor interino, que, huyendo de la gran ciudad, disfruta de sus clases en institutos rurales de la sierra, interrumpe sus explicaciones, como el Mairena machadiano, para hablar a sus púberes alumnos de la nieve, del río, de las palabras, de la poesía, de los escritores que admira... Gusta Pablo, en otra reminiscencia modernista, de la melancolía de los momentos crepusculares y del otoño, y de la monotonía de la nieve tras los cristales. Pablo recorre distintos institutos a lo largo del curso haciendo sustituciones de otros profesores. Frente a él, sus alumnos del siglo XXI, que no acaban de entender al profesor poeta, pero de los que él también aprende.
Es el lirismo de su estilo lo que caracteriza la escritura cuidadísima de Antonio Pascual Pareja (Ávila, 1976). Y hace de él un estilo personal y propio, y de Pascual Pareja un escritor al margen de modas literarias al que merece la pena seguir la pista.

martes, 17 de noviembre de 2020

José Luis Correa, Quince días de noviembre

Una pija pelirroja cuyo novio ha muerto por un disparo en la cabeza es la clienta de Ricardo Blanco en Quince días de noviembre (Alba, 2003), novela con la que José Luis Correa inicia la serie del detective grancanario.
Blanco se inscribe en la línea de los detectives privados dicharacheros y torpes (con las mujeres, por ejemplo) - narradores en primera persona - que tiñen de humor su relato y sus torpezas, reciben unos cuantos golpes y acaban resolviendo el caso con sagacidad.
Su peculiar verborrea nos presenta una narración ágil y simpática en la que seguiremos la investigación de Blanco, entre algunas sorpresas, para acabar descubriendo los motivos del asesinato (porque no fue un suicidio como concluía la precipitada investigación policial), cometido dentro de un círculo cerrado de amigos pijos - antagónicos del detective del popular barrio de La Isleta -.
Además de las cualidades, virtudes y torpezas de Ricardo Blanco, la novela nos presenta a los dos personajes que le van a acompañar en las siguientes de la serie. Su abuelo Colacho, viejo pescador de La Puntilla, que ejerce de sabio consejero del detective. Y el comisario Álvarez, el policía que presta ayuda extraoficial a Blanco, consciente de que este puede resolver casos a los que la policía no puede dedicar el esfuerzo necesario por exceso de trabajo.
Quince días de noviembre es una novela fresca, divertida, que pone ante el lector a uno de los más interesantes detectives de la novela criminal española del siglo XXI, que cuenta ya con once aventuras publicadas por Alba.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Francesco Pecoraro, La vida en tiempo de paz

El 29 de mayo de 2015 Ivo Brandani, romano de sesenta y nueve años, ingeniero en viaje de trabajo, desconocedor de que está enfermo, espera en un aeropuerto egipcio un avión, que saldrá con retraso, que le lleve de regreso a casa. Esas horas de espera son las que narra La vida en tiempo de paz (2013; Periférica, 2018).
Mientras el narrador avanza, en capítulos breves, en las horas de espera en el aeropuerto hacia el final de Brandani, Brandani, en largos capítulos de monólogo interior, avanza en sus recuerdos de distintos momentos de su vida hacia su infancia. El lector acompaña a Brandani en este viaje a lo largo de los últimos setenta años de historia, las de las generaciones que, como la del ingeniero, han vivido sin conocer la guerra en Europa, han vivido en tiempo de paz, son "nativos en la paz". Le acompaña en un viaje que es también moral en su regreso a la infancia de la postguerra.
Ahora, al borde de la jubilación, Brandani es un  cretino que difícilmente puede ganarse la simpatía del lector, pero a medida que viajamos con él hacia su pasado vamos descubriendo a una persona íntegra, un joven con principios e ideales. Y así, el lector acaba comprendiendo a Brandani, absolviéndole de sus mezquindades actuales y apreciándole en su trayectoria humana. Un hombre marcado negativamente desde la infancia por la figura del padre, un adolescente que, desbordante de esperma, intenta ligar en los veranos de playa, un joven idealista que inicia la carrera de filosofía y asiste a las asambleas estudiantiles, que luego abandona la carrera e inicia la de ingeniería, un hombre que pierde sus principios cuando se incorpora al mundo laboral e intenta agradar a su jefe y prosperar, un funcionario municipal de vuelta de casi todo, un hombre cansado, escéptico y pesimista al borde de la jubilación y - aunque no lo sabe - de la muerte. Un hombre que sufre el "síndrome de irritabilidad masculina". Una persona que encontró siempre su refugio en el mar.
La vida en tiempo de paz es el repaso de la vida de un hombre, el repaso de la vida de una generación - pero también de las siguientes que tampoco han conocido la guerra -, el repaso de setenta años de la historia de Italia - pero también de Europa -.
Embarcarse en la lectura de las setecientas páginas de La vida en tiempo de paz es una aventura que requiere valentía, pero que nos recompensa con creces. La dificultad y el premio están en Brandani, en su cinismo y su carácter, en su lenguaje ingenioso y corrosivo, en su verborrea discursiva y sus opiniones sobre tantas cuestiones diversas, en su historia humana y en la historia compartida de millones de europeos. Y están también - la dificultad y el premio - en la construcción de la novela, pues no se articula sobre la reconstrucción de la vida de un personaje sino sobre la reflexión filosófica sobre sus ideas en torno a todo cuanto a Brandani se le pasa por la cabeza en la sala de espera del aeropuerto.
Son decenas las ideas de Brandani - muchas veces nada políticamente correctas - que merecen ser anotadas y comentadas. Sobre muy diversos asuntos: el urbanismo de Roma, la izquierda de los años sesenta y setenta, el carácter de ingenieros y matemáticos, el proceso biológico de la vida, los hombres y las mujeres, el funcionamiento del capitalismo, la belleza de los aviones... 
Francesco Pecoraro (Roma, 1945) es arquitecto y La vida en tiempo de paz, su primera novela.

domingo, 1 de noviembre de 2020

Nadia Terranova, Adiós fantasmas


La felicidad no existe, existen momentos felices.

La vida de Ida Laquidara quedó marcada para siempre la mañana que su padre salió de casa y no volvió jamás. Ella tenía trece años. Ahora su madre le ha pedido que vuelva a la casa familiar, en Mesina, porque quiere hacer obras, vender la casa y quiere que Ida le ayude a decidir qué objetos del pasado tirar o guardar.
Es septiembre, el final del verano, han pasado veintitrés años desde la desaparición de su padre y, aunque lo hace con reparos, Ida viaja a Mesina para enfrentarse a sus fantasmas del pasado. El padre, profesor de instituto, enfermo de depresión, que un buen día desapareció y nunca más supieron de él, la incertidumbre de no saber si vive o está muerto. La relación, cargada desde entonces de incomprensiones y reproches, entre Ida y su madre. La ruptura con su mejor amiga de la adolescencia.

Pero todo se termina, el dolor también.

Adiós fantasmas (2018; Libros del Asteroide, 2020) es una novela más interesante a cada página que pasamos, más reflexiva a cada página que pasamos, más conmovedora a cada página que pasamos. Un libro hermoso mientras acompañamos a Ida en su comprensión de que también los demás sufren y tienen sus propios dolores, no menos importantes que los nuestros, mientras la acompañamos enfrentándose a los recuerdos, a los fantasmas, a las explicaciones. Es una novela emotiva, profundamente humana, de delicada prosa, de bellas reflexiones, que nos acerca a los enfermos de depresión y a la vida de sus familiares y que nos hace ver la necesidad de superar el pasado para poder vivir el presente. La vida pasa y no es posible vivirla si permanecemos anclados al dolor del pasado. El regreso a la casa familiar, el enfrentamiento con su madre, con su amiga Sara y con Nikos, el joven albañil que trabaja en la reforma de  la casa, ayudarán a Ida a comprender el egoísmo que comporta refugiarnos en nuestros problemas sin comprender que los demás también sufren los suyos y, con ello a superar - que no olvidar - su trauma, casi infantil, de la desaparición de su padre y ser capaz de enfrentarse a vivir el presente. Puede alegarse, quizá, que el final de la novela resulta un tanto forzado para poder llevarnos a Ida y a los lectores hacia lo que el relato requiere; pero poco importa, porque no chirría en absoluto.
Adiós fantasmas - segunda novela de Nadia Terranova (Mesina, 1978) - es una delicada lectura que nos enfrenta a cuestiones tan cercanas como los recuerdos y las heridas del pasado, la necesidad de superarlos, los silencios, la desaparición de nuestros seres queridos, la muerte, el amor y el dolor, las relaciones con los padres, con los hijos, con los amigos, con la pareja, con los desconocidos - que a veces son quienes mejor nos pueden ayudar -, la comprensión de nosotros mismos...

Y comprendí lo que me había faltado: aprender a decir adiós.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Richard Ford, Canadá

Paul Krapf, Granja abandonada de Montana (2014).
Dell Parsons, un profesor al borde de la jubilación, rememora en 2011 el verano de 1960 cuando, a los quince años, su vida cambió para siempre. Lo hace con un relato sabiamente construido, lleno de matices sutiles, de ritmo pausado - como pausado es el paso del tiempo en las tierras de las praderas de Montana y Canadá en que se desarrolla la acción -, de hermosura y emotividad, de contención expresiva. Sin duda, Ford ha escrito Canadá (2012; Anagrama, 2013) con talento y maestría narrativa. Y, sin embargo, no le hubiera venido mal a la novela aligerar un poco sus páginas. Y su parsimonia.
En agosto de 1960, mientras el país vivía los momentos previos a la elección de Kennedy, Dell tenía quince años, bastante inocencia, una ilusión enorme porque llegara septiembre y las primeras clases en el instituto, una hermana melliza, y unos padres "normales" (ella era profesora y él, que había abandonado las Fuerzas Aéreas, era uno de esos hombres con los pies un poco lejos del suelo que va montando negocios perdedores). A finales de mes, de todo eso, sólo le quedaba buena parte de su inocencia y sus ganas de ir a clase y aprender. Los padres atracaron un banco y acabaron en la cárcel y la hermana huyó antes de acabar en un orfanato. Primera parte de la novela.
Una amiga de su madre llevó a Dell a Canadá antes de que las autoridades se hiciesen cargo de él. En Canadá vivirá al cargo de un hermano de dicha amiga. Este hombre, Arthur Remlinger, resultará de difícil carácter y dará a Dell un trato más frío del que podríamos esperar. Dell realizará diversos trabajos para él. A finales de octubre, se produjeron dos asesinatos de los que Dell fue testigo. Segunda parte de la novela.
Estas dos primeras partes ya se explican en el primer párrafo de la novela. Porque la finalidad del relato, al cabo de medio siglo, no es provocar ningún misterio, sino reflexionar calmadamente - con la perspectiva de la edad madura - sobre lo que ocurrió entonces, a partir, del ahora reciente, reencuentro de Dell con su hermana - tercera parte de la novela -, que le entrega el cuaderno con la reflexiones que su madre escribió en la cárcel. Se trata de comprender y entender a las personas y sus comportamientos, a conocer lo qué pasó y en qué tiempo y en qué escenarios. Y, por ello, el relato fluye en meandros de descripciones y reflexiones, de pasos adelante y atrás, anticipando acontecimientos, volviendo a matizar otros ya contados.
Son muchos los asuntos que se plantean en Canadá: la adolescencia y la familia desestructurada (que ya vimos en Incendios - en el mismo verano del 60 y en la misma ciudad de Great Falls, Montana -), la soledad y el desamparo, la relación entre las personas normales y el crimen, la función de los profesores y de la literatura, del paisaje y el paso del tiempo, de la sociedad norteamericana... Pero la cuestión fundamental de la que nos habla Ford es de la aceptación de la vida, de cómo debemos enfrentarnos a la vida para sobrevivirla. Por extensión, la cuestión es ¿Dell Parsons, cuya vida se derrumbó, siendo casi un niño, cuando sus padres decidieron atracar un banco en un pequeño pueblo, ha sido capaz de llevar una vida de la que se sienta feliz? La respuesta es sí; Dell supo aprender de aquellas semanas de 1960 y de los consejos que escuchó. Ha sabido aceptar la vida como viene, ha sabido comprender que siempre hay que estar dispuesto a perder algo para seguir adelante, que los planes no siempre salen bien, que a veces hay que causar problemas para que las cosas queden claras, que hay que mirar la vida de frente, que hay que saber ponerse en el lugar de los otros, que, normalmente, las cosas son como las vemos. Dell consiguió estudiar, ha sido profesor, es feliz con su mujer. Ha llevado una vida tan feliz como sencilla, aunque cargando siempre que lo que hizo y vio cuando tenía quince años.

A lo largo de todos estos años mi hábito de pensamiento da por hecho que toda situación en que se ve envuelto el ser humano  puede dar la vuelta. Todo lo que alguien me asegura que es verdad puede no serlo. Todo pilar de creencia sobre el que el mundo se sustenta puede estar y no estar a punto de saltar por los aires. La mayoría de las cosas no siguen mucho tiempo como están. Saber esto, sin embargo, no me ha hecho escéptico. El escepticismo es creer que el bien no es posible; y yo sé a ciencia cierta que el bien es. Yo lo que hago es no dar nada por sentado y tratar de estar preparado para el cambio que pronto ha de llegar.

lunes, 31 de agosto de 2020

Maurice Leblanc, Arsenio Lupin, caballero ladrón

Las aventuras de Arsenio Lupin comenzaron a publicarse el 15 de julio 1905 en el número 6 de la revista Je sais tout. Sin duda, su éxito llevó a la publicación de Arsenio Lupin, caballero ladrón (1907), libro que recoge los nueve relatos protagonizados por Lupin hasta entonces. Con Arsenio Lupin, Maurice Leblanc abre el camino al relato criminal protagonizado por el delincuente. Lo hace, eso sí, con un ladrón simpático que actúa por divertimento, de grandes dotes intelectuales y dando lugar a aventuras que no dañan a nadie y gozan de la admiración popular.
Aunque no guardan una estricta continuidad y presentan distintos narradores, los nueve relatos de Arsenio Lupin, caballero ladrón mantienen una cierta unidad. La hay entre los tres primeros – La detención de Arsenio Lupin, Arsenio Lupin en prisión y La fuga de Arsenio Lupin – en los que se nos presenta a Lupin como un personaje ya muy célebre en la sociedad, cuyas hazañas son publicitadas por el Echo de France y enfrentado al inspector Ganimard. Los siguientes relatos nos sirven para conocer nuevas aventuras del simpático e ingenioso ladrón, algunas del pasado que nos ayudan a conocer mejor su historia. El libro se cierra con el relato Herlock Sholmes llega demasiado tarde en el que Lupin se enfrenta al famosísimo detective inglés – de gran parecido con Sherlock Holmes – y en el que se reencuentra con la bella dama de la que se enamoró en el primero de los relatos y por la que se dejó detener. El duelo entre Lupin y Sholmes continuó en 1908 en Arsenio Lupin contra Herlock Sholmes.
Arsenio Lupin, ladrón de guante blanco, es un personaje jovial, de una gran inteligencia y capacidad para engañar a todos con sus cambios de personalidad e identidad. Sobrado de dinero, actúa por diversión, por demostrar su ingenio, mantener su fama o para "hacer justicia". Y acaba siempre explicando cómo ha realizado sus hazañas.
El éxito de Lupin, que le llevó pronto al teatro, el cine, el cómic, etc., convirtió inesperadamente a Leblanc en un escritor muy popular, unido para siempre a la figura de su personaje.
La recepción en España de las aventuras de Lupin fue temprana. Se inició en 1909 con la publicación de Arsenio Lupin, caballero de levita - así se tituló nuestro libro en aquella traducción - y Arsenio Lupin contra Herlock Sholmes. Sin embargo, la publicación de las novelas de Maurice Leblanc en nuestro país, aunque continuada, no ha sido muy profusa. De hecho, salvo en la edición en las Novelas escogidas del autor publicada por Aguilar en 1964, Arsenio Lupin, caballero ladrón no volvió a publicarse hasta su aparición en 1985 en la colección Grandes maestros del crimen y misterio publicada por Orbis y la más recientes ediciones de 2004 en la Serie Negra de El País y la de Edhasa de 2005. 
Se puede escuchar las aventuras de Arsenio Lupin, caballero ladrón aquí.

sábado, 22 de agosto de 2020

Åsa Larsson, Sangre derramada

A primeros de septiembre, casi dos años después de lo ocurrido en Aurora boreal, Rebecka Martinsson regresa a Kiruna, al mismo tiempo que Anna-Maria Mella se reincorpora a la comisaría tras su baja por maternidad. Tres meses antes ha sido asesinada Mildred Nilsson, una pastora que tenía alterada a toda la congregación de su parroquia por su combatividad en la defensa de sus ideas. La investigación, que apenas había avanzado en todo el verano, se resolverá en una semana al entrar en acción Rebecka y Anna-Maria. Mildred, feminista, había creado una asociación para mejorar las condiciones de vida de las mujeres de la parroquia y, también, una fundación para la protección de una loba. Esto, le supone la animadversión de los hombres, en general, y, en particular, de los miembros de la asociación de cazadores y de alguno de los otros pastores de la iglesia.
En Sangre derramada (2004; Seix Barral, 2013), mucho más que a la investigación del crimen - podríamos decir que no la hay y que los hechos se precipitan -, asistimos al análisis de los personajes y de las relaciones entre ellos. Y al planteamiento de asuntos como los derechos de la mujer, los malos tratos en el ámbito familiar, el conflicto entre la defensa de los animales y la tradición de la caza... Entre todo ello, seguramente, destaca observar a los pastores de la iglesia actuar en sus comportamientos personales y en las relaciones entre ellos como si fueran profesionales de cualquier otro trabajo y lejos de la ejemplaridad moral que deberíamos suponerles.
Åsa Larsson resuelve la novela con eficacia; se lee con suficiente interés. Y ya.

viernes, 14 de agosto de 2020

Tom Perrotta, La señora Fletcher

Que tu hijo crezca, es duro. Que un buen día abandone el hogar para irse a la universidad, es duro. Que ese día tú prepares un emotivo discurso de despedida y comprendas que no es momento porque el chico se levanta resacoso tras la noche de despedida con los amigos, es duro. Que aparezca su exnovia, robándote los últimos minutos con tu niño, y tú decidas irte a dar un vuelta para dejarles un poco de intimidad, es duro. Que vuelvas a casa y escuches a tu hijo, entre jadeos, decirle a la chica "chúpala, zorra", es duro. Que casi no te haga ni caso en cuanto llegáis a la residencia universitaria, es duro. Que prometa llamarte cada día y al tercero ya se olvide, es duro. Quedarte sola en casa, es duro.
Esto le pasa a Eve Fletcher. A su hijo Brendan de la universidad sólo le interesan las juergas y los porritos. No le irá muy bien, a pesar de que pudiéramos esperar lo contrario. Pero hay chicos guapetones y deportistas en la flor de la edad que son unos cretinos, aunque sean nuestros hijos. La señora Fletcher, en cambio, en contra de lo que podemos imaginar al comienzo de la novela, sabe adaptarse a la situación. Y de una manera que nos resultará muy sorprendente. La noche en que deja a su hijo en la universidad recibe en el móvil un mensaje anónimo: "milf" (recordemos; mother I´d like to fuck). Y a partir de ahí, se dedica a ver cada noche porno en el ordenador, mantiene una relación con una compañera de trabajo, se apunta a clases universitarias para adultos - un curso sobre "género y sociedad" - gracias al cual se hace con un grupo variopinto de amigos... Rehace su vida satisfactoriamente, mientras Brendan acabará abandonando la universidad y volviendo a casa.
Todo esto en una novela divertida y actual sobre el síndrome del nido vacío, que nos pone al día en cuestiones de diversidad de género, sobre sexo y porno, sobre redes sociales, sobre la corrección política, sobre la moral en tiempos millenials. El relato, con una prosa fresca y ágil de la que el lector disfruta con una sonrisa, alterna capítulos con un narrador externo, que nos cuanta las peripecias de Eve Fletcher y los demás personajes, con otros narrados en primera persona por Brendan, a través de los cuales asistimos a su fracaso.
Que tu madre y el compañero al que odiabas en el instituto... es duro.
La señora Fletcher (2017; Libros del Asteroide, 2018) - cuyo título parece evocar a la Mrs. Robinson de El graduado -, con adaptación del propio Tom Perrotta (Newark, 1961), ha dado lugar en 2019 a una serie televisiva.

jueves, 6 de agosto de 2020

Natascha Wodin, Mi madre era de Mariúpol

Natascha Wodin con su padre y su
hermana junto a la tumba de su madre.
Cuando Yevguenia Iváschenko se suicidó en 1956, su hija Natascha tenía diez años. Natascha sabía de su madre que era de Mariúpol (Ucrania), a la orilla del mar de Azov, y poco más. Ni siquiera supo, durante mucho tiempo, que sus padres habían sido trabajadores esclavos en los campos de trabajo nazis. Pero, si el holocausto judío está ampliamente documentado, poco se sabe de los trabajadores de Europa del Este esclavizados en los campos alemanes.
Un buen día de 2013, una de sus rutinarias búsquedas del nombre de su madre en internet dio un inesperado resultado que llevó a Natascha a una plataforma de búsqueda de familiares. La inestimable ayuda que obtuvo desde esa plataforma le permitió desbrozar todo su árbol genealógico, a confirmar muchos recuerdos, más o menos difusos, de la infancia, a identificar a las personas que aparecían en las pocas fotografías familiares que conservaba y a encontrar respuesta a muchas de las dudas que siempre había tenido sobre la vida de su madre y, al mismo tiempo, abrir nuevas interrogantes, por ejemplo:

¿Cómo pudo mi madre odiar al poder soviético y al mismo tiempo querer a un padre y a un hermano que se habían puesto al servicio de ese poder?
Los avances en la investigación permitieron a Natascha Wodin, incluso, conocer y ponerse en contacto con algunos familiares vivos. Y así, recibió un inesperado tesoro: los diarios de su tía Lidia. No obstante, algunas cuestiones, importantes, quedan sin resolver:

No sé lo que movió a mi padre a abandonar Rusia y marcharse a Ucrania, no sé cuándo ni cómo se conocieron mis padres.

Mi madre era de Mariúpol (2017; Libros del Asteroide, 2019) se articula en cuatro partes. La primera centrada en la investigación y lo descubierto sobre los familiares de la autora, desde un tatarabuelo. La segunda recoge el contenido de los diarios de su tía, Lidia Iváschenko. La tercera nos habla de la vida en común de sus padres y de su paso por un campo de trabajos forzados cerca de Leipzig. Y, finalmente, la cuarta parte nos habla de la vida de la familia Wodin, los padres y las dos hermanas, en Fürth.
La de Yevguenia Iváschenko fue, sin duda, una vida de sufrimiento - como la de tantos millones de europeos del siglo XX - de la que su hija, a pesar de no poder llenar todas las lagunas, ha acabado sabiendo más de lo que ella misma supo. Natascha Wodin nos la cuenta en un relato ameno, profundamente honesto, en el que, junto a la interesante historia de toda su familia, aborda temas capitales de la historia europea del XX: la revolución soviética, la vida bajo el terror estalinista, la invasión alemana, los campos de trabajo rusos y los campos de trabajo alemanes para deportados de los países eslavos, la vida en la postguerra en la Alemania Federal - ese chica de origen ruso que comparte aulas con los hijos de los nazis derrotados en la guerra (asunto que Wodin aborda en su novela de 1997 Matrimonio), esos barrios para eslavos ("personas desplazadas") en la periferia... -.
Mi madre era de Mariúpol, un muy interesante libro de esa línea, o género, de la literatura actual que rememora la vida de los antepasados, es la cuarta de las cinco obras de Natascha Wodin - Natalja Nikolajewna Vdovina - (Fürth, Baviera, 1945) y la única publicada en España. Con el recuerdo de su madre, Wodin reivindica a los miles de ucranianos, polacos, búlgaros, rusos, etc. que fueron tratados como esclavos por el poder nazi y nos hace tomar conciencia de los millones de vidas que, en la Europa del siglo XX, han sido víctimas del horror y el totalitarismo, de los millones de personas cuyas vidas únicas e irrepetibles acabaron perdidas, faltas de libertad, humilladas, torturadas, asesinadas. Tantos millones de vidas derrochadas en guerras y campos de trabajo y exterminio que no pudieron desarrollarse plenamente. Una lección de horror que nunca debemos olvidar.

miércoles, 29 de julio de 2020

Galder Reguera, Hijos del fútbol

Athletic 6 - Salamanca 3. 18 de septiembre de 1983.
El filósofo Galder Reguera (Bilbao, 1975) es el responsable de las actividades culturales y sociales de la Fundación Athletic Club. Destaquemos entre ellas los exitosos proyectos "Letras y futbol" y "Athletic Club de Lectura".

Con el cine y la literatura sí hacemos ese ejercicio de suspensión de la realidad. Pero aunque las historias nos empapen en el día a día y nos construyan como lo que somos, los sentimientos que generan en nosotros no llegan tan lejos como ocurre en el fútbol. No conozco una sola persona que se sorprendiera abatida una feliz tarde de verano porque Romeo y Julieta se suicidaran en aquella lectura realizada tiempo atrás. No conozco a nadie que haya tenido un ataque de euforia tres días después de haber terminado una película, recordando su final feliz. No existe, sin embargo, un solo hincha verdadero a quien no persiga de por vida esa gran derrota de su equipo, ésa de la que él fue testigo.

La pasión de Reguera por el fútbol no es menor que la que siente por la literatura. Y casi, casi, tan grande como la que siente por sus hijos. De todo ello da hermoso testimonio Hijos del fútbol (Los Libros del Lince, 2017).
Esa pasión por el Athletic que él heredo de su abuelo, quien le llevaba a las gradas de San Mamés con su primo, en aquellos tiempos del Athletic campeón de comienzos de los ochenta, la recoge de él Oihan, el mayor de sus dos hijos, de apenas cinco años.
Ver crecer a su hijo y ver cómo él solo se aficiona al fútbol, imagina y narra partidos, juega en el colegio y en el parque, pregunta continuamente... es el pretexto a partir del que Reguera escribe un delicado, hermoso y emotivo libro sobre los miedos y las alegrías de la paternidad, sobre el fútbol y las pasiones que genera, sobre la importancia del fútbol en la infancia - en la de su hijo, en la de él, en la de todos los que hemos vivido los recreos jugando partidos entre clase y clase... -, sobre las diferencias del futbol de hoy y el de los años ochenta, sobre tantos partidos jugados, o vividos en la grada de nuestro estadio, tantas finales acompañando a nuestro equipo, tantos momentos inolvidables, tantas emociones a flor de piel y tantos nudos en la garganta... Pero, por encima de todo, Reguera reivindica el fútbol como juego, cuya verdadera finalidad no es ganar sino el deseo de seguir jugándolo.
Hijos del fútbol es un libro en el que se sentirá identificado cualquiera que haya vivido el fútbol como un elemento fundamental de la vida desde su infancia. Un libro para recordar y reconciliarse con la infancia y la adolescencia y para reconciliarse con el futbol si uno ha encontrado motivos - que no sobran - para desengañarse con él. Un libro muy bien escrito y trufado de referencias literarias y bibliográficas adecuadamente traídas ante el lector. Un libro capaz de convertir a cualquiera en amante de la lectura y en amante del fútbol.

martes, 21 de julio de 2020

Ahmed Saadawi, Frankenstein en Bagdad

Rafael, San Jorge y el dragón, (c. 1506).
En Bagdad, tras la caída de Sadam Hussein, los coche-bomba explotan a la vuelta de la esquina. Sobrevivir o no depende de que te hayas parado a encender un cigarro antes de cruzar la calle o te entretengas en saludar a tu vecino. Y no es sólo morir, es que tu cuerpo puede desmembrarse en infinidad de pedazos imposibles de reunir para que puedas acabar completo en un ataúd. Incluso para tu alma puede ser problemático identificar tu cuerpo y acompañarlo.
En esta ciudad - en el céntrico e histórico barrio de Batauín - que, tras la guerra, vive sumida en la violencia entre facciones, en la muerte y en el azar, conviven una anciana - que habla con un cuadro de San Jorge - convencida de que algún día regresará a casa su hijo (fallecido en la guerra con Irán de los años ochenta), un vecino que todo lo observa desde su balcón, el dueño de un café, el de un hotel decadente, un chamarilero charlatán, un especulador inmobiliario que sabe que nada le conviene más que la inestabilidad, un joven periodista que aspirar a prosperar en su profesión, un coronel, de esos que tiene la habilidad de estar siempre del lado de quien gobierna en cada momento, que dirige una oficina de inteligencia en la que, a modo de investigadores, trabajan adivinadores de todo tipo, el alma de un joven asesinado por un coche-bomba...
Cuando en uno de esos atentados cotidianos muere el amigo de uno de estos personajes y éste acude a hacerse cargo del cadáver para darle sepultura, ante la imposibilidad de reconocer el cuerpo desmembrado, el médico le sugiere que puede llevarse los fragmentos humanos que desee. Así, al objeto de enterrar un cuerpo humano completo, tiene la idea de formar uno cosiendo partes de distintos cadáveres. Lo que ocurrirá es que el cuerpo así formado cobrará vida y se dedicará a matar a aquellos que causaron la muerte de cada una de sus partes en un intento de hacer justicia. De una  u otra manera, todos los personajes de la novela, participarán en la búsqueda de este Frankenstein.
Frankenstein en Bagdad (2013; Libros del Asteroide, 2019) es un relato satírico cargado de humor negro, cargado de personajes, que aunque viven sin saber si seguirán vivos una hora más tarde, nos resultan alegres y simpáticos, cargado de simbolismo, metáfora y alegoría sobre la vida en Irak tras la guerra de 2003 y, en realidad también, sobre la condición humana. Es indudable que buena parte de los matices de esa alegoría sobre ese Irak en la inestabilidad absoluta se nos escapan, sólo están al alcance de quienes los han vivido. Como Ahmed Saadawi (Bagdad, 1973), que, además de vivirlo, nos lo ha contado en una novela divertida que recoge el aroma fantástico de la literatura oriental.

lunes, 13 de julio de 2020

Marcel Cohen, La escena interior

La familia Cohen fue retenida en el campo de Drancy.
Marcel Cohen (Asnières-sur-Seine, 1937), con La escena interior (2013; Tusquets, 2020), se inscribe en esta línea de la literatura actual consistente en hablarnos de los antepasados. En su caso, a diferencia de otros de los que hemos hablado en otras ocasiones (el caso extremo sería el de Álex Chico que, como casi nada sabe de su abuelo, todo lo especula), Cohen, en una excelente demostración de que menos es más, decide contarnos sólo y exclusivamente lo que sabe con toda certeza. Estima que hacer ficción para cubrir las lagunas sobre lo que no sabe no estaría bien y vanalizaría lo que si sabe de las vidas de las que nos habla. Acierta, plenamente. Su relato es mucho más intenso y potente de lo que lo sería si hubiera optado por fabular sobre aquello que no conoce.
Cohen nos habla de sus padres, su hermana pequeña, sus abuelos y algunos de sus tíos. Todos ellos detenidos en París el 14 de agosto de 1943 (uno de ellos en 1944) y transportados en tren para morir en Auschwitz (sobrevivió una de sus tías). Tenía Cohen entonces cinco años y no corrió la misma suerte porque se encontraba paseando con la criada cuando su familia fue detenida. Por tanto sus recuerdos son pocos. Lo que nos cuenta sobre sus familiares, sefardíes de Estambul, educados en la cultura francesa, emigrados a París tras la Primera Guerra Mundial, se fundamenta en sus pocos recuerdos, en los datos documentados que ha recogido a lo largo de su vida, de las informaciones aportadas por otros familiares o conocidos, en los objetos que dejaron y han perdurado hasta hoy, y en el olor de sus perfumes que ha perdurado en la memoria de aquel niño.
Nos habla de ellos de uno en uno, empezando por su madre, a la que dedica casi medio libro. De cada uno nos aporta el lugar y la fecha de nacimiento, el tren en el que fueron llevados a la muerte y una fotografía. Vidas - desde los setenta y nueve años del abuelo a los siete meses de la hermana - truncadas, víctimas de la barbarie del Holocausto. Porque eso es La escena interior, un humilde pero contundente grano más en la denuncia del terror nazi, el testimonio documentado de las vidas de ocho víctimas del holocausto, para que conste, para que no queden en el anonimato de las cifras.

domingo, 5 de julio de 2020

Michael Connelly, Hielo negro


Si le quedaban ocho sin resolver, quería decir que había resuelto los otros seis. No era un mal resultado, especialmente dado el carácter pasajero de los homicidas de Hollywood. En el resto del país la gran mayoría de víctimas de asesinato conocían a su asesino. eran gente con la que comían, bebían, dormían o incluso vivían. Pero en Hollywood era diferente. No había normas, sólo desviaciones, aberraciones. Desconocidos que mataban a desconocidos. El móvil no era un requisito imprescindible. Las víctimas aparecían en callejones, en los arcenes de las autopistas, entre la vegetación de las colinas de Griffith Park,  en bolsas de basura en los contenedores de los restaurantes... (...)
En Hollywood, los monstruos podían moverse con impunidad entre la marea de gente; sólo eran un coche más en el tráfico demencial de la ciudad. A unos los cogían y a otros no los encontraban jamás; tan sólo quedaba el reguero de sangre que dejaban a su paso. 

Y aquí se desenvuelve Harry Bosch. Es la noche de Navidad cuando Harry, escucha por la radio de la policía que tiene en casa que se ha encontrado un cadáver en una habitación de un motel. Aunque no le avisan para que acuda, como está de guardia, se presenta en el lugar de los hechos y consigue meter baza en la investigación. Por libre, enfrentándose a sus superiores, Harry consigue atar cabos y encontrar la relación entre tres casos distintos. Y la relación está en el hielo negro, una nueva droga, cuyo mercado, aunque se introdujo desde Hawai, están acaparando los narcos mejicanos. Así que la investigación llevará a Bosch a la frontera entre California y México, Calexico y Mexicali. Corrupción policial, cárteles de la droga, agentes de asuntos internos, la frontera... Harry se jugará el tipo, se enfrentará a la corrupción, encontrará la ayuda leal de un policía mejicano, y resolverá, antes de Nochevieja, el supuesto suicidio de una compañero de narcóticos, la muerte de un traficante y el asesinato de un desconocido cuyo cadáver apareció en un lugar distinto al del crimen.
Tras El eco negro, Hielo negro (1993; Roca, 2012) es la segunda de las novelas de la serie de Harry Bosch y viene a confirmar lo que ya se prometía en la primera; nos encontramos ante una estupenda serie de buena novela negra norteamericana, hábilmente escrita por Michael Connelly que capta al lector, mantiene el ritmo, culmina en un buen final y no defrauda. Recoge todos los tópicos del género: ¿y?, ¿cuál es el problema si lo hace con eficacia y acierto? 
La primera edición española de Hielo negro es de Ediciones B de 1997.

sábado, 27 de junio de 2020

Ray Russell, Juicio a Satán

Indudablemente la popular película El exorcista, basada en la novela homónima de William Peter Blatty de 1971, marca nuestro imaginario sobre terror y exorcismo. Ante ese imaginario, Juicio a Satán, publicada en 1962, e iniciadora de los relatos de posesión demoníaca modernos, resulta mucho más light y amable, y, desde luego, no nos mata de miedo. Sentirse defraudado por eso es tan estúpido como hacerlo ante Asesinato en el Orient Express porque esperemos Pulp fiction. Juicio a Satán es más amable y cándida porque, aunque sean pocos los años en que se anticipa a El exorcista, se sitúa en un mundo más amable, conformista y cándido que el de finales de los sesenta, con todos sus cambios y revoluciones (empezando por el asesinato de Kennedy e incluidos los cambios en la Iglesia: la novela es anterior tanto al magnícidio como al Concilio Vaticano II).
A finales de septiembre, recién llegado a su nueva parroquia, San Miguel, al padre Sargeant - que tiene algunos problemas con el alcohol - Robert Garth le pide que ayude a su hija Susan, una chica de dieciséis años que, desde hace un tiempo siente auténtico pánico al acercarse a la iglesia, lo que la impide entrar en ella. La chica intentó asaltar sexualmente al párroco anterior. Sargeant le recomienda que acuda a un psiquiatra pero Garth se niega. Enseguida el párroco recibe la visita del obispo quien, al conocer el caso, convence a Sargeant - a pesar de que éste duda de la existencia del diablo - de realizar un exorcismo con la muchacha. Los gritos y ruidos que salen de la casa parroquial propician que las cotillas del barrio difundan rumores y chismorreos sobre el nuevo párroco y que el publicista Talbot encuentre materia para sus artículos anticlericales. La policía se verá obligada a intervenir y el caso se resolverá, aunque no nos quedará claro si Susan estaba endemoniada o, a través de su fobia a la iglesia y sus gritos, se estaba manifestando su subconsciente.
Juicio a Satán es la primera novela de Ray Russell (Chicago, 1924 - Los Ángeles, 1999), que, como editor de la sección de narrativa de Playboy, publicó en la revista a los más importantes autores norteamericanos de terror y ciencia-ficción de la época. Una novela de terror, que abrió un subgénero, que hoy no nos aterroriza, en la que encontramos momentos de fino humor e inteligentes referencias a Shakespeare sin por ello salir de un tono de novela popular y caer en una elevación culturalista, y cuyo mayor interés lo encontramos en el análisis de sus personajes, especialmente en el de su protagonista, un sacerdote lleno de dudas.

miércoles, 17 de junio de 2020

Alvah Bessie, Hombres en guerra

Nikolas Kurculiotis, Aaron Lapoff y Alvah Bessie
en junio de 1938 en Marsá.

¿Podía explicarles por qué, a veces, para un padre o una madre es necesario abandonar durante cierto tiempo a sus hijos? ¿Podía explicarles la razón por la cual un padre tenía que atravesar al océano para pelear en una guerra extranjera? ¿Para morir quizá?

Alvah Bessie (Nueva York, 1904 - Terra Linda, California, 1985) se incorporó a las Brigadas Internacionales, a la Brigada Lincoln, a comienzos de 1938 y participó en la Batalla del Ebro. Su experiencia en la guerra de España la narró en Hombres en guerra, que publicó a su vuelta a Estados Unidos en septiembre de 1939 y que Ediciones B ha publicado, por primera vez en España, en 2018.

Los fascistas - hay fascistas en todo el mundo - intentan que la gente pobre siga siendo pobre.

Bessie era escritor y periodista y decidió combatir en España, dejando en casa dos niños pequeños. Como todos los brigadistas, Bessie pensaba que si el fascismo triunfaba en nuestro país, el mundo se encaminaría, como así fue, hacia la Segunda Guerra Mundial.
Hombres en guerra nos habla de la llegada a España a través de Francia (estaba prohibido viajar de Estados Unidos a España), de la instrucción de los brigadistas, del Ejercito Popular, que parece un autentico desbarajuste, de la incorporación a filas de imberbes adolescentes españoles, de la penuria y el hambre en la vida diaria del frente, del desarrollo de la batalla del Ebro, de la indignante no intervención de las potencias democráticas, de las relaciones internacionales, de la inminente ocupación de Checoslovaquia, de los compañeros norteamericanos y de otras nacionalidades de las Brigadas, de la retirada de éstas de la guerra en octubre de 1938...
Una obra de gran interés, pero, sin embargo, la prosa de Bessie resulta fría. Probablemente para dar más fuerza a su denuncia de lo que estaba pasando en España y en Europa en 1939, Bessie optó por un relato más bien objetivo y de tono periodístico a pesar de hablarnos de asuntos tan sensibles como los ideales, la vida en el frente de guerra, los conflictos políticos... Pero, hoy, ochenta años más tarde, disfrutaríamos más de un relato más emotivo.

Escribir es también un arma.

Tras su paso por España Bessie fue guionista en Hollywood, fue nominado al Óscar por su guión de Objetivo Birmania (1945). Luego fue víctima del maccarthismo, fue uno de "Los diez de Hollywood" y pasó casi un año en prisión. Nunca abandonó su preocupación por España y su denuncia de la dictadura franquista. La noche en que murió Franco, lo recordamos quienes lo vimos, Televisión Española emitió Objetivo Birmania. Menos de dos meses antes, Bessie escribió una carta al dictador denunciando las cinco ejecuciones del 27 de septiembre, las últimas del franquismo. En 1972 le dirigió otra pidiendo la libertad de los presos del proceso 1001.

lunes, 8 de junio de 2020

Kent Haruf, Bendición

Algún tiempo más tarde de la muerte de los hermanos McPheron volvemos a Holt para cerrar con Bendición (2013; Literatura Random House, 2019) la llamada trilogía de la llanura de Kent Haruf.

Se plantaba enfrente de las viviendas a la sombra de los árboles y atisbaba por las ventanas abiertas a la noche veraniega, observaba a la gente. Sus pequeños dramas, sus rutinas. (...)
La gente de noche en su casa. Con sus vidas normales. Confiaba en captar algo. (...)
La preciosa normalidad.

Más que a uno de los personajes de Bendición estas palabras parecen referirse a su autor. Es fácil imaginársele así. Haruf es un maestro en el relato de la normalidad, de la vida cotidiana de la gente corriente, llena de miserias y pequeñas grandezas. Gente que "crea infelicidad", como dice una de las protagonistas. Porque tranquilamente infelices y tristes son los personajes de Kent Haruf. Y nadie sabe hablarnos de sus vidas como él.
En la primera página de Bendición ya sabemos que a Papá Lewis le queda poco tiempo de vida. No llegará al final del verano que empieza. Le acompañaremos en su despedida y en su debilitamiento diario, junto con su mujer Mary y su hija Lorraine. Y el dolor de la ausencia del hijo, Frank, que se fue de casa al final de la adolescencia por algo que pasó entre él y Papá. Su anciana vecina Berta, que cuida de su nieta, la viuda Johnson y su hija soltera Alene, y el reverendo Rob Lyle, su mujer, su hijo adolescente y sus conflictos (el reverendo se enfrenta a su parroquia por su opinión sobre la guerra y el hijo, inadaptado en la vida sin alicientes de Holt, se enfrenta a sus padres) completan el elenco de personajes de esta novela triste, más que las anteriores, hermosa, melancólica, que si parece algo menos interesante que las primeras de la trilogía,  es porque el lector echa de menos alguna aparición mínima siquiera de personajes de los que se encariñó.
Iremos, claro, conociendo el pasado de los personajes y los secretos que esconde, y les iremos viendo convivir y ayudarse, intentar encontrar pequeños momentos de felicidad y de confidencia que les permitan sobrellevar sus vidas a lo largo de un verano que, como todos los veranos, está condenado a declinar y acabarse. El invierno, por duro que sea, se abre a la esperanza, a la luz, pero el verano irremisiblemente nos conduce con el correr de sus días a la melancolía.
Kent Haruf murió de cáncer poco después de concluir Nosotros en la noche en 2014. Probablemente ya estaría  enfermo cuando escribió Bendición, de manera que es inevitable pensar que en la muerte de Papa Lewis está anticipando cómo puede ser la suya. Lo que nos estremece.

domingo, 31 de mayo de 2020

Julio Verne, Un capitán de quince años

Auguste François Biard, La trata de esclavos.

¡La trata de negros! Nadie ignora la significación de estas palabras, que nunca deberían haber encontrado acogida en el lenguaje humano. Ese tráfico abominable, por largo tiempo practicado en provecho de las naciones europeas que poseían colonias en ultramar, fue prohibido desde hace bastantes años. Sin embargo, todavía se verifica a vasta escala, sobre todo en África central. En pleno siglo XIX, la firma de algunos Estados que se dicen cristianos, falta todavía en el acta de abolición de la esclavitud.

Este es el primer párrafo del primer capítulo de la segunda parte de Un capitán de quince años, que se publicó, como era habitual, por entregas a lo largo de 1878. Es también el fundamento de la novela. Diversas circunstancias y casualidades hacen que un barco ballenero, el Pilgrim, que no ha tenido una buena temporada deba regresar desde Nueva Zelanda a San Francisco llevando como pasajeros a la mujer y el hijo del su armador, el señor Weldon. Que, en plena travesía, el capitán y los marineros mueran en el intento de cazar una ballena y el barco quede al cargo de Dick Sand, el grumete de quince años - un chico de tan notables como sorprendentes inteligencia, cultura, sagacidad, prudencia... -. Las malas artes del oscuro cocinero del barco desviarán su rumbo hacia las costas americanas hasta el punto de arribar en las del África Occidental, para desconcierto de Sand y los pasajeros a su cargo (a la familia del armador se habían sumado cinco negros norteamericanos recogidos de un naufragio). Estas son las peripecias y aventuras que nos entretienen en la primera parte de la novela, pero, como decimos, es en la segunda en la que la novela cobra su razón de ser.
O mejor dicho, la razón de ser de Un capitán de quince años la encontramos en el proyecto de Pierre-Jules Hetzel, el editor de Verne, que pretendió educar a niños y jóvenes, mediante la lectura, para el mundo moderno con valores progresistas inspirados en Saint-Simon y en el positivismo. La ciencia como motor del progreso y el bienestar humanos. A ese proyecto se sumó Julio Verne con novelas que divulgan el conocimiento científico y tecnológico y que, englobadas bajo el título de Viajes extraordinarios, se publicaron en la Revista de Educación y Recreación, de Hetzel.
Un capitán de quince años es para el lector fuente inagotable y gozosa - pensemos en ese lector adolescente de Verne de los siglos XIX y XX - de conocimientos de náuticos, geográficos, etnográficos, entomológicos, botánicos... pero también un alegato rotundo, ético y progresista contra la esclavitud. El proyecto de Hetzel, y de Verne, pretendía contribuir a difundir entre los jóvenes ideas científicas, pero también sociales y filosóficas.
Este alegato contra la esclavitud justifica que la segunda parte de esta novela sea más discursiva y menos aventurera que la primera. Nos ilustra Verne sobre la trata de esclavos y sobre los viajes de los grandes exploradores de África. 
La travesía de Dick Sand y los suyos se, inició el 2 de febrero de 1873, poco más de dos meses más tarde encallaron en la costa de lo que creían Sudámerica y finalmente constataron que era el África ecuatorial. Donde corrieron nuevos y muy graves peligros. Se trata del territorio de la casi ignota Angola que, poco después, exploraron las expediciones de Cameron y de Stanley. En junio la señora Weldon abriga la esperanza de que Livingstone, a quien Stanley había encontrado el 3 de noviembre de 1871, cuando en Europa se le daba por muerto, llegue al campamento de esclavos donde nuestros protagonistas se hayan retenidos. Pero poco después se recibe allí la noticia de que el insigne doctor ha muerto el 1 de mayo.
La figura de Livingstone, las exploraciones del Congo de Cameron y Stanley que llegaron a la costa de Angola, respectivamente, en 1875 y 1877 y el comercio de esclavos negros que todavía se desarrollaba en ese territorio portugués son el fundamento de este alegato contra la esclavitud, de esta novela de 1878 en la que Verne desarrolla los elementos de su fórmula mágica: un joven protagonista desbordante de virtudes que sabe medir en su justo término, una madre y un hijo desvalidos, personajes nobles, otro disparatado, malvados de los que desconfiar y a los que odiar, un perro fiel, aventuras, conocimientos, final feliz..

jueves, 21 de mayo de 2020

Vicente Valero, Enfermos antiguos


Todas las enfermedades, las que hemos tenido y las que llegaremos a tener, no solamente son inevitables obstáculos que deben ser superados, sino también, muchas veces, alteraciones necesarias de nuestro organismo que nos permite seguir viviendo.

Vicente Valero tiene un don: su prosa exquisita. Escribe maravillosamente y leerle es un placer. Lo acreditan sus obras anteriores y también Enfermos antiguos (Periférica, 2020). Pero ninguna de ellas es tan magistral como Los extraños, y Enfermos imaginarios tampoco. La evocación y el recuerdo vuelven a ser, en Enfermos imaginarios,  el motivo en el que su prosa pausada de palabras precisas encaja como un guante. En esta ocasión Valero rememora la costumbre de visitar a familiares y amigos enfermos en la que, de niño, acompañaba a su madre. Son los tiempos, entre la infancia y la adolescencia, de la muerte del franquismo y la alborada de la democracia.
Paseos con la madre siguiendo el hábito de la abuela de visitar a los convalecientes, las tertulias y los dulces en sus casas, los médicos de cabecera que visitaban con su maletín, la Ibiza provinciana a la que empiezan a llegar turistas extranjeros y a la que regresan exiliados españoles, el colegio, los profesores y los amigos, los juegos en la calle, las primeras vivencias eróticas...
El libro es hermoso, como todo lo que escribe Valero, y su prosa envuelve al lector. Pero, a medida que avanza la lectura se va teniendo la sensación de que el autor se ha quedado en un ejercicio magnífico de bella escritura pero ha desaprovechado en gran medida las sugerencias que el tiempo externo - aquellos años setenta - y el personal - el fin de la infancia - le ofrecen para profundizar en ellos y escribir una gran novela.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Zajar Prilepin, Patologías

Zajar Prilepin (Riazán, 1975) es escritor y militar y ha participado en política. En los años noventa combatió en la guerra de Chechenia. Es esta experiencia la que da lugar a su primera novela, Patologías (2005; Sajalín, 2012).
La novela se abre con el relato de una visión que atormenta al narrador. De esta visión no volvemos a saber, de manera que no sabemos claramente qué relación tiene con el resto de la novela. Este relato es absorbente y ágil y engancha al lector. Y también los primeros de los trece capítulos del resto de la novela. Aunque luego, se hace larga.
El protagonista es Yegor Tashevski, un joven soldado. Su madre les abandonó siendo pequeño y su padre murió cuando todavía era un niño. Algunos recuerdos de la infancia y el de su relación enamorada con una joven adolescente que antes que con él se ha acostado ya con más de veinte hombres se entremezclan con el relato de la acción bélica.
Yegor y sus compañeros llegan a Grozni en avión jugando a las cartas y de la misma manera saldrán de allí al final de la novela. Entre un vuelo y otro un narración fría de la vida militar de estos soldados que entran en combate, beben vodka, matan, mueren, llenan el barro de cadáveres destrozados. Según avanza el relato se incrementan las batallas, pero ni Patologías es una novela de aventuras y hazañas bélicas ni nos ofrecen un mensaje antibelicista como otras, y tampoco está cargada de heroísmo épico o de lirismo expresivo. La patología de la que nos habla Prilepin es la insensibilidad del soldado profesional que hace su trabajo sin mayores preocupaciones morales o sentimentales. El problema es que la patología que se traslada al lector, después del comienzo vibrante, es también la insensibilidad hacia la novela. Lejos de lo que ocurre, por ejemplo, con Nuevo destino.

domingo, 3 de mayo de 2020

Carmen Laforet, Nada


¡Cuántos días sin importancia!

Nada sabemos del presente desde el que nos habla Andrea, en cualquier caso más cercano al pasado que nos relata de lo que pueda parecer. Ese pasado es el año que pasó en Barcelona en casa de su familia. Al acabar la guerra civil, Andrea llegó allí desde el pueblo para estudiar en la universidad. Tenía entonces dieciocho años: es una menor de edad que, desde luego, se comporta como si fuera bastante más madura.
Desde el primer momento todo es oscuro y sórdido en Nada (1945; El País, 2004). Andrea regresa a Barcelona con retraso y, por tanto, de noche, y sin que nadie la esté esperando en la estación. Llega a la casa familiar, en la calle Aribau, y encuentra un lugar tétrico y un grupo de personas - su abuela, sus tíos, la criada - hostiles y desagradables. Una casa decadente y sucia habitada por personas, a pesar de ser hermanos, en permanente enfrentamiento, marcada por un ambiente siempre tenso determinado por las carencias económicas, por lo que vivieron durante la guerra y las rencillas entre ellos. Tampoco Andrea pone mucho de su parte y, aunque comprendemos que no encuentre motivos para encariñarse con los demás, ni siquiera siente afecto hacia su abuela, a la que suele referirse con un distante "la viejecita". Para huir de ese lóbrego hogar, Andrea busca refugio en sus amistades universitarias. Encuentra una buena amiga, Ena, pero pronto también su relación se enturbiará. Andrea se cobija entonces en un grupo de chicos bohemios y también enfermizos (niños pijos cuyas familias adineradas no sufren los rigores de la postguerra).

Es difícil entenderse con las gentes de otra generación, aun cuando no quieran imponernos su mode de ver las cosas.

Una familia venida a menos dominada por la pobreza y por la violencia verbal y la violencia física.  Hoy, claro, nos escandalizarían las vejaciones que sufren Gloria, la esposa del tío Juan, pero que entonces se veía con otra perspectiva:

¿No sabes que con los hombres hay que ceder siempre?

Una Barcelona de miseria y podredumbre - mucho más moral que material, aunque la material es patente (las ruinas de la guerra, los coches de caballo que han suplido a los automóviles) - en la que al lector no le queda resquicio por el que respirar. Un relato agobiente y desazonador. Sólo en la última página de la novela, cuando Andrea abandona la ciudad al amanecer, se atisba la luz mediterránea.

Entonces fue cuando empecé a darme cuenta de que se aguantan mucho mejor las contrariedades grandes que las pequeñas nimiedades de cada día.

A mediados de los cuarenta, en una Europa en la que la Segunda Guerra Mundial empieza a avanzar hacia su final, dejando el continente y el mundo sembrado de millones de cadáveres, y en una España bajo la miseria, el hambre y la represión de la primera postguerra, Nada (ganadora de la primera convocatoria del Nadal, de la editorial Destino, en 1945) y los versos de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, - como es de sobra conocido - supusieron un torpedo en la línea de flotación de la literatura grandilocuente, propagandística y evasiva que la dictadura franquista intentaba imponer. Como también la irrupción de esta joven escritora desconocida y de su novela debió conmocionar el mundo literario empobrecido de un país que había perdido durante la guerra - o tenía en el exilio - a sus más importantes escritores e intelectuales.
Carmen Laforet (Barcelona, 1921 - Madrid, 2004) regresó a la casa de su abuela, en la calle Aribau de Barcelona, en 1939 para iniciar sus estudios universitarios. Inevitablemente, sus vivencias del año que vivió allí, antes de trasladarse a Madrid, están en el sustrato de Andrea. Es sobrada la bibliografía, y las referencias en la red, en las que se puede ahondar en la biografía de Laforet, en el éxito de Nada y en su escasa obra literaria posterior.

sábado, 25 de abril de 2020

Jo Nesbø, Petirrojo

Voluntarios noruegos de las Waffen SS en el frente oriental.
La tercera entrega de la serie de Harry Hole, Petirrojo (2000), fue la primera que se publicó en España, por RBA y y también por Círculo de Lectores en 2009.
En esta ocasión Hole se encuentra en Oslo y se va enfrentar a varios asesinatos - alguno doloroso para él -. La resolución del caso le llevará a investigar en torno a algunos ancianos, que, sesenta años antes, combatieron en el frente de Leningrado como miembros de las Waffen SS.
Frente a Hole, los lectores tendremos el privilegio de conocer mejor a estos viejos nazis pues en los distintos capítulos de la novela nos moveremos entre el tiempo en el que lucharon en la guerra y el tiempo actual en el que Hole investiga. Indirectamente, la novela nos enfrentará a cómo, tras la victoria aliada, personas de ideología nazi consiguieron permanecer invisibles en las esferas de poder social y gubernamental y cómo, hoy, siguen ahí. Y a los movimientos neonazis actuales.
Paralelamente, Hole se va a enamorar de una atractiva mujer y algunos de los hilos y crímenes quedarán sin resolver. Por lo que quedamos los lectores con la expectación de ver cómo evolucionan en las siguientes entregas tanto las relaciones de Hole como el descubrimiento de lo que ahora ha quedado oculto. Esta novela, más interesante, mejor, que las dos primeras de la serie, tampoco acaba de despegar con la fuerza de las de otros policías nórdicos que conocemos y seguimos. Veremos.

viernes, 17 de abril de 2020

Jérôme Ferrari, A su imagen

Conferencia de prensa del FLNC.
A su imagen (2018; Libros del Asteroide, 2020) es una novela de gran valor. Mucho más compleja y rica de lo que pudiera parecer, de inteligente construcción, con personajes que nos conmueven, plena de verdad humana.
Una novela cuyo valor se multiplica gracias a su estructura externa, que comprime los recuerdos y las historias de una treintena de años en los menos de sesenta minutos que dura una misa. Antonia, de treinta y ocho años, muere en 2003 en un accidente de tráfico. Es fotógrafa y, durante un tiempo ejerció su oficio en la guerra de Yugoslavia. Su tío y padrino, diecisiete años mayor, al que una súbita "llamada", cuando Antonia era una niña, le llevó al sacerdocio, ejercerá el funeral en su pequeño pueblo de Córcega. Y aquí el gran acierto de Jérôme Ferrari (París, 1968): cada uno de los capítulos de la novela encuentra un doble marco, cada uno de los distintos momentos litúrgicos de la misa y una fotografía. El marco fotográfico sitúa el contenido de lo que va a narrar cada capítulo. El marco temporal de la misa convierte en poco más de media hora el tiempo interno del relato de manera, que, por mucho que la historia se extienda a lo largo de varias décadas, ante el lector se presenta acelerada en un tiempo que dura minutos y consigue con ello que le conmueva o le invite a reflexionar. El tiempo aparece así condensado y, por ello, más intenso. Es el gran acierto de Ferrari.
Los distintos capítulos nos hablan de Antonia, de su familia, de su padrino, el sacerdote, - que le regaló su primera cámara cuando cumplió catorce años -, de los jóvenes que crecieron con Antonia, de la vida del pueblo, del movimiento de liberación nacional corso, de la guerra de Yugoslavia, del reporterismo de guerra, de algunos de los primeros fotógrafos de guerra del siglo XX, del valor de la fotografía, de la muerte, del amor, de los secretos de cada cual... y de las distintas relaciones entre estos personajes y estos asuntos. De manera que son muchos las cuestiones que nos pueden llevar a emocionarnos y a reflexionar. Algunas más universales, las relaciones familiares, las preocupaciones de los padres, los deseos de independencia de los hijos, las ilusiones personales, el amor y sus tiranías, el dolor ante la muerte y lo irreparable... Otras más generales, la guerra de los Balcanes - las guerras -, los movimientos nacionalistas, el periodismo y su sentido, la relación entre la fotografía y la realidad, entre la fotografía y la vida y la muerte... Otras más particulares de esta novela, cómo se vive en una pequeña sociedad donde todos se conocen y muchos forman parte de un movimiento terrorista, cómo se lleva siendo la novia de uno de esos terroristas, cómo se acostumbra uno a enterrar a casi todos los jóvenes que ha visto crecer...
A su imagen es una novela de apenas doscientas páginas que nos ofrece múltiples lecturas y reflexiones, una novela que nos enriquece, una lectura que merece la pena.
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