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Richard Ford, Incendios

Mi padre se iba de casa; mi madre tenía otro hombre que venía a visitarla. Sabía que era fácil entender las palabras pero difícil que éstas casaran con la vida".
Joe tenía dieciséis años. Él y sus padres llegaron a Great Falls, Montana, en la primavera de 1960 con la esperanza de una vida mejor. El padre consiguió trabajo como profesor de golf, pero lo perdió al final del verano. La madre entonces buscó trabajo dando clases de natación.
Semanas más tarde, sin haber encontrado trabajo, el padre decide unirse a las patrullas que intentan sofocar los grandes incendios que están quemando los bosques. La madre considera que el padre tiene una amante india en las montañas y no volverá a casa; de la noche a la mañana - literalmente - mete en su cama a un hombre mayor y rico, en presencia de Joe. Tres días después de haberse marchado, el padre regresa a casa. El final de la novela se precipita incendiario. Joe rememora aquel episodio de su adolescencia de hijo único años más tarde.
El interés de Incendios (1990) para el lector crece de menos a más. Al principio, Joe, que narra su vida familiar al modo de una cámara, parece uno de esos adolescentes que, sin estar embobados, resultan apáticos - es de esos chicos que ni siquiera sabe la edad de sus padres -, luego el precipitado comportamiento de la madre nos deja tan atónitos como a Joe, después se verá obligado a afrontar lo que, sin dejar de ser socialmente frecuente, es, en lo personal, extraordinario para un adolescente; la separación de los padres y la aparición repentina de una tercera persona. Y no saber qué hacer.
En buena medida la frialdad que sentimos en Joe se debe al estilo narrativo, el propio del llamado realismo sucio (por mucho que se reniegue de la etiqueta); sencillez, concisión, descripciones precisas, antirretoricismo, personajes vulgares y corrientes, situaciones que, si nos sorprenden es porque carecen de giros sorprendentes, carecen de resolución final porque son como la vida. Pero es precisamente esa desnudez estilística la que, llegado el momento central del relato, nos conmueve y nos acerca al desamparo de Joe y nos lleva a acompañarle en su padecimiento.
Richard Ford (Jackson, Mississippi, 1944) es uno de los escritores norteamericanos más reconocidos. Su obra se encuadra dentro del llamado realismo sucio y Anagrama viene publicándola con regularidad y amplitud desde 1990; editó Incendios por primera vez en 1991.

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