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Eduardo Mendoza, Las barbas del profeta

Domenichino, El sacrificio de Isaac (1628).

Los mitos tienen por objeto explicar lo desconocido y lo inconmensurable y la Biblia es el compendio de mitos fundacionales más grande que existe.

Con motivo de la recepción del Premio Cervantes por Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) Fondo de Cultura Económica y la Universidad de Alcalá publicaron en 2017 Las barbas del profeta, que ahora en Seix Barral se reúne con el resto de la obra de su autor.
Mendoza nos dice en la nota que abre el libro que tiene la intención de acercarse a la Biblia como obra literaria al tiempo que nos habla de la influencia de las lecturas infantiles en su vocación temprana de escritor. Lo hace rememorando la asignatura de Historia Sagrada que los niños y adolescentes españoles cursaron durante el franquismo. Para ellos, en contraste con el general desconocimiento de los jóvenes actuales, los personajes bíblicos y sus aventuras formaban parte de lo cotidiano en una España en que la Iglesia y la religión gozaban de omnipresencia.
Nos acerca, pues, a los personajes e historias de aquella vieja asignatura que sobradamente conoce. Y las comenta, siempre con la prosa cuidada y ágil, el tono ligero y el fino humor mendozianos, desde la doble perspectiva de cómo eran entendidas por aquellos escolares y de interpretarlas a la luz de la lógica.
Como los de la mitología grecolatina, los relatos bíblicos - los del Antiguo Testamento esencialmente - son fundamento de nuestra cultura. Su conocimiento, que no implica necesariamente participar de su religiosidad, es imprescindible, como todos sabemos, para entender el arte y la literatura occidentales. Las barbas del profeta nos acerca al conocimiento de los principales de estos relatos - la creación, el diluvio, Abraham, Isaac, Salomón, el rey David... - con una lectura sencilla y amena.

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