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José Luis Correa, Quince días de noviembre

Una pija pelirroja cuyo novio ha muerto por un disparo en la cabeza es la clienta de Ricardo Blanco en Quince días de noviembre (Alba, 2003), novela con la que José Luis Correa inicia la serie del detective grancanario.
Blanco se inscribe en la línea de los detectives privados dicharacheros y torpes (con las mujeres, por ejemplo) - narradores en primera persona - que tiñen de humor su relato y sus torpezas, reciben unos cuantos golpes y acaban resolviendo el caso con sagacidad.
Su peculiar verborrea nos presenta una narración ágil y simpática en la que seguiremos la investigación de Blanco, entre algunas sorpresas, para acabar descubriendo los motivos del asesinato (porque no fue un suicidio como concluía la precipitada investigación policial), cometido dentro de un círculo cerrado de amigos pijos - antagónicos del detective del popular barrio de La Isleta -.
Además de las cualidades, virtudes y torpezas de Ricardo Blanco, la novela nos presenta a los dos personajes que le van a acompañar en las siguientes de la serie. Su abuelo Colacho, viejo pescador de La Puntilla, que ejerce de sabio consejero del detective. Y el comisario Álvarez, el policía que presta ayuda extraoficial a Blanco, consciente de que este puede resolver casos a los que la policía no puede dedicar el esfuerzo necesario por exceso de trabajo.
Quince días de noviembre es una novela fresca, divertida, que pone ante el lector a uno de los más interesantes detectives de la novela criminal española del siglo XXI, que cuenta ya con once aventuras publicadas por Alba.

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