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Kent Haruf, Bendición

Algún tiempo más tarde de la muerte de los hermanos McPheron volvemos a Holt para cerrar con Bendición (2013; Literatura Random House, 2019) la llamada trilogía de la llanura de Kent Haruf.

Se plantaba enfrente de las viviendas a la sombra de los árboles y atisbaba por las ventanas abiertas a la noche veraniega, observaba a la gente. Sus pequeños dramas, sus rutinas. (...)
La gente de noche en su casa. Con sus vidas normales. Confiaba en captar algo. (...)
La preciosa normalidad.

Más que a uno de los personajes de Bendición estas palabras parecen referirse a su autor. Es fácil imaginársele así. Haruf es un maestro en el relato de la normalidad, de la vida cotidiana de la gente corriente, llena de miserias y pequeñas grandezas. Gente que "crea infelicidad", como dice una de las protagonistas. Porque tranquilamente infelices y tristes son los personajes de Kent Haruf. Y nadie sabe hablarnos de sus vidas como él.
En la primera página de Bendición ya sabemos que a Papá Lewis le queda poco tiempo de vida. No llegará al final del verano que empieza. Le acompañaremos en su despedida y en su debilitamiento diario, junto con su mujer Mary y su hija Lorraine. Y el dolor de la ausencia del hijo, Frank, que se fue de casa al final de la adolescencia por algo que pasó entre él y Papá. Su anciana vecina Berta, que cuida de su nieta, la viuda Johnson y su hija soltera Alene, y el reverendo Rob Lyle, su mujer, su hijo adolescente y sus conflictos (el reverendo se enfrenta a su parroquia por su opinión sobre la guerra y el hijo, inadaptado en la vida sin alicientes de Holt, se enfrenta a sus padres) completan el elenco de personajes de esta novela triste, más que las anteriores, hermosa, melancólica, que si parece algo menos interesante que las primeras de la trilogía,  es porque el lector echa de menos alguna aparición mínima siquiera de personajes de los que se encariñó.
Iremos, claro, conociendo el pasado de los personajes y los secretos que esconde, y les iremos viendo convivir y ayudarse, intentar encontrar pequeños momentos de felicidad y de confidencia que les permitan sobrellevar sus vidas a lo largo de un verano que, como todos los veranos, está condenado a declinar y acabarse. El invierno, por duro que sea, se abre a la esperanza, a la luz, pero el verano irremisiblemente nos conduce con el correr de sus días a la melancolía.
Kent Haruf murió de cáncer poco después de concluir Nosotros en la noche en 2014. Probablemente ya estaría  enfermo cuando escribió Bendición, de manera que es inevitable pensar que en la muerte de Papa Lewis está anticipando cómo puede ser la suya. Lo que nos estremece.

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