viernes, 27 de diciembre de 2019

Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express

El Orient Express unió desde 1883 por vía férrea París y Estambul a diario en un trayecto que duraba tres días. Este tren, de la compañía Wagons-Lits, fue el primero en Europa en incorporar vagones de coche-cama y de restaurante. Adquirió gran fama durante los años veinte y treinta del siglo XX.
Asesinato en el Oriente Express es un perfecto ejemplo de novela policiaca clásica, de novela enigma: en un espacio cerrado (un vagón del tren del que nadie puede salir ni entrar, parado en mitad de la vía a causa de una tormenta de nieve) se produce el asesinato de un personaje (descubriremos que es un vil criminal responsable de un horrendo secuestro y varias muertes, huido de la justicia estadounidense), y la casualidad quiere que allí se encuentre Hércules Poirot (detective de inteligencia superior) para el que la resolución del caso (sólo le lleva unas horas de interrogatorios y un cuarto de hora de reflexión) es un reto intelectual que consigue superar demostrando su talento (y una suerte increíble para que una a una sean acertadas cada una de las conjeturas que discurre). Descubierto por la mañana el cadáver del asesinado durante la noche, Poirot interroga a los ocupantes del vagón, luego dedica quince minutos a pensar. Ya ha resuelto el caso – a partir de suposiciones -. Una segunda ronda de entrevistas sirve para comprobar que todas y cada una de la conjeturas de Poirot son acertadas y, en consecuencia, su teoría sobre el caso.
Encontramos también otros elementos fundamentales del género: 
  • Poirot dirige la investigación desde el vagón restaurante en el que interroga a los demás viajeros en presencia de monsieur Bouc, director de la Compagnie Internationale des Wagons Lits, y de un médico griego, completamente ajeno a los demás pasajeros y que viaja en otro vagón. La condición profesional de ambos justifica su presencia en la investigación y la torpeza mental que exhiben tiene la función de contrastar con la inteligencia simpar de Poirot. 
  • La investigación de Poirot está justificada porque el crimen ocurre mientras el tren atraviesa Yugoslavia, donde, a diferencia de otros países del trayecto, no viaje en el tren ningún agente de policía. 
  • Poirot acepta el caso porque le evita el aburrimiento de las horas que el tren estará detenido por la nieve. Para resolver un caso no necesita más que recostarse en un sillón y ponerse a pensar: no le interesan las pruebas científicas y el trabajo policial, afirma, sino la psicología y la deducción. Del mismo modo, entre los demás viajeros el asesinato no produce la conmoción y la histeria que sería esperable y lo toman como un incidente, un fastidio, más del viaje semejante a la tormenta de nieve que les retiene parados en mitad del campo. 
  • Aunque la narración sea limpia en apariencia, Poirot juega con una ventaja desleal respeto al lector pues se saca de la chistera datos inalcanzables para nosotros como el nombre de cierta tienda de Londres. 
  • Resuelto el caso, Poirot reúne a todos y ante ellos expone sus dos – que no una – explicaciones plausibles del asesinato. Una atribuye el crimen a un extraño que subió al tren poco antes de cometer el crimen y lo abandonó rápidamente. La otra explica la relación de todos con el muerto: todos están relacionados con la familia norteamericana que fue víctima de sus salvajes delitos y todos han participado mancomunadamente en el asesinato. Una es cierta y otra falsa; Poirot deja en manos de Bouc y el doctor decidir cuál consideran acertada y, consiguientemente, ofrecerán a la policía cuando se persone. Mientras Poirot, cuya inquietud no es la justicia sino resolver el crucigrama “como ya he expuesto mi solución ante todos ustedes tengo el honor de retirarme completamente del caso”. 
  • El lector puede considerar que al final se ha hecho justicia, que el abominable criminal merecía la muerte. 
  • Además todos los hechos violentos de la novela ocurren en Estados Unidos y Yugoslavia, lejos de la plácida Inglaterra. 
Agatha Christie (Torquay, 1890 - Wallingford, 1976), autora de Asesinato en el Orient Express, es, sin duda, la más importante y renombrada escritora de la novela policiaca británica. En reconocimiento de su obra y de su prestigio fue nombrada Dama del Imperio Británico en 1971. La venta de sus libros alcanzó records mundiales. Su fama es universal y muchas de sus numerosas novelas y obras teatrales han sido adaptadas al cine y a otros medios. Es creadora de dos míticos detectives; el belga Hércules Poirot - que aquí nos ocupa - y Miss Marple. Todo sobre Agatha Christie aquí.
Asesinato en el Orient Express, uno de los títulos más célebres de Christie, se publicó por primera vez en Inglaterra el 4 de enero de 1934 en Collins Crime Club. Sus reediciones y adaptaciones al cine, la televisión, el cómic o los juegos de ordenador son innumerables. En España la recepción de la obra - novelística y teatral - de Agatha Christie fue abundante durante la postguerra. De Asesinato en el Orient Express son numerosas las ediciones publicadas - seguimos aquí la de RBA de 2009 -; la primera que encontramos en el catálogo de la Biblioteca Nacional data de 1945 en Selecciones de la Biblioteca Oro.

jueves, 19 de diciembre de 2019

John Cheever, Falconer

Falconer (1975; Debolsillo, 2018) es una novela realista, descriptiva, de análisis psicológico y de cierto simbolismo espiritual: si bien se mira, bastante galdosiana. Ezekiel Farragut, profesor universitario, casado, padre de un hijo, adicto a las drogas que empezó a consumir en la guerra, ingresa en la prisión de Falconer por haber matado a su hermano. Los distintos acontecimientos que vivirá durante su encierro serán, de alguna manera, pruebas en su camino de salvación.
John Cheever (Quincy, Massachusetts, 1912 - Ossining, Nueva York, 1982), que en sus cuentos y novelas anteriores se había centrado de la vida de las urbanizaciones de la alta burguesía norteamericana, en Falconer toma a un personaje de ese ambiente y le introduce en la sordidez de una vieja prisión. Con Farragut conoceremos a peculiares presidiarios, diversos guardianes, el trato entre ellos, la vida en confinamiento, la sexualidad carcelaria... y profundizaremos en la vida de su protagonista: su relación con su hermano y con su mujer. Algunas de las relaciones de Farragut y, desde luego, el final de la novela y todo su simbolismo merecen, sin duda, un comentario, pero hacerlo desvelaría claves importantes del libro que parece más oportuno no descubrir a un futuro lector.
Falconer dio a Cheever el éxito de ventas que no había alcanzado anteriormente. Cuando escribió esta novela, en 1975, acababa de rehabilitarse de su adicción al alcohol y a diversos medicamentos. Obviamente, Falconer no es una novela autobiográfica, pero hay ciertos paralelismos entre algunos elementos de la novela y deeterminados aspectos de la vida de Cheever.
La recepción de Cheever en España ha sido tardía, pues sólo se publicaron antes de su fallecimiento el relato El nadador - a raíz de su éxito cinematográfico - en 1968 y En la cárcel de Falconer en 1978.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Maggie O'Farrell, Sigo aquí

Maggie O'Farrell a los cuatro años.

Esas cosas son minucias; lo esencial es la vida.

En Sigo aquí (2017; Libros del Asteroide, 2019) Maggie O'Farrell nos relata diecisiete situaciones en que a lo largo de su vida ha debido enfrentarse a la muerte y ha conseguido vencerla: la encefalitis que sufrió de niña, aquella vez que un camión le pasó rozando, el violador del que escapó por los pelos, un parto difícil, un aborto, cuando casi se ahoga en una playa, el avión averiado en vuelo, la anafilaxis que sufre su hija...
El libro es, obviamente, un canto a la vida. Un deseo no tanto de disfrutarla como de agarrarse a ella, de esquivar la muerte cada día y seguir aquí, ¿dónde si no? Y es también un llamamiento al lector a hacer lo mismo: seguir vivo, esa es nuestra misión, ese debe ser nuestro máximo anhelo ¿cuál si no? Y nos lleva a recordar nuestra particular lista de situaciones - ¿diecisiete? - en que hemos conseguido librar la muerte por suerte, por casualidad, por una decisión - propia o ajena - inteligente: un error médico casi fatal, una enfermedad grave, una rama de un árbol, un accidente de tráfico, un viaje, una estupidez adolescente... La muerte no avisa y nosotros debemos zafarla cada vez que hace zas y aparece a nuestro lado.
Siempre resulta fresco y divertido leer a O'Farrell porque hay siempre en su manera de escribir agilidad narrativa, alegría, inteligencia y sentido del humor. Por eso leemos como novela este conjunto de relatos autobiográficos organizados sin orden aparente - el orden elegido es entretener al lector con la variedad de las "aventuras" y de los tiempos y cerrar el libro con aquello que lo motiva: la enfermedad de su hija -. Sigo aquí, además, reflexiona sobre cómo enfrentamos la vida y la muerte en la infancia, en la adolescencia y en la madurez, habla sobre la importancia de la familia, y está ricamente trufado de reflexiones que merecen ser anotadas y recordadas. Dejemos aquí sólo una:

Hacemos lo que sea necesario para sobrevivir; somos una especie con mucha inventiva ante la adversidad.

martes, 3 de diciembre de 2019

Muriel Spark, Los solteros

Roger Mayne, Throgmorton Street, Londres, 1960.
De entre los miles de solteros que habitan en Londres, Los solteros (1960; Impedimenta, 2012) nos presenta media docena de ellos - y otra media docena de mujeres solteras o viudas - cuyas vidas se entretejen en torno a un caso de posible estafa.
Patrick Seton es un médium pendiente de juicio por haber estafado dos mil libras a una viuda abusando de su confianza. Tras de sí arrastra varias condenas y una relación de confidente con el inspector Fergusson. El abogado de la acusación, Martin Bowles, es otro soltero que, paradójicamente, también saca dinero a las mujeres que conquista. Ronald Brigdes, enfermo de epilepsia, amigo de Martin, es un experto calígrafo que debe determinar si Patrick falsificó una carta. Con ellos se relacionan otros solteros que buscan el amor pero huyen del matrimonio, un falso sacerdote homosexual y mujeres como Freda Flower, la viuda estafada, Marlene, tía de otros de los solteros - Tim, enfrentado a los remordimientos respecto al sexo que le causa su religiosidad católica -, en cuya casa se celebran las sesiones de espiritismo en las que Patrick entra en trance, Alice, embarazada de Seton y ciegamente enamorada de él, Elsie, la amiga de Alice...
Personajes frívolos, snobs y excéntricos presentados con cierto humor inglés que nos resultan interesantes cuando los conocemos en los primeros capítulos pero cuyas cuitas posteriores - la vida de soltero, el espiritismo, el catolicismo...- pierden interés a medida que avanza esta novela coral, blanca, blanquísima, de fina ironía que, sin duda, debió resultar mucho más divertida al publicarse hace sesenta años que hoy. Una novela en la que es fácil perderse entre tantos personajes - que van perdiendo comicidad y creciendo en mezquindad - y sus intrascendentes anécdotas - que remansan la acción sin mayor motivo -. Hasta el capítulo final, el mejor, en el que se celebra el juicio contra Patrick Seton y la novela cobra fuerza.
Muriel Spark (Edimburgo, 1918 - Florencia, 2006) es autora de más de una veintena de novelas, varias de ellas publicadas en España por diversas editoriales.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Eduardo Halfon, Duelo

Desde niño Eduardo Halfon había tenido la creencia de que el hermano mayor de su padre, Salomón, del que nunca se hablaba en casa, había muerto ahogado a los cinco años en las aguas de un lago cercano a la casa de su abuelo. Sin embargo, ya adulto, se entera que el niño Salomón murió en un hospital de Nueva York.
Esta contradicción le llevará a volver a la casa de su abuelo, donde paso la niñez antes de que la familia se trasladase a Florida, intentando encontrar a alguien que recuerde al niño Salomón ahogado en el lago en 1940. Al tiempo recuerda también el viaje a Lodz, del que ya nos habló en Monasterio, en busca del pasado de su abuelo materno.
En Duelo (Libros del Asteroide, 2017) acompañamos a Halfon en ese viaje a la casa de la infancia, al tiempo que vamos conociendo algunos datos de su vida y la de su familia, especialmente sobre sus abuelos llegados a Guatemala desde el Líbano y desde Polonia. La memoria de su familia, de orígenes judíos y árabes, emigrada a Guatemala y Estados Unidos, que es el eje central de la narrativa del autor. Lo hacemos envueltos en la prosa sencilla y hermosa de Halfon que caracteriza su obra.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Carlos Fortea, El mal y el tiempo

Óleo de Milt Kobayashi.
El mal y el tiempo (Nocturna, 2017) comienza con la escena de un crimen - un hombre ha muerto de un infarto después de que le disparasen un tiro que sólo le rozó - investigada por un policía, narrador en primera persona, que se las da de culto.
Pero es un mcguffin, un disfraz de novela negra - ¿quizá para pillar compradores desprevenidos y dar lugar a la tramposa contracubierta que nos vende con descaro una "oscura novela policiaca"? - para una novela que va de otra cosa bastante distinta. En los años noventa dos amigos conocieron una noche a dos chicas y desde entonces compartieron sus vidas. Aquella noche, Mario, que llevaba la iniciativa, se emparejó con Silvia, y Arturo, al que le gustó Silvia, con Nerea. Arturo y Nerea se casaron pronto y Mario y Silvia vivieron en pareja. Mario y Arturo, jóvenes periodistas entonces, trabajaron juntos en distintos lugares (donde iba Mario, allí llevaba a Arturo) hasta que algo pasó entre ellos. Y este es el misterio, enfermizo, que se dilata hasta el final de la novela. Mientras, Arturo estuvo siempre secretamente - enfermizamente, también - enamorado de Silvia.
El relato de la investigación policial en Madrid en 2012 sobre la muerte de Arturo se alterna con otros dos relatos, estos con narrador externo: la visita, poco antes, de Arturo a Silvia, en Asturias, motivada por la reciente muerte de Mario, y la historia de la relación de estos personajes en los años noventa.
Una novela, pues, intimista - o psicológica - que habla de relaciones personales, de amor, de amistad y de ruptura, en un círculo cerrado algo agobiante y con un estilo correcto algo culturalista. El ambiente cerrado, el ritmo reflexivo, el tono intimista, la relación tensa entre Arturo y Silvia, la oscuridad sobre qué separó a Arturo de Mario, casan mal con la sobrante investigación policial. Investigación que se resuelve de repente con un par de conejos sacados de la chistera, una vez que el relato principal nos ha revelado ya qué pasó entre Arturo, Mario, Silvia y Nerea.
Carlos Fortea (Madrid, 1963) es autor de Los jugadores - también en Nocturna - y de varias novelas juveniles.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Jon McGregor, El embalse 13

Hay acontecimientos que nos marcan la vida para siempre. Vale para cada uno de nosotros, pero también para cualquier grupo social: una familia, un grupo de amigos, un club deportivo, un barrio, una ciudad, un país... El tiempo, con el preciso y continuo movimiento de su segundero, es cierto que todo lo atempera. Pero estos acontecimientos dejan un antes y un después.
De esto nos habla Jon McGregor (Bermudas, 1976) en El embalse 13 (2017; Libros del Asteroide, 2019). El protagonista de El embalse 13 es un pequeño pueblo del norte de Inglaterra en el que un 30 de diciembre, víspera de Nochevieja, desapareció un niña de trece años. Su familia pasaba unos días de vacaciones.
A lo largo de trece capítulos vemos transcurrir los trece años siguientes al acontecimiento. Con el paso inexorable de los ciclos de la naturaleza que marcan la vida de los animales y de los bosques y también de las actividades rurales, vemos transcurrir las vidas lineales de los habitantes del pueblo - personaje coral -. Sin pararnos demasiado en ninguno de ellos vamos conociéndolos a fondo a todos, vemos como sus vidas fluyen como los ríos y, a veces, se estancan como el agua en los embalses. Vemos crecer a los jóvenes, envejecer a los mayores, les vemos amarse y separarse, recelar o ayudarse, vemos llegar a nuevos habitantes mientras otros abandonan el pueblo, vemos como los golpes del azar van marcando sus pequeñas vidas como la de cualquiera de nosotros. Y siempre, cada vez más diluido, constante y presente el recuerdo de la niña desparecida cuyo cuerpo - vivo o muerto - nunca apareció. Un pueblo marcado por una huella indeleble como tantos otros lugares que todos conocemos que un día fueron marcados por una desgracia - un crimen cruel, un grave accidente, un atentado salvaje... - a la que ya irán siempre ligados.
Con una narración aparentemente sencilla y realista, de párrafos largos y sin un sólo diálogo directo, y un narrador externo aparentemente objetivo, Mc Gregor consigue, gracias al ritmo narrativo acomodado al propio de la naturaleza y a la tranquilidad de una pequeña población, y gracias al paso ante el lector de los diversos personajes, que nunca se paran pero siempre regresan, una novela emotiva y original que nos habla de la vida rural a comienzos del XXI y de las vidas y emociones de personas que habitan en un lugar marcado por una desgracia concreta. Como, seguramente, el paso del tiempo nos dejará El embalse 13 como una lectura que siempre recordaremos.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Jonathan Lee, El gran salto

En la madrugada del 12 de octubre de 1984 explotó una bomba, puesta por el IRA, en el Grand Hotel de Brighton, donde se celebraba la convención del Partido Conservador. El objetivo del atentado era matar a la primera ministra Margaret Thatcher. La bomba había sido colocada unas semanas antes.

Eres tú quien elige qué partes de la historia contar.

Al comenzar El gran salto (2015; Libros del Asteroide, 2017) asistimos a los ritos de ingreso en el IRA en 1978 de Dan, un joven norirlandés de dieciocho años. La narración nos lleva luego a las semanas previas al atentado. Esperamos, naturalmente, que el atentado sea el foco central de la novela. Pero no lo es. Jonathan Lee (Surrey, 1981) consigue con acierto situarnos ante algo más simple y mucho más importante: la vida corriente de sus personajes. La de sus protagonistas: Dan, que se aloja en el Grand Hotel como Roy, Moose, el subdirector del hotel, y Freya, la hija de Moose. Pero también la de sus brillantes secundarios.
Moose es el apodo con el que todos llaman a Philip Finch, que ve en la convención conservadora su gran oportunidad para ocupar el puesto, próximamente vacante, de director del hotel. Aspiración esta que da sentido a su vida, más bien perdedora desde que en la juventud fue un buen saltador de trampolín. Luego, criar solo a su hija ha sido la ocupación que, junto a las muchas horas de trabajo, ha llenado su vida. Freya, trabaja de recepcionista en el hotel mientras decide qué hacer con su vida: su padre insiste en que vaya a la universidad, pero a ella no le acaba de convencer. A Freya le cae bien de inmediato Dan, el cliente del hotel al que atiende cuando llega para alojarse como Roy Walsh.
Cada uno a su manera, tres perdedores. Rodeados de secundarios tan ricamente humanos como ellos: Marina, los otros jóvenes empleados del hotel, la madre de Dan. Mientras, ignorantes la mayoría de ellos de lo que va a pasar, salen adelante en el día a día de sus vidas, nosotros - llevados por el sosegado ritmo que marca el autor - vamos compartiendo sus pequeñas alegrías y decepciones y conociendo - en su dosis justa - el conflicto de Irlanda del Norte. Y luego, cuando estamos empapados e imbuídos en lo humanas que nos resultan las vidas de estos personajes, explota la bomba, que las sacude, marca y rompe, y sacude también nuestra lectura, olvidada ya del atentado y centrada en acompañar a los personajes en sus problemas, cerrando la novela con unos magníficos capítulos finales.

jueves, 24 de octubre de 2019

Edgar Wallace, La Gente Terrible

Imagen de la versión cinematográfica de 1960.
Henry el Lancero acude a cumplir su obligación de presentarse en comisaría y se encuentra allí a Arnold Long el Apostador. Se produce entre ellos una dura conversación que nos hace imaginar a Long como un digno precedente de los hardboiled norteamericanos. Long es un inspector de policía algo peculiar; posee estudios universitarios y es policía, más bien por capricho, contra el deseo de su padre, el millonario sir Long; o dicho de otra manera, el Apostador es un niñato malcriado metido a policía. El Lancero reta a Long a detener a Clay Shelton, un ladrón de bancos de mil caras y mil disfraces que tiene en jaque a la policía y que debe su éxito a trabajar en solitario. Long apuesta que lo detendrá y, en cuanto se pone, lo encuentra por la calle y, una semana más tarde, cuando se dispone a robar otro banco lo detiene. El último deseo de Shelton antes de ser ahorcado es entrevistarse con Long; le advierte que aunque él muera, la Mano del Patíbulo le perseguirá. Sólo unos minutos más tarde, al mismo tiempo que se ejecuta a Shelton, Long sufre un atentado del que sale vivo de milagro. Durante el siguiente año se produce un alto número de muertes violentas que la policía oculta. Entre ellas las del juez, el fiscal y el verdugo del caso Shelton. El Apostador está convencido de que detrás de todo está una organización secreta a la que él llama La Gente Terrible. Por cierto, el padre de Long es el único banquero de Inglaterra que no ha sufrido los robos de Shelton.
A partir de aquí; una lista de fechas que marcan muertes pasadas y también futuras, un grupo de aristócratas reunidos en un selecto club de golf en el que se produce un asesinato en una habitación cerrada, una jovencita - la secretaria de una vieja aristocrática solterona - a la que salvar de los peligros de la Gente Terrible, unos acontecimientos que por mucho que suceden en el verano de 1924 - La Gente Terrible se publicó en 1926 - y en la geografía real de Inglaterra ocurren a galaxias de distancia del mundo real; ningún peligro para los lectores, alguna sorpresa, alguna demostración de la intuición y la inteligencia del inspector, y una explicación final que permite al lector conocer todo lo que el autor le ha ocultado... En fin, mucho de lo esperable en la novela policiaca clásica. Aunque, no obstante no sea La Gente Terrible propiamente una novela-enigma. No hay intención de presentar un jeroglífico al lector sino más bien de inquietarle con el poder de esta oscura y secreta gente terrible; Wallace fue uno de los iniciadores de otro de los géneros de la novela criminal, el thriller, el suspense.
Pero la novela se derrumba en su resolución paralelamente al derrumbe del personaje, cuya personalidad altanera se resiente de su incapacidad para resolver el caso y pasa por momentos de auténtico pánico. La solución queda lejos del alcance de Long y también de los lectores - cuyo interés también se desmorona - y sólo es posible porque Wallace se saca de la manga cuanto le viene en gana - o cuanto necesita -. Resulta que la Gente Terrible son todos esos aristócratas que aparecen en escena, que andan confabulados y, para colmo, relacionados por retorcidos lazos familiares. Y resulta que Shelton era el hemanastro de sir Long - de ahí que intentará alejar a su hijo de la policía -, la oveja negra de la familia.
Edgar Wallace (Greenwich, 1875 - Beverly Hills, 1932) fue uno de los más prolíficos, exitosos y vendidos autores de la novela policiaca inglesa - autor también del guión de King Kong - y uno de los más publicados en España en el primer tercio del siglo XX.
La Gente Terrible se publicó en Inglaterra en 1926. Ese mismo año se publicó también en Estados Unidos. En este país se llevó al cine en una serie de 10 episodios en 1928. Y convertida en película en Alemania en 1960.
En España la obra de Edgar Wallace se ha publicado profusa y continuadamente desde finales de los años 20 - más de trescientas referencias en el catálogo de la Biblioteca Nacional -. La Gente Terrible fue publicada por Aguilar en 1932 y luego en 1940 en la colección Detective. En los últimos años se ha reeditado en tres ocasiones; en 2004 la recuperó El País en su colección Serie Negra, en 2005 en Punto de lectura y en 2007 en Zona negra.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Katherine Winkler, Cárdeno adorno

A través de un relato, en primera persona, de un estilo poético, conciso y preciso, de frases cortas y momentos oníricos - como onírica es la conciencia de alguien molido a palos - Katherina Winkler (Viena, 1979) pone ante nosotros la historia de Filiz, una mujer turca cuya historia real Winkler conoce de primera mano.
Filiz nació en algún perdido pueblo de Turquía en una familia numerosa en la que madre, hijos e hijas vivían al servicio del padre y sometidos a su violencia, la del hombre cuyo honor no se puede manchar. Si el honor es el distintivo del hombre, el color de los cardenales es el adorno imperecedero del cuerpo de las mujeres. Filiz, con trece años tuvo el arrojo de huir del hogar - si cabe la palabra - para casarse con Yunus, un bello muchacho poco mayor que ella, con el que espera vivir en Alemania.

Austria y Alemania son como la vida en televisión, sin pobreza ni enfermedades.

Pero Filiz en el matrimonio encuentra un infierno. Su padre la repudia, su suegra la trata como a una esclava, su querido marido la viola y maltrata un día sí y otro también, la golpea con una saña atroz. Yunus y Filiz acabarán instalándose en Austria. Pero nada cambiará.

Golpe. A golpe. Golpe. A golpe.

Filiz y sus tres hijos siguen viviendo bajo el terror machista y la violencia extrema de Yunus. Las palizas acabarán llevando a Filiz al hospital y al borde de la muerte en varias ocasiones. Hasta que finalmente un médico y su mujer - los padres de Winkler - la ayudan a salir del infierno.
Cárdeno adorno (2016; Periferica, 2018) tiene dos grandes virtudes. La primera es el estilo, tan contundente como poético, que demuestra - una vez más - que menos palabras son mejor literatura. La otra, conseguir que, a pesar de ser extremadamente dura, la vida real en la que se fundamenta la novela no nos resulte una conmovedora historia personal, ni siquiera la historia común de tantas mujeres de ciertas culturas, sino una historia de valor universal que nos habla de todas las mujeres de cualquier tiempo. A Filiz su madre y sus vecinas le aconsejan:

Tenemos que vivir así, tenemos que sufrir así, no hay remedio.
¡Piensa en los niños!

Tienes que darle más amor a tu marido.

¿Cuántas mujeres no habrán escuchado estos consejos o los siguen escuchando hoy no muy lejos de nosotros?

lunes, 7 de octubre de 2019

Mirko Sabatino, El verano muere joven

El verano de 1963 comenzó con la muerte de Juan XIII. Luego, en otoño, murió J. F. Kennedy. Dos hombres cuyos breves mandatos cambiaron el mundo.

Aquel año estábamos Mimmo, Damiano y yo. Sobre todo, nosotros.

Mimmo, Damiano y Primo, el narrador de El verano muere joven (2018; Sexto Piso, 2018), eran entonces tres amigos de doce años cuyas vidas cambiaron para siempre en aquel verano, en que, apenas adolescentes, se convirtieron de golpe - a golpes - en adultos. Primo lo rememora ahora, cuando un acontecimiento le hace volver al pueblo de Apulia en el que vivían en 1963.
Seis meses antes, al cumplir los doce años, su madre le entregó a Primo una carta que su padre dejó para él antes de morir. En ella le pide que cuide a su madre, a su abuela y a su hermana ahora que ya es el hombre de la casa. Desde entonces él siempre tiene presente la carta.
Mimmo es un chico más débil y dubitativo cuyo padre está ingresado en un manicomio y su madre empeñada en que él sea sacerdote. Damiano es un muchacho fuerte, valiente, de carácter seguro, cuya familia vive marcada por las habladurías que dicen que su madre es infiel a su padre.
La agresión que Mimmo sufre por unos chicos mayores lleva a estos tres amigos a firmar un pacto de sangre por el que juntos vengarán cualquier afrenta que sufra uno de ellos. Así lo harán.
Aunque el verano en un pequeño pueblo costero en la Italia de los sesenta pueda parecernos un escenario tranquilo, no lo será y los acontecimientos violentos y brutales rodearan a los tres amigos. Los tres, de una u otra manera huérfanos de padre, rodeados de mujeres fundamentales en su vida por mucho que la sociedad, católica y machista, de la época les reserve un segundo plano.
Mirko Sabatino (Foggia, 1978) ha escrito una excelente novela, de perfecta construcción in crescendo y estructura circular. Una historia dura, que no debemos desvelar, y que el lector no puede sospechar a partir del texto de la contracubierta y menos por la alegre imagen de jóvenes más veinteañeros que doceañeros de la cubierta. Unos personajes sugerentes y ricos, unos secundarios magníficos, que se mueven en un ambiente cerrado, ese pueblo caluroso en el que todo fluye soterrado. Un texto de palabras bien escogidas trufado de bellas e interesantes reflexiones:

Cuando estás solo las cosas te suceden solo a ti.
En teoría esta ley también debería valer para la felicidad, pero no se adapta a ella por culpa de esa palabra - solo - en torno a la cual la felicidad, por más que la coloques, tires de ella, la remetas, siempre deja arrugas.

El tiempo para estar con los hijos es siempre demasiado poco.

Ya había pasado el tiempo en que a cada pregunta le correspondía una respuesta.

Nuestra amistad también era aquello. Permanecer sentados durante una hora sobre el respaldo de un banco sin decir nada.

El diálogo es vida (...) Por eso no creáis nunca a los que dicen que solos están bien (...) Es necesario hablar con alguien; de otro modo ¿cómo podemos tener la certeza de estar vivos?

La juventud es la única etapa que de verdad cuenta en la vida de un hombre. Todo el resto, puf.

Entre otras.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Porfiri P. Infántiev, En otro planeta

Primera edición de En otro planeta.
En 1887 el joven ruso narrador de En otro planeta viajó a Suiza y tuvo un accidente del que afortunadamente le rescató ileso un hombre solitario que vivía en lo alto del Mont Blanc, el doctor Rochas. Sin pretenderlo, al día siguiente el joven descubre que el científico, observador del firmamento, ha ingeniado un aparato para comunicarse con los marcianos. Es más, también una manera de viajar a Marte - mediante la hipnosis -. Por mucho que todo esto pueda parecernos digno de estupefacción, el diálogo entre ambos se rige por la elegancia, educación y cortés verborrea de tantos caballeros literarios decimonónicos. Naturalmente, por tanto, basta la palabra del distinguido doctor para que nuestro joven acepte como verdad incuestionable aquello que tanta inicial sorpresa le causa. La sabiduría y modestia de Rochas satisfacen las inquietudes intelectuales del joven hasta el punto de que este acepta viajar a Marte para conocer por sí mismo el planeta. Allí, otro honorable ser, Pax, padre de Experimentus y de Liberia, será su anfitrión. Tras ser acogido, un viaje con Liberia alrededor del planeta le permitirá conocer las maravillas marcianas - pues los marcianos son seres más inteligentes, nobles y avanzados que los humanos, aunque, eso sí, mucho más feos -. Entonces, inevitablemente, esta entretenida novelista pierde peso debido al predominio de las descripciones y los fragmentos expositivos. Una situación imprevista obligará al viajero a retornar a la Tierra.
Sabremos, por su relato, que los marcianos viven en una sociedad altamente mecanizada y tecnológica, tienen un sistema de túneles subterráneos por los que llegan a las casas la comida y todo aquello que sea solicite sin necesidad de ir a comprarlo, que por otro tubo de aire comprimido se puede viajar en un tren bala a altísimas velocidades o se puede viajar también en aparatos voladores que también pueden trasladarse bajo las aguas, que han desarrollado sistemas de comunicación que podemos asimilar a la televisión y a los medios de reproducción de imagen y sonido previamente almacenados, que son capaces de comunicarse leyendo el pensamiento - lo que es más eficaz que la palabra -, que observan continuamente cada rincón y a cada habitante de la Tierra, conoceremos su sistema educativo...
Y nos quedamos sin conocer más - aquellos aspectos más relacionados con una sociedad utópica - porque fueron eliminados por la censura política cuando En otro planeta se publicó en 1901, cinco años después de que Porfiri P. Infántiev (Varnakovo, 1860 - Nóvgorov, 1913) lo escribiera, en1896, titul´ndolo entonces Los habitantes de Marte. Recordemos que H. G. Wells publicó La guerra de los mundos en 1898. Por aquellos años Marte pasó cerca de la Tierra y se desarrolló una importante "fiebre marciana" en los medios de comunicación.
Junto a Verne y Wells, autores como Infántiev o los otros recogidos en los dos volúmenes de Pioneros de la ciencia ficción rusa (Alba, 2013 y 2015) pusieron los cimientos de un género, que tuvo un mayor desarrollo en los pulpos norteamericanos y, más aún, tras la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, pero también - aunque tengamos un conocimiento mucho menor - en la Unión Sovietica. Sobre estos escritores que iniciaron la ciencia ficción en la Rusia zarista y sobre su desarrollo en la URSS podemos leer el artículo "Luces y sombras de la fantasía científica soviética" (pp. 30 - 39 del número 19 de la Revista de Ciencia Ficción de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid).
Infántiev, de ideología socialdemócrata, viajó en 1885 a Ginebra donde tuvo un activo papel entre los revolucionarios rusos emigrados. Es autor de varias decenas de libros sobre etnografía.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Kent Haruf, Al final de la tarde

Kent Haruf es un maestro a la hora de transmitirnos y conmovernos con los sentimientos más básicos y fundamentales de las relaciones humanas. Lo comprobamos primero en Nosotros en la noche y luego en La canción de la llanura. Ahora Al final de la tarde (2004, Literatura Random House, 2018) - continuación de la anterior - nos trae de nuevo a los hermanos McPheron y sufriremos la muerte de uno de ellos y la readaptación a la vida en solitario del otro. Victoria Roubideaux, sin alejarse de ellos, abandona el hogar de los McPheron para trasladarse con su niñita a la universidad de Fort Collins e iniciar sus estudios, Gurthrie y otros personajes que conocimos en La canción de la llanura vuelven ahora con menos protagonismo porque aparecen nuevos personajes con los que Haruf enriquece su visión panorámica y coral de la triste sociedad de Holt: una mujer con dos hijas pequeñas que se derrumba cuando la abandona el marido, un matrimonio pobre incapaz de sacar adelante a sus hijos que deben ser llevados a un hogar de acogida, un niño huérfano que cuida de su abuelo, una asistente social que debe lidiar con las penurias de los demás, un borracho que maltrata a niños indefensos, mujeres y hombres maduros y solos que buscan calor, compañía, amor, sexo, algo de conversación, alguien con quien acompañar un trago...
La de Haruf es una narrativa social que, con un estilo sencillo - personal e inconfundible -, nos sitúa ante unos hechos y unas vidas tan cotidianas como reales, tan tristes como vulgares, dejando que sea el lector quien cargue de emoción y sentimiento la lectura y los momentos para demorarla acompañando a los personajes en sus pequeñas alegrías y miserias. La vida retratada con una objetividad cálida que nos sitúa ante situaciones como las que cada día nos rodean en la calle, aunque no sean a las que más atención prestamos. El final de la tarde, sin duda, el mejor momento para repasarlas con una sonrisa medio triste, una canción a tono y una cerveza empezando a calentarse.

domingo, 8 de septiembre de 2019

George V. Higgins, Los amigos de Eddie Coyle

Escena de Peter Yates, El confidente (1973).
Los amigos de Eddie Coyle (1970; Libros del Asteroide, 2012) es la primera y la más exitosa novela de George V. Higgins (Brockton, Massachusetts, 1939 - Milton, Massachusetts, 1999). Lo es porque aportó algo nuevo en la novela criminal norteamericana. La fuerza de Los amigos de Eddie Coyle se encuentra en sus diálogos - creíbles y auténticos - que sostienen toda la trama, en la mínima presencia del narrador y de las descripciones - sólo lo imprescindible para situarnos - dejándonos solos ante los personajes, y en los personajes a los que conocemos por sus hechos y sus palabras sin que nadie los juzgue y sin que nadie nos indique si son buenos o malos.
Eddie es un delincuente de segunda fila que está valorando ofrecer a la policía un chivatazo que le libre de una inminente condena. A su alrededor todo un submundo de delincuentes, traficantes de armas, atracadores de bancos, confidentes y policías. Y en el ambiente la mafia y los Panteras Negras, las dos grandes preocupaciones de la policía a finales de los sesenta.
La omnipresencia de los diálogos y la casi ausencia del narrador y de descripciones aportan también ritmo a una narración muy cinematográfica que nos recuerda casi inevitablemente las posteriores películas de QuentinTarantino.
Los amigos de Eddie Coyle, publicada el mismo año que Carter revolucionaba la narrativa criminal británica, es una lectura imprescindible para los amigos de la novela negra y también para los amigos de la buena literatura.
Higgins escribió una veintena más de novelas, pero muy pocas han sido publicadas en España. La adaptación al cine de Los amigos de Eddie Coyle se tituló en España El confidente y la edición de 1973 de Editorial Noguer El chivato. Grijalbo editó El juego de Digger en 1975. Ambas novelas fueron publicadas en catalán en los años noventa. Pero luego ha habido que esperar hasta esta edición de Libros del Asteroide para recuperar a George V. Higgins. Asteroide ha publicado también Mátalos suavemente y La rata en llamas.

sábado, 31 de agosto de 2019

Henning Mankell, Tea-Bag

Jesper Humlin es un celebrado poeta de oscuros versos y escasas ventas que vive, pagado de sí mismo, en su torre de marfil mientras mantiene una peculiar relación con su excéntrica madre y su pareja le exige que es el momento de tener un hijo.
Su plácida vida se verá trastocada cuando su agente de bolsa le diga que todo está bien - ha perdido casi todas sus inversiones, pero ya lo recuperará - y su editor le aclare que en los próximos meses va a escribir una novela policiaca - no se vende otra cosa - de la que se venderán no sé cuántos miles de ejemplares cuyo título ya han decidido para así iniciar su promoción.
Pero sobre todo se verá trastocada cuando, en una conferencia de esas en las que los escritores promocionan sus libros repitiendo siempre las mismas palabras que llevan bien preparadas, una chica le pregunte "¿has escrito algo de alguien como yo?". La chica es Tea-Bag, una joven africana instalada en Suecia tras haber llegado, años antes, a las costas españolas. "Alguien como yo", quiere decir, inmigrantes ilegales. Si iniciará entonces una relación tan peculiar como inesperada entre Humlin y Tea-Bag que le llevará a él a comprometerse en la organización de un taller de escritura en el que chicas inmigrantes aprendan a escribir para poder contar sus vidas.
En contra de lo que él hubiera querido, Humlin acaba implicado en las vidas de Tea-Bag, de Tanja, una chica procedente de la ex Unión Soviética y de Leyla, cuya familia llegó legalmente desde Irán. A través de los relatos - verídicos, inventados, entremezclados: quién sabe - de las muchachas, Humlin y nosotros conoceremos de las penosidades que sufren los inmigrantes para llegar a la anhelada Europa, sus vidas, duras, una vez aquí, las diferencias y choques culturales... Mankell nos enfrenta, en esta ocasión con un tono más cómico que en otras novelas, a un asunto social - la inmigración - y a la crítica paródica del mundo literario y editorial. El tono, quizá, nos resulta un poco inesperado en Mankell, pero Tea-Bag (2001; Tusquets, 2010) es una interesante lectura, como todas las de nuestro admirado autor sueco.

Creo que nadie sabe en realidad lo que significa huir. Verse obligada a partir, dejar todo detrás de ti y correr para vivir. Aquella noche en la que abandoné la aldea sentí como si dejara todos mis pensamientos y recuerdos colgados detrás de mí igual que un cordón umbilical sangriento, negándome a cortarlo hasta que hubiera llegado lejos, muy lejos de la aldea. Creo que nadie que no haya sido obligado a huir y haya tenido que correr para esconderse de personas o armas o sombras oscuras que amenazan con matarte, puede entender lo que significa. el horror extremo no se puede transmitir, no se puede contar. No se puede explicar a otra persona lo que significa ir corriendo hacia la oscuridad, con la muerte y el dolor y la humillación detrás de ti.

viernes, 23 de agosto de 2019

Angelika Schrobsdorff, Tú no eres como otras madres

Else Schrobsdorff y sus hijos.

Es duro ser madre.

Else Schrobsdorff tuvo tres hijos: Peter, Bettina y Angelika. Cada uno de un padre distinto. El primero de su primer marido, la segunda de un amante, la tercera del que, cuando la niña tenía tres años, sería su segundo marido. En comparación  con el estereotipo de "madre", parece que a Angelika no le faltaba razón cuando tituló Tú no eres como otras madres (1992; Periférica - Errata naturae, 2016) el libro en el que nos relata la vida de Else.
Pero claro está que estas circunstancias son lo de menos en Tú no eres como otras madres. En realidad, veremos que Else fue como todas las madres en su amor hacia sus hijos: siempre dispuesta a cualquier cosa por ellos, siempre sufriendo por ellos.
Else nació en Berlín en 1893. Hija de comerciantes judíos, quiso vivir en el mundo cristiano, o, mejor, digamos laico. Vivió una loca juventud en el Berlín de los años locos mientras el nazismo nacía y crecía sin que nadie le diera importancia, sin que la joven generación de Else se enterase de nada, ocupada en sus fiestas, en el alcohol y en el sexo.

Los niños y los ancianos, se decía a sí misma, viven en su propio mundo.

Pero también los jóvenes como Else, como podemos ver. Algunas personas empezaron a preocuparse, los judíos más conscientes a salir de Alemania, pero Else seguía en su mundo y no hacía caso a las advertencias de los amigos. Novelas como El lector, de Bernhard Schlink, nos hablan de la culpa alemana, de cómo de una u otra manera todos sabían lo que pasaba pero por una u otra razón nadie hizo nada. La primera parte de Tú no eres como otras madres, en cambio, nos muestra la frivolidad e inconsciencia con la que muchos, como Else, se encontraron de la noche a la mañana, entre copa y copa, entre polvo y polvo, con Hitler en el poder.
Vendrán luego la persecución de los judíos, la guerra, el holocausto, la huída de Else y sus hijas a Bulgaria mientras nunca sabe muy bien dónde se encuentra su querido y apasionado hijo, al que Else no volverá a ver.

Es horrible no disponer de una última vez consciente cuando no se vuelve a ver a una persona a la que se quiere.

Tiempos de dolor, sufrimiento, penuria y enfermedad hasta la muerte de Else en 1949. A partir de cartas y documentos Angelika Schrobsdorff (Friburgo, 1927 - Berlín, 2016) reconstruye la vida de su madre. Intenta hacerlo con objetividad, sin dulcificarla, presentando sus defectos, relatando - casi siempre en tercera persona - cada detalle... todo ello para que nos conmueva el amor de madre (que siempre es dolor de madre) que Else derrochó por sus hijos. Nos conmueve Else como madre - aunque en muchas ocasiones no la comprendamos como persona -, nos conmueve la dura vida que tuvo que afrontar, pero el libro se nos hace largo a pesar de entender que lo es por el empeño de la autora de no dejar nada sin contar para que comprendamos mejor a su madre. Son, sin embargo, los padres de Else - silenciosos sufrientes - y su hijo Peter - adolescente arrebatado - quienes se ganan mejor el cariño del lector. Y el testimonio verídico del contexto histórico lo que le ata a una lectura no siempre ágil - es decir, algo aburrida a veces - en la que son muchos y complejos los temas - íntimos, familiares, sociales, políticos - que se abordan, además de los obvios de la maternidad y el holocausto, y sobre los que se puede reflexionar extensamente.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Jussi Adler Olsen, El efecto Marcus

Marcus es un chico gitano italiano de quince años que escapa de un clan mafioso que explota a niños y adolescentes obligándoles a ejercer la mendicidad y cometer robos callejeros. Es un chico peculiar, porque, a pesar de llevar desde siempre esa vida - el jefe del clan es su tío -, ha tenido interés en leer y aprender y esto, junto a la suerte, le ayudará en su escapada de la persecución feroz del clan. Marcus huye porque escucha que quieren dejarle tullido para que sea más rentable mendigando y en su huída descubre un crimen cometido por Zola, su tío. Quiere y necesita ponerse en contacto con la policía pero al mismo tiempo teme hacerlo por miedo a ser expulsado del país por carecer de papeles.
William Stark es un funcionario que desapareció unos años antes después de viajar a Camerún y descubrir una trama de corrupción en torno a las ayudas al desarrollo que Dinamarca envía a países africanos.
Morck y los suyos se acaban ocupando de investigar la desaparición de Stark por la insistencia de Rose, a pesar de que Carl, al principio, no ve interés en el caso. Hay cambios en la comisaría y al Departamento Q se incorpora un nuevo integrante, Gordon, recibido por Morck con hostilidad. Se rompe la relación de Carl con Mona, sabemos algo más sobre el misterioso pasado de Assad y la salud de Hardy mejora. Pero, en esta ocasión, el Departamento Q queda en segundo plano ante el protagonismo de Marcus, que conducirá a Carl y los suyos a resolver la desaparición de Stark.
Con su audacia e inteligencia, con su decisión de cambiar de vida y con su indefensión ante el poderoso clan que le persigue, Marcus se gana la simpatía del lector que sufre con él en los numerosos momentos de riesgo. No obstante, al seguidor de la serie le hubiera gustado que los miembros del Departamento Q tuvieran más protagonismo porque le hubiera gustado saber más de ellos y que se hubieran ocupado de un caso más lejano en el tiempo. Es lógico querer saber más de personajes que uno ya conoce de novelas anteriores. Pero esto no invalida el valor de la novela por sí misma que, como las anteriores, se lee con gusto y, sin embargo, como las anteriores no hubiera sido peor con algunas páginas menos.
En esta ocasión el Departamento Q pone ante nuestros ojos las mafias organizadas que controlan a los carteristas y mendigos en las grandes ciudades y, en contraste, el crimen financiero de altos vuelos que implica la corrupción política y que se apropia de dinero público. Y también se nos plantea la cuestión del control de las ayudas destinadas a los países africanos, la desviación de sus fondos, la corrupción en esos países...
El efecto Marcus (2012; Maeva, 2015) es el quinto caso de la serie del Departamento Q, de Jussi Adler Olsen.

domingo, 4 de agosto de 2019

Longo, Dafnis y Cloe

Jehan Georges Vibert, Dafnis y Cloe (1865).

Contra Amor no hay bálsamo alguno, ya sea comido, bebido o recitado en ensalmos; tan solo el beso, el abrazo y el acostarse los cuerpos desnudos.

Longo, que probablemente vivió en la isla de Lesbos durante el siglo II, es el autor de una de las llamadas "novelas griegas" que serían, siglos más tarde, fundamento de la narrativa moderna. Dafnis y  Cloe (Alianza Editorial, 1996) nos cuenta, en un entorno bucólico y pastoril, la historia de amor de Dafnis, de quince años, y Cloe, un par de años más joven. Aunque pastoril y campestre y aunque los protagonistas no realizan ningún viaje ni son separados y puestos en peligro por la Fortuna, no faltan en la novela aventuras, guerras, piratas, intervenciones de los dioses - Pan, Eros, las ninfas -, falsas identidades, final feliz... El erotismo es también un elemento básico de la novela pues los pobres chicos sienten los efectos del amor - ella se enamoró al verle a él bañarse desnudo, él al recibir de ella el primer beso - pero no saben bien cómo curarlos - resulta que hay que hacer algo más que acostarse juntos, pero ellos no saben hacerlo, pues no es como lo hacen los animales a los que cuidan -, aunque, afortunadamente, una mujer mayor adiestrará a Dafnis en los secretos del acto sexual para que él pueda, a su vez, guiar a Cloe cuando se consume el matrimonio de estos apuestos pastores, cuyo origen social resulta ser otro muy distinguido (ambos fueron abandonados al nacer, amamantados por una cabra y una oveja respectivamente y encontrados por los pastores que los criaron).
Al fin y al cabo la historia que se nos relata no es otra que la del descubrimiento inocente de la sexualidad por una pareja de adolescentes que descubren el ardor y el insomnio. Aprenden que el instinto natural debe adecuarse a los usos culturales y Dafnis que Cloe debe llegar virgen al matrimonio y ser él, como marido, quien la enseñe lo que él ha aprendido con Licenion, quien le adiestra - como hemos dicho - a cambio de darse el gusto de desvirgar a semejante mozo. La historia transcurre a lo largo de año y medio en el que el paso de las estaciones es paralelo a la evolución de la trama amorosa y a la evolución psicológica de los protagonistas que, niños al principio, se convierten en adultos. Este erotismo básico, atemporal - la iniciación adolescente - hace de Dafnis y Cloe una lectura siempre actual. Y el arte de Longo al contarlo, integrando con originalidad elementos habituales de la literatura clásica y manteniendo siempre el interés del lector, una lectura imprescindible.
A diferencia de otras novelas griegas muy conocidas en el Renacimiento y el Barroco, quizá por su erotismo, la primera traducción española de Dafnis y Cloe es la de Juan Varela de 1880, quien no dudó en cambiar el sexo de un personaje para evitar que su atracción por Dafnis resulte homosexual. La mayoría de las ediciones actuales siguen el texto de Varela, no así la de Alianza.

sábado, 27 de julio de 2019

Eduard Palomares, No cerramos en agosto

Mirador del aeropuerto de El Prat.
Jordi Viassolo bien podría ser nuestro Julio Gálvez del siglo XXI.
Viassolo empezó Periodismo pero cambió de carrera y está acabando el grado de Investigación Privada porque quiere ser detective. En verano una importante agencia le contrata como becario - 250 euros, sin seguridad social - para crear un falso periódico digital de información económica y mantener abierta la oficina en agosto y recomendar a los posibles clientes que vuelvan en septiembre. Sin embargo, Jordi se interesa por un cliente cuya mujer ha desaparecido y acepta el caso contraviniendo las órdenes de su jefa. Bajo la evidencia de que la mujer se ha fugado con su amante, acabará apareciendo un turbio asunto de especulación inmobiliaria y un cadáver. Jordi contará con la colaboración de un detective de la agencia, un tipo duro de "la vieja escuela" que le aleccionará en la profesión y guiará sus pasos, forzará que la agencia deba ocuparse del caso, seguirá investigando durante meses sin contrato y descubriendo asuntos cada vez más peligrosos...
Eduard Palomares (Barcelona, 1980), periodista, debuta entroncando su entretenida No cerramos en agosto (Libros del Asteroide, 2019) con la mejor novela negra española, la de los años ochenta. Estilo sencillo y dinámico, sentido del humor, denuncia de realidades sociales (la precariedad laboral de los jóvenes, la masificación turística de Barcelona, la especulación inmobiliaria, el problema de los alquileres...) - si bien en Palomares se trata más de una denuncia descriptiva que crítica -, un protagonista tímido pero parlanchín e intrépido, aunque no dotado para la heroicidad, algo torpe en su relación con las chicas.
Palomares, como en su día Jorge Martínez Reverte - Demasiado para Gálvez (1979) - y Juan Madrid - Beso de amigo (1980) -, parte de su trabajo periodístico para llegar a la novela y, con la libertad de la literatura, hablarnos de la relación entre el crimen y la especulación inmobiliaria. El protagonismo de la ciudad, Barcelona, sus distintos barrios y el contraste social entre ellos, los bares tradicionales de la Barceloneta, y las referencias a circunstancias políticas cercanas - cierto célebre caso de espionaje en un restaurante -, etc. vinculan esta novela con Vázquez Montalbán. El relato en primera persona de Jordi Viassolo que nos cuenta sin complejos y con humor sus torpezas y peripecias, los rasgos de su personalidad y comportamiento, su simpatía y optimismo, su capacidad para meterse en líos que le vienen grandes y su relación con las mujeres a las que no conquista pero le protegen - Layla, la profesora del gimnasio -, recuerdan, inevitablemente, como decimos, al Julio Gálvez de Jorge Martínez Reverte, uno de los protagonistas principales de nuestra mejor novela criminal.
Viassolo, que vive con sus padres y comenta los avatares y descubrimientos de su trabajo con sus amigos veinteañeros mientras beben alcohol barato en los bares cutres que les permite su presupuesto, que le gustaría ligar más y mejor, que nos pasea por su ciudad y nos muestra el modo de vida de los jóvenes de hoy, que es lector adicto de novela policiaca, que integra internet y las redes sociales en su investigación, que nos presenta interesantes personajes que pueden dar mucho juego en el futuro - su jefa, su compañero y contrapunto Recasens -, que aspira a ser detective, puede ser uno de los más interesantes detectives de la novela negra española si su autor, Eduard Palomares, decide continuar con sus aventuras (como lectores, lo deseamos). Cuenta para ello con la mejor garantía; está en las serias, sabias e inteligentes manos de Libros del Asteroide.
Más Viassolo, por favor.

viernes, 19 de julio de 2019

Eduardo Berti, Faster

El 10 de septiembre de 1978 en el circuito de Monza se produjo uno de los accidentes más graves de la Fórmula 1. En él falleció Ronnie Peterson, a quien George Harrison - el exbeatle - dedicó la canción Faster, con la que, a su vez, contribuyó a recaudar fondos para la campaña contra el cáncer iniciada por el piloto sueco Gunnar Nilsson.
1979 fue, para el narrador de Faster (Impedimenta, 2019), el año en el que cumplió los quince, ese momento en el que, con torpeza y pasión, se forjan las grandes amistades. Y así surgió la de él y su amigo Fernán, compañeros de colegio, que encontraron un objetivo común que, junto a sus conversaciones, fue el pegamento de su amistad. Con la ilusión que sólo se puede tener con catorce años decidieron escribir un fanzine deportivo que redactaban y componían en sus casas y fotocopiaban "de contrabando" sus padres en el trabajo. Con el atrevimiento inconsciente de la edad se plantaron, magnetofón en mano, en el concesionario automovilístico de Fangio - el gran campeón argentino - para entrevistarle y fotografiarle. Fernán y el narrador compartían además su afición por los Beatles.
El recuerdo de aquella entrevista a Fangio - que encaminó la vida de ambos hacia el periodismo - es el pretexto que, cuarenta años más tarde, permite al narrador rememorar aquella amistad, que hoy se mantiene viva aunque, claro, no con la intensidad de la adolescencia. Lo hace mediante la contraposición de pequeños fragmentos en los que viaja al pasado y al hoy: una pregunta y su respuesta de la entrevista a Fangio, un recuerdo de aquellos tiempos, un comentario del presente, una cita, una referencia a los Beatles... El conjunto compone una lectura amable y con el tono suavemente nostálgico que le corresponde. Un buen pretexto para volver a aquel 1979 - qué buen año para cumplir quince - y a aquellos amigos, que sólo pueden ser inolvidables.
Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964), periodista, es el autor de esta novela de fuerte aroma autobiográfico. Desde hace veinte años, Tusquets, Anagrama y otras editoriales han venido publicando las anteriores obras de Berti.

jueves, 11 de julio de 2019

Luis Landero, Lluvia fina

La lluvia fina también cala. Pero como no se nota puede resultar engañosa. Y todo tiene su punto de saturación, de modo que, expuestos continuamente a la lluvia fina, podemos acabar - lentamente - igual que si nos arrastrara una riada.
Aurora es maestra y, quizá por eso, tiene una gran capacidad para escuchar, para ser paño de lágrimas de los demás, para ser confidente de los secretos de todos. Los demás son Gabriel, su marido, y su familia: su madre y sus dos hermanas, Sonia y Andrea, y Horacio, exmarido de Sonia del que Andrea siempre estuvo enamorada.
La tormenta se desencadena porque Gabriel tiene la feliz idea de reunirlos a todos para celebrar el cumpleaños de la madre - ochenta -. De la última vez que se juntaron todos han pasado diez años; una noche de navidad que acabó en escándalo. En cuanto Gabriel llama a sus hermanas, todos se precipitan a hablar con Aurora. A través de estas conversaciones de confesionario arbitradas por Aurora, con paciencia y comprensión, conoceremos la historia familiar - compleja - y las distintas visiones, distorsionadas por el olvido y el recuerdo, que cada uno de ellos tiene de los hechos del pasado. Conoceremos también a cada uno de los miembros de esta familia - complejos, a su vez, todos ellos -.
En 1980 murió el padre, jovial y fantasioso, siendo los hijos todavía niños. La madre, practicante y callista, es una mujer fría de carácter serio, hosco. Una mujer sin nombre que inevitablemente nos parece una reencarnación de Bernarda Alba. Dos años más tarde monta una mercería y pone a trabajar en ella a Sonia, la mayor, y poco después, cuando ella tiene quince, le obliga a casarse con un hombre veinte años mayor, Horacio. Mientras, Gabriel, el pequeño, es el favorito, según sus hermanas, de la madre. Desde entonces, desde antes, desde la tierna infancia existieron las rencillas entre los tres hermanos y sus diferentes sentimientos hacia la madre. Bueno; esto es una manera de intentar resumirlo porque contado por cada uno de ellos podríamos verlo de otra manera. El caso es que Aurora es vaso que recoge todos estos enfrentamientos y tensiones y nuevos y atroces secretos desconocidos hasta ahora. Las cosas se tuercen y parece que la fiesta de cumpleaños no se celebrará. Además Aurora, naturalmente, tiene también su propia perspectiva y, sobre todo, sus propias decepciones y melancolías.
La madre siempre fue enemiga de fiestas porque, dice ella, después vienen siempre las tragedias. Sabiendo esto, a partir de aquí corresponde al lector exponerse a Lluvia fina (2019) de Luis Landero y decidir con cuál de las contradictorias versiones de cada episodio de la historia familiar se queda, qué opinar de cada uno de sus personajes de tan distintas personalidades, cómo acompañar a Aurora mientras le llueve encima. Exponerse a Lluvia fina resultará duro, pero, paradójicamente, podremos salir vivos sin tomar partido por nadie porque no es fácil empatizar con ninguno de estos personajes, ni siquiera con Aurora. Si el lector se expone a Lluvia fina podrá luego meditar sobre los asuntos de familia - siempre más complicados y/o turbios de lo que aparentan - y sobre la incomprensibilidad de la personalidad y el comportamiento humano. Aquí no podemos hacerlo más sin desentrañar la novela.
Lluvia fina es una novela que nos recuerda que ni las palabras ni los relatos son inocentes ni se las lleva el viento y que los recuerdos no siempre coinciden con la verdad. Una novela catártica que quizá es un poco densa en su nudo central pero muy interesante al comienzo e inolvidable al final.

miércoles, 3 de julio de 2019

Rafael Salmerón, El club

El club (Santillana, 2019), de Rafael Salmerón (Madrid, 1972), es una estupenda novela juvenil. Y lo es porque no cae en los tópicos habituales de la narrativa joven.
Es verdad que trata temas actuales y que los trata con la obvia intención de ser una novela dirigida al público adolescente, recomendada por los profesores de secundaria y de alcanzar las mejores ventas. Pero lo hace con inteligencia, con frescura, con un lenguaje creíble, con ritmo y dinamismo y evitando dar a sus lectores una lección de valores, una guía para comportarse con corrección política o una exhibición de aclaraciones sencillas no sea que como son menores además sean tontos. Y realmente tiene mérito hacerlo porque, con el conjunto de personajes que reúne (consiguiendo además que reunirlos resulte natural), hubiera sido muy fácil caer en el sermoncillo didáctico. Así, El club es una novela para el lector joven que puede leer con gusto el lector adulto.
Un grupo de alumnos del instituto ha recibido, cada uno en su momento, una misteriosa cita a través del guasap, han asistido a ella y se han unido al club. Un club cuyos miembros tienen en común sentirse acosados por sus compañeros de clase. Alba, la protagonista que el autor elige como eje articulador de la novela, es una chica de la que se ríen por su gordura. En en club encontrará a Mireia, cuya anorexia le ha llevado al borde del suicido, a Carlos, cuyo futuro deportivo se ha visto truncado por un accidente, a Juancho, que se enfrenta al reto de hacer pública su homosexualidad... y a Álex. ¿Qué pinta Álex en el club, siendo como es una alumna perfecta de calificaciones inmaculadas a la que todo el mundo admira? ¿Y quién ha dicho que los chicos perfectos no tienen problemas? A través de sus diálogos vivos y de las distintas perspectivas narrativas veremos cómo cada uno de ellos se siente y vive sus circunstancias personales y familiares y cómo el club les une y les fortalece.
El mérito de El club está en acercarse a temas tópicos y actuales - la anorexia, la diversidad sexual, los malos tratos, el acoso escolar... - con naturalidad, sin afectación, sin sensacionalismo, sin moralina barata.

martes, 25 de junio de 2019

Michael Connelly, El eco negro

El eco negro es la novela que nos presenta a Harry Bosch. Se publicó en 1992 y Ediciones B la editó en España por primera vez en 1997. Después este policía de Los Ángeles que se comporta como un detective privado ha protagonizado más de una veintena de novelas que han hecho de Michael Connelly (Filadelfia, 1956) uno de los autores más populares de la novela criminal de estas últimas décadas.
Ingredientes: un protagonista que se enfrenta a todos y a todo con valor, un detective de la policía de Los Ángeles que es indisciplinado y va por libre, que tiene una complicada historia familiar y que combatió en Vietnam, una rubia despampanante que esconde secretos que el lector adivinará antes que el detective, policías corruptos, agentes trajeados del FBI, atracos a bancos, droga, prostitución, violencia, disparos, muertos, acción, las calles de Los Ángeles, la huella indeleble de la guerra de Vietnam. Un plato clásico, en suma, de la novela criminal norteamericana guisado, en esta ocasión, por Michael Connelly. El resultado: está bien, aunque los hemos probado mejores.
El cadáver de un yonqui aparece cuando Bosch está de guardia. Resulta que conoce al muerto: combatieron juntos explorando durante la guerra los peligrosos túneles subterráneos que utilizaba el Viet Cong. Bosch está convencido que se trata de un asesinato. El asesinato resultará relacionado con un atraco a un banco ocurrido unos meses antes y éste, a su vez, con un viejo asunto turbio del final de la guerra de Vietnam. Para contarlo, casi quinientas páginas con más giros que las siete revueltas que, no obstante, resultan coherentes y que entretienen al lector. Para abrir una serie, un protagonista con una biografía tan compleja como los túneles vietnamitas que permitirá ir desvelando los claroscuros de su pasado de manera dosificada en las siguientes entregas.

lunes, 17 de junio de 2019

Fiodor Dostoievski, Pobre gente

Thomas Eakins, The writing master (1882).
Fiodor Dostoievski (Moscú, 1821 - San Petersburgo, 1881) fue, como todos sabemos, uno de los más grandes novelistas de la literatura del siglo XIX, autor de obras de categoría universal como Crimen y castigo o Los hermanos Karamazov. En 1845 publicó su primera novela: Pobre gente. Dos años más tarde volvería a editarse con diversas correcciones; esta edición es la base de la de Alba de 2010.
Se trata de una novela epistolar - género en boga en la época - para la que Dostoievski elige - novedad - personajes de baja extracción social. A través de sus cartas conocemos a Makar Devushkin, un funcionario de última fila que trabaja copiando documentos con su cuidada caligrafía, y a Varvara Dobrosiolova, una joven huérfana y desgraciada que vive frente a la humilde pensión en que se aloja Devushkin. Según él, son parientes lejanos y esto justifica que se escriban - aunque a espaldas de la gente, por el qué dirán - y que él - enamorado - gaste hasta su último kopeck en ayudarla en sus dificultades o, simplemente, en agasajarla. Ambos acabarán cada vez más pobres y míseros, como los demás personajes que Dostoievski nos presenta a través de sus cartas.
Seguramente es un sacrilegio no alabar como es debido lo sublime de la prosa de Dostoievski, su maestría en el análisis psicológico de los personajes, la capacidad para que las palabras de sus protagonistas nos sugieran más de lo que dicen, las referencias literarias - a Pushkin y Gogol, fundamentalmente - que encontramos en la novela, el patetismo de los personajes... Pero resulta muy difícil apreciar toda esa grandeza cuando Pobre gente es incapaz de captar al lector - más bien lo aburre - entre tanta "palomita mía" y tanto "beso cada uno de sus deditos" y tan poca acción. La novela gozó de gran éxito cuando se publicó, pero todo envejece y decae y hoy cuesta pensar que pueda atraer a un lector medio no especialmente adicto a la narrativa decimonónica.

domingo, 9 de junio de 2019

Edward Bunker, Perro come perro

Los Ángeles, c. 1995.

La autojustificación es lo único que una persona necesita para hacer cualquier cosa.

Troy Cameron disparó a su padre harto de verle pegar a su madre. Inició así su carrera delictiva a los doce años. Su origen social - blanco e hijo de la clase media - le distinguió siempre del perfil de la población carcelaria con la que convivió desde el reformatorio hasta San Quintín: era un chico culto que hablaba correctamente. Y le llevó también a aprovechar el tiempo en prisión para leer y formarse. También en eso fue distinto. Pero supo ser aceptado por los demás y adaptarse con inteligencia al mundo de la cárcel.

Si la burguesía le había dado la espalda, los bajos fondos le acogieron.

Perro come perro (1996; Sajalín, 2010) se inicia con unos capítulos brutales que nos cuentan el paso de Troy por el reformatorio en 1981, donde conoció a Diesel y a Mad Dog, y nos narran las biografías de ellos tres. Ahora estamos en 1994, se acaba de aprobar la "ley de los tres delitos" y Troy sale en libertad condicional con el único propósito de dar el golpe definitivo que le permita salir de California, retirarse y vivir de las rentas. Ha aceptado una propuesta: robar a un grupo de traficantes (con la ventaja de que no denunciarán el robo). Para hacerlo llama a Diesel y Mad Dog, que le adoran desde que se conocieron (le reconocen superior a ellos).
Adelante. A disfrutar de una dura novela. Como sabemos, Edward Bunker conoce mejor que nadie el mundo delincuencial, su funcionamiento y sus códigos, pues perteneció a él. Por eso en Perro como perro, como en sus otras novelas, describe con precisión de cirujano a todo tipo de delincuentes californianos - mafiosos, traficantes, drogatas, psicópatas, asesinos, negros, mexicanos... - y de policías o agentes del orden, y todo tipo de ambientes del hampa y los bajos fondos - los barrios deprimidos, la miseria y la mendicidad, los garitos de mala muerte y de prostitución, cárceles, comisarías... -. La misma precisión y crudeza que emplea para presentarnos las relaciones entre los personajes en un mundo en el que siempre prima el interés individual. Y para golpear con contundencia el sistema social y político.

Durante su juventud, los ricos conducían un Cadillac y los pobres un Ford. Ahora, los ricos circulaban en limusina y los pobres empujaban carritos de la compra.

Un sistema, Troy puede comprobarlo bien pues vuelve a la calle al cabo de varios años sin pisarla, que cada vez aleja más a los ricos de los pobres, que es cada día más hostil, en el que los delincuentes han perdido los códigos y ahora los jóvenes negros de las bandas ganan prestigio cuanto más disparan y matan sin motivo, unas cárceles que lejos de reinsertar fabrican monstruos... Y la nueva ley de los tres delitos; cualquiera que ya haya cometido dos delitos (posesión de marihuana y hurto, por ejemplo) será condenado a cadena perpetua al cometer un tercero. La intención es sacar de las calles a los delincuentes más peligrosos. La consecuencia que, puestos a acabar con la perpetua ¿qué más da robar un coche que matar a dos policías?. Un mundo en el que en muchas ocasiones es preferible vivir en prisión - a riesgo de ser rajado por alguien que piensa que le has mirado mal o golpeado caprichosamente por los guardianes - que vivir en libertad.

Si lo trincaban, no entraría en la cárcel con aspecto de vagabundo.

La vida de cualquier persona "corriente" puede dar un vuelco súbito en el momento más inesperado por cualquier circunstancia azarosa. Más la de un delincuente que vive siempre al límite. Troy, que se ha cuidado de no matar a nadie, no será ajeno a estos caprichos de la vida. Así que las cosas se torcerán de la manera más tonta cuando nadie podría imaginarlo. Y el lector lo lamentará, porque le ha cogido simpatía a Troy.
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