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Carlos Fortea, El mal y el tiempo

Óleo de Milt Kobayashi.
El mal y el tiempo (Nocturna, 2017) comienza con la escena de un crimen - un hombre ha muerto de un infarto después de que le disparasen un tiro que sólo le rozó - investigada por un policía, narrador en primera persona, que se las da de culto.
Pero es un mcguffin, un disfraz de novela negra - ¿quizá para pillar compradores desprevenidos y dar lugar a la tramposa contracubierta que nos vende con descaro una "oscura novela policiaca"? - para una novela que va de otra cosa bastante distinta. En los años noventa dos amigos conocieron una noche a dos chicas y desde entonces compartieron sus vidas. Aquella noche, Mario, que llevaba la iniciativa, se emparejó con Silvia, y Arturo, al que le gustó Silvia, con Nerea. Arturo y Nerea se casaron pronto y Mario y Silvia vivieron en pareja. Mario y Arturo, jóvenes periodistas entonces, trabajaron juntos en distintos lugares (donde iba Mario, allí llevaba a Arturo) hasta que algo pasó entre ellos. Y este es el misterio, enfermizo, que se dilata hasta el final de la novela. Mientras, Arturo estuvo siempre secretamente - enfermizamente, también - enamorado de Silvia.
El relato de la investigación policial en Madrid en 2012 sobre la muerte de Arturo se alterna con otros dos relatos, estos con narrador externo: la visita, poco antes, de Arturo a Silvia, en Asturias, motivada por la reciente muerte de Mario, y la historia de la relación de estos personajes en los años noventa.
Una novela, pues, intimista - o psicológica - que habla de relaciones personales, de amor, de amistad y de ruptura, en un círculo cerrado algo agobiante y con un estilo correcto algo culturalista. El ambiente cerrado, el ritmo reflexivo, el tono intimista, la relación tensa entre Arturo y Silvia, la oscuridad sobre qué separó a Arturo de Mario, casan mal con la sobrante investigación policial. Investigación que se resuelve de repente con un par de conejos sacados de la chistera, una vez que el relato principal nos ha revelado ya qué pasó entre Arturo, Mario, Silvia y Nerea.
Carlos Fortea (Madrid, 1963) es autor de Los jugadores - también en Nocturna - y de varias novelas juveniles.

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