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Edgar Wallace, La Gente Terrible

Imagen de la versión cinematográfica de 1960.
Henry el Lancero acude a cumplir su obligación de presentarse en comisaría y se encuentra allí a Arnold Long el Apostador. Se produce entre ellos una dura conversación que nos hace imaginar a Long como un digno precedente de los hardboiled norteamericanos. Long es un inspector de policía algo peculiar; posee estudios universitarios y es policía, más bien por capricho, contra el deseo de su padre, el millonario sir Long; o dicho de otra manera, el Apostador es un niñato malcriado metido a policía. El Lancero reta a Long a detener a Clay Shelton, un ladrón de bancos de mil caras y mil disfraces que tiene en jaque a la policía y que debe su éxito a trabajar en solitario. Long apuesta que lo detendrá y, en cuanto se pone, lo encuentra por la calle y, una semana más tarde, cuando se dispone a robar otro banco lo detiene. El último deseo de Shelton antes de ser ahorcado es entrevistarse con Long; le advierte que aunque él muera, la Mano del Patíbulo le perseguirá. Sólo unos minutos más tarde, al mismo tiempo que se ejecuta a Shelton, Long sufre un atentado del que sale vivo de milagro. Durante el siguiente año se produce un alto número de muertes violentas que la policía oculta. Entre ellas las del juez, el fiscal y el verdugo del caso Shelton. El Apostador está convencido de que detrás de todo está una organización secreta a la que él llama La Gente Terrible. Por cierto, el padre de Long es el único banquero de Inglaterra que no ha sufrido los robos de Shelton.
A partir de aquí; una lista de fechas que marcan muertes pasadas y también futuras, un grupo de aristócratas reunidos en un selecto club de golf en el que se produce un asesinato en una habitación cerrada, una jovencita - la secretaria de una vieja aristocrática solterona - a la que salvar de los peligros de la Gente Terrible, unos acontecimientos que por mucho que suceden en el verano de 1924 - La Gente Terrible se publicó en 1926 - y en la geografía real de Inglaterra ocurren a galaxias de distancia del mundo real; ningún peligro para los lectores, alguna sorpresa, alguna demostración de la intuición y la inteligencia del inspector, y una explicación final que permite al lector conocer todo lo que el autor le ha ocultado... En fin, mucho de lo esperable en la novela policiaca clásica. Aunque, no obstante no sea La Gente Terrible propiamente una novela-enigma. No hay intención de presentar un jeroglífico al lector sino más bien de inquietarle con el poder de esta oscura y secreta gente terrible; Wallace fue uno de los iniciadores de otro de los géneros de la novela criminal, el thriller, el suspense.
Pero la novela se derrumba en su resolución paralelamente al derrumbe del personaje, cuya personalidad altanera se resiente de su incapacidad para resolver el caso y pasa por momentos de auténtico pánico. La solución queda lejos del alcance de Long y también de los lectores - cuyo interés también se desmorona - y sólo es posible porque Wallace se saca de la manga cuanto le viene en gana - o cuanto necesita -. Resulta que la Gente Terrible son todos esos aristócratas que aparecen en escena, que andan confabulados y, para colmo, relacionados por retorcidos lazos familiares. Y resulta que Shelton era el hemanastro de sir Long - de ahí que intentará alejar a su hijo de la policía -, la oveja negra de la familia.
Edgar Wallace (Greenwich, 1875 - Beverly Hills, 1932) fue uno de los más prolíficos, exitosos y vendidos autores de la novela policiaca inglesa - autor también del guión de King Kong - y uno de los más publicados en España en el primer tercio del siglo XX.
La Gente Terrible se publicó en Inglaterra en 1926. Ese mismo año se publicó también en Estados Unidos. En este país se llevó al cine en una serie de 10 episodios en 1928. Y convertida en película en Alemania en 1960.
En España la obra de Edgar Wallace se ha publicado profusa y continuadamente desde finales de los años 20 - más de trescientas referencias en el catálogo de la Biblioteca Nacional -. La Gente Terrible fue publicada por Aguilar en 1932 y luego en 1940 en la colección Detective. En los últimos años se ha reeditado en tres ocasiones; en 2004 la recuperó El País en su colección Serie Negra, en 2005 en Punto de lectura y en 2007 en Zona negra.

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