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Porfiri P. Infántiev, En otro planeta

Primera edición de En otro planeta.
En 1887 el joven ruso narrador de En otro planeta viajó a Suiza y tuvo un accidente del que afortunadamente le rescató ileso un hombre solitario que vivía en lo alto del Mont Blanc, el doctor Rochas. Sin pretenderlo, al día siguiente el joven descubre que el científico, observador del firmamento, ha ingeniado un aparato para comunicarse con los marcianos. Es más, también una manera de viajar a Marte - mediante la hipnosis -. Por mucho que todo esto pueda parecernos digno de estupefacción, el diálogo entre ambos se rige por la elegancia, educación y cortés verborrea de tantos caballeros literarios decimonónicos. Naturalmente, por tanto, basta la palabra del distinguido doctor para que nuestro joven acepte como verdad incuestionable aquello que tanta inicial sorpresa le causa. La sabiduría y modestia de Rochas satisfacen las inquietudes intelectuales del joven hasta el punto de que este acepta viajar a Marte para conocer por sí mismo el planeta. Allí, otro honorable ser, Pax, padre de Experimentus y de Liberia, será su anfitrión. Tras ser acogido, un viaje con Liberia alrededor del planeta le permitirá conocer las maravillas marcianas - pues los marcianos son seres más inteligentes, nobles y avanzados que los humanos, aunque, eso sí, mucho más feos -. Entonces, inevitablemente, esta entretenida novelista pierde peso debido al predominio de las descripciones y los fragmentos expositivos. Una situación imprevista obligará al viajero a retornar a la Tierra.
Sabremos, por su relato, que los marcianos viven en una sociedad altamente mecanizada y tecnológica, tienen un sistema de túneles subterráneos por los que llegan a las casas la comida y todo aquello que sea solicite sin necesidad de ir a comprarlo, que por otro tubo de aire comprimido se puede viajar en un tren bala a altísimas velocidades o se puede viajar también en aparatos voladores que también pueden trasladarse bajo las aguas, que han desarrollado sistemas de comunicación que podemos asimilar a la televisión y a los medios de reproducción de imagen y sonido previamente almacenados, que son capaces de comunicarse leyendo el pensamiento - lo que es más eficaz que la palabra -, que observan continuamente cada rincón y a cada habitante de la Tierra, conoceremos su sistema educativo...
Y nos quedamos sin conocer más - aquellos aspectos más relacionados con una sociedad utópica - porque fueron eliminados por la censura política cuando En otro planeta se publicó en 1901, cinco años después de que Porfiri P. Infántiev (Varnakovo, 1860 - Nóvgorov, 1913) lo escribiera, en1896, titul´ndolo entonces Los habitantes de Marte. Recordemos que H. G. Wells publicó La guerra de los mundos en 1898. Por aquellos años Marte pasó cerca de la Tierra y se desarrolló una importante "fiebre marciana" en los medios de comunicación.
Junto a Verne y Wells, autores como Infántiev o los otros recogidos en los dos volúmenes de Pioneros de la ciencia ficción rusa (Alba, 2013 y 2015) pusieron los cimientos de un género, que tuvo un mayor desarrollo en los pulpos norteamericanos y, más aún, tras la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, pero también - aunque tengamos un conocimiento mucho menor - en la Unión Sovietica. Sobre estos escritores que iniciaron la ciencia ficción en la Rusia zarista y sobre su desarrollo en la URSS podemos leer el artículo "Luces y sombras de la fantasía científica soviética" (pp. 30 - 39 del número 19 de la Revista de Ciencia Ficción de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid).
Infántiev, de ideología socialdemócrata, viajó en 1885 a Ginebra donde tuvo un activo papel entre los revolucionarios rusos emigrados. Es autor de varias decenas de libros sobre etnografía.

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