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Craig Johnson, El caballo negro

En un condado vecino a Absaroka una mujer confiesa haber matado a su marido - mientras este dormía - por haber quemado el establo con los caballos - la pasión de ella - dentro. Las celdas del condado están llenas por lo que es trasladada a las de la oficina de Durant. A pesar de la confesión, Longmire cree que ella es inocente. Por eso, de acuerdo con el sheriff del otro condado, se traslada al lugar de los hechos para intentar investigarlos haciéndose pasar por un empleado de la compañía de seguros.
Longmire se enfrentará a un caso complejo, en un pequeño pueblo, con personajes hostiles y otros amables, donde todos odiaban al muerto. Más complejo aún dado que el asesinado es un mafioso incluido por el FBI en el programa de testigos protegidos. Además, al actuar de incógnito fuera de su jurisdicción, la participación en el caso de sus ayudantes es escasa. Salvo la de Perro, el perro inseparable de Walt Longmire.
Dos momentos se alternan en el relato; la llegada de Mary Barsad - la acusada - a Durant y lo ocurrido en los días siguientes, y la investigación de Longmire diez días más tarde en Absalom, el lugar del crimen. Un acierto de técnica narrativa de Johnson que dota de mayor interés a la novela.
Se mantienen en El caballo negro (2009; Siruela, 2016) los atractivos y aciertos de la serie; los paisajes y tipos del Oeste, la empatía que nos producen Longmire y los suyos por su simpatía y nobleza, el fino humor, el buen estilo literario de Craig Johnson, la acción y el entretenimiento, la aparición de nuevos temas - la inmigración ilegal - y de nuevos datos biográficos de Longmire - su infancia - que van completando el panorama que nos ofrece la serie en su conjunto...
Pero hasta aquí podemos leer. Porque, desgraciadamente, de las quince novelas que, por ahora, conforman la serie del sheriff Walt Longmire, El caballo negro - la quinta - es la última que ha traducido Siruela. Una pena, pues se trata de novela negra de calidad, atractiva, bien escrita, con personajes entrañables y en un marco geográfico novedoso y sugerente. Tanto Longmire como sus lectores nos merecemos la oportunidad de poder seguir leyéndole; ojalá pronto Siruela, u otra editorial, nos ofrezcan las siguientes novelas. Por el momento le dejamos, recién reelegido como sheriff de Absaroka, poniendo fin al caso lanzando su sombrero sobre las aguas del río Powder.

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