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Paul Gallico, La señora Harris en Nueva York

El Queen Elizabeth en Nueva York en 1958.
Un tiempo más tarde de su aventura en París, la señora Harris visita Nueva York. En esta ocasión, con la resolución que la caracteriza, decide ir en busca del padre del niño que vive con los vecinos. Ocurre que al niño lo maltratan en casa; su madre lo dejó al cargo de los vecinos de la señora Harris a cambio de un dinero que ya he dejado de enviarles. Como el padre - al parecer - es un soldado norteamericano, que estuvo en Inglaterra durante la guerra, llamado George Brown, nada más fácil que plantarse en Nueva York, encontrar al tal Brown y entregarle el hijo del que nada supo nunca. Nada más fácil, al menos para la señora Harris y su amiga la señora Butterfield. Para cualquier otro, probablemente, misión imposible.
En esta aventura - además de su decisión, su candidez, su valentía, su bondad, su ingenio, su ingenuidad... - acompañan a la señora Harris algunos personajes - todos ellos gente amable de la alta sociedad - que ya conocimos en Flores para la señora Harris y que serán ahora fundamentales para que Ada Harris pueda viajar a Estados Unidos, cumplir allí su misión y poder regresar feliz a su casa y su trabajo.
Naturalmente, se repiten el estilo y el tono que ya conocemos; nos encontramos ante una comedia de humor blanco y ligero, y final feliz. El lector lo sabe y lo disfruta. Y, de paso, comprueba cómo ha cambiado la visión social de algunas cosas desde que Paul Gallico publicó La señora Harris en Nueva York en 1960 (Alba, 2018) hasta hoy; entonces eran motivo de chiste y ahora resultan asuntos muy serios.

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