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Aki Ollikainen, El año del hambre

78 monumentos recuerdan a las víctimas del hambre.

Si Dios está detrás, no mira hacia Finlandia.

Opina Teo Renqvist, aunque el lema del Gran Ducado de Finlandia, parte del imperio ruso durante el XIX, era "Dios está con nosotros". El año del hambre (2012; Libros del Asteroide, 2018) nos habla de la terrible hambruna que asoló Finlandia entre 1866 y 1868; murió casi el diez por ciento de la población. La climatología, el atraso del país y decisiones políticas tardías y/o equivocadas facilitaron la catástrofe. Se tomó entonces la determinación de construir el ferrocarril de Helsinki a San Petersburgo, como vía urgente de modernización.
La trama principal de la novela nos presenta a una familia campesina. El hambre obliga a la mujer y los hijos a abandonar el hogar dejando al padre en la cama en plena agonía. Marja y sus dos hijos caminarán desde el norte del país, en pleno invierno, por los campos helados y nevados, con la esperanza de llegar a San Petersburgo. Sabemos que su esperanza es inútil, pero siempre es mejor caminar y mendigar en una huída a ninguna parte que quedarse en el sitio. La crudeza del hambre - y la consiguiente epidemia de enfermedades - nos sitúa ante las mayores miserias del ser humano; personas - las afortunadas - que comen pan hecho con harina de corteza de pino, otras - los mendigos - que toman el caldo mínimo que les dan los más caritativos en las casas por las que pasan, otras que chupan la sangre de las vacas o matan perros para comer su carne a mordiscos..., egoísmo, robos, abusos, violaciones, asesinatos por un trozo de carne..., personas que caen inanes y mueren en la nieve de la cuneta de los caminos y allí queda su cuerpo anónimo, cadáveres que se amontonan para acabar en una fosa común...
En un relato paralelo conocemos cómo se vive la situación del país entre las personas acomodadas de la capital a través del doctor Teo Renqvist y su hermano Lars, asistente de un senador.
Tan importante como la elección del punto de vista es la del tiempo verbal. La dureza tremenda de esta breve novela viene dada, además de por su estilo lacónico y desnudo como el paisaje del invierno finés, la potencia de las imágenes y los sueños o delirios, y la objetividad fotográfica de su narración, por la elección del presente como tiempo que impone al lector la acción como inmediata, pegada a sus ojos y a su piel. De manera que es imposible leer El año del hambre, aunque nos retrotraiga siglo y medio, sin tener ante nosotros a los refugiados sirios, a quienes atraviesan África y se juegan la vida en el Mediterráneo en frágiles embarcaciones, a los que caminan hacia la frontera sur de Estados Unidos, al niño Aylan... Es tal el poder de la literatura que es posible que la lectura de una novela nos haga comprender mejor que mil telediarios el absurdo inhumano y sin sentido de los discursos de odio racistas y xenófobos que, por desgracia, captan votos baratos con tanta facilidad. Si Dios está detrás, que nos libre de estos fascistas.
El año del hambre es la primera de las tres novelas que, hasta el momento, ha publicado el escritor y fotógrafo Aki Ollikainen (Äänekoski, 1973). Esperamos las otras dos con interés.

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