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Lalla Romano, Suaves caen las palabras

Lalla Romano, Piero adolescente (c. 1947).
Graziella Lalla Romano (Demonte, 1906 - Milán, 2001), profesora, pintora y escritora publicó en 1969 su libro más reconocido, Suaves caen las palabras (Libros del Asteroide, 2005). Este hermoso título nos trae la indagación de la autora en la vida y la personalidad de Piero, su único hijo.
Sólo una madre puede comprender los sentimientos, los anhelos y las obsesiones que un hijo que se ha parido puede provocar. Es natural el desasosiego al ver cómo la vida acaba llevando a los hijos por caminos distintos de los que imaginamos para ellos cuando nacieron, de las ilusiones de los padres. La mayor obsesión de Lalla Romano es no haber comprendido ni conocido - ¿reconocido? - bien a su hijo y no haber sentido el amor de él y la identificación entre ambos que hubiera deseado. Y de esta obsesión trata Suaves caen las palabras. Para intentar desentrañar el carácter del hijo no duda la autora en recurrir no sólo a los recuerdos - aquellas cosas medio filosóficas que decía de pequeño - sino también a las cartas que, desde niño él ha escrito a sus padres, a su novia..., a las redacciones escolares del muchacho y a todo tipo de documentos que ella ha ido recopilando y que nos endosa en copia literal. Por todo ello sabemos que Piero fue siempre introvertido, hermético, poco social, apático, enfermizo, mal estudiante, vago... Sin mayores intereses que las armas y las motos, sin predisposición al estudio ni al trabajo. Un chico al que nunca pudieron llevar a un instituto público sino a colegios privados - para ricos y para burros - y al que el padre tuvo que acabar colocando en un banco. Y así sigue siendo ahora, ya casado.
Resulta difícil comprender el éxito que, al parecer, tuvo este libro en Italia al publicarse por primera vez; está bien escrito, plantea un asunto conmovedor pero ni la madre obsesionada ni el hijo oblomovista consiguen interesarnos demasiado - no mucho más que el abuelo de Sergio del Molino -.
En todo caso, tomemos nota de estas palabras de Piero en un trabajo escolar durante el bachillerato:

La impresión que recibimos de un libro depende de nuestro estado de ánimo y, por tanto, del punto de vista de quien lo juzga. En realidad, no juzgamos un libro en un plano absoluto, sino siempre en relación con nosotros mismos.

Y cerremos con este comentario de Piero adulto sobre la ironía:

La ironía no hace comprender, sino que es señal de que se ha comprendido. Quien no tiene ironía está claro que no ha comprendido.

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