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Ricardo Silva Romero, Autogol


Debo confesar que no entiendo qué hace en sus ratos libres la gente a la que no le gusta el fútbol.

El 2 de julio de 1994 se produjeron treinta y nueve homicidios en Medellín. Una de las víctimas fue Andrés Escobar. Veintisiete años. En la madrugada, a la salida de una discoteca, unos borrachos que le increpaban acabaron tiroteándole.
En esos días se celebraba el Mundial de fútbol de Estados Unidos en el que Colombia partía como un claro favorito para alcanzar el campeonato; la selección de Pacho Maturana había hecho una fase de clasificación espectacular y quedaba el recuerdo de su magnífico fútbol en Italia, en el Mundial anterior. Sin embargo, en el primer partido de la fase de grupos Colombia perdió inesperadamente con Rumanía y en el minuto 33 del segundo partido, el 22 de junio, contra los anfitriones, Escobar marcó un gol en propia meta que significó la eliminación de Colombia.
Pepe Calderón Tovar es el narrador de Autogol (2009; La Navaja Suiza, 2018), que se nos presenta como unas memorias redactadas en 2006 y publicadas a la muerte de Calderón. Calderón es un periodista radiofónico que perdió la voz para siempre en el momento del autogol de Escobar en plena retransmisión del partido (y también el dinero pues había apostado sus ahorros a la clasificación de Colombia). Por ello decide odiar a Andrés Escobar y planear su asesinato, a pesar de saber que Andrés era una magnífica persona. La novela se divide en dos partes y un "tiempo extra"; la primera se centra en el día del gol de Escobar y los siguientes de estancia en California, y la segunda, de vuelta en Colombia, en cómo Calderón se las ingenió para llevar a cabo su plan creyendo que así recuperaría la voz. El "tiempo extra", el epílogo, explica cómo se gestó el libro y cómo un joven periodista ha ayudado a Calderón a redactar el libro y documentarlo.
Autogol nos habla de la edad de oro del fútbol colombiano; Atlético Nacional de Medellín ganó la Copa Libertadores en 1989, el Mundial de Italia, la clasificación para el de Estados Unidos... De la mano de Pacho Maturana - que merece un lugar entre Michels, Menotti, Cruyff y Guardiola - con su fútbol de achique de espacios, presión alta, centrocampistas de toque, portero adelantado capaz de jugar con el pie... y aquellos jugadores que todos recordamos: René Higuita, Carlos Valderrama, Leonel Álvarez, Harold Lozano, Tren Valencia, Freddy Rincón, Faustino Asprilla... y Andrés Escobar. Años que coinciden con el esplendor del negocio de la droga de los carteles de Cali y Medellín - Pablo Escobar -. Así que Autogol es un retrato también de aquellos tiempos de narcotráfico, de corrupción política, de relación entre el fútbol y el dinero de la droga. Nos habla - documentadamente - de aquella Colombia convulsa y de su selección de fútbol amenazada por los apostadores durante su estancia en Estados Unidos y de sus jugadores de gran talento pero escasa formación en muchos casos. Un tiempo del que también nos habla el magnífico documental Los dos Escobar (2010).
Autogol también nos habla - necesariamente - de su narrador y su peculiar personalidad, de su vida y de quienes le rodean, de su crisis familiar, de cómo se explica que planeara matar a un futbolista que admiraba... Autogol es una novela que por momentos leemos con gozo y que en otros momentos se nos antoja larga - inevitablemente dado el carácter y verborrea (la propia del locutor deportivo, plagada de adjetivos, metáforas e hipérboles sorprendentes) de Pepe Calderón Tovar -. Una novela construida con inteligencia y documentación que mediante unas memorias ficticias que aparentan ser reales nos sitúa ante los hechos reales, aunque pudieran parecer ficticios, de la Colombia de hace un cuarto de siglo. Autogol tiene también ese plus de frescura de traernos palabras y expresiones del castellano de América.
Ricardo Silva Romero (Bogotá, 1975) es autor de varias novelas de las que, anteriormente en España, Seix Barral ha publicado Tic en 2004 y Alfaguara Historia oficial del amor en 2016.

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