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Donald Ray Pollock, Knockemsitff

Knockemstiff en los años 50.
Si alguien quiere aprender a escribir relatos, entonces lo primero que tiene que hacer es leer Knockemstiff, de Donald Ray Pollock. Encontrará ejemplos magistrales de dominio de la técnica narrativa del relato breve; la importancia de un buen inicio, la de un buen final, la concisión expresiva, la selección del punto de vista, de los elementos y los episodios, la fuerza de los personajes, el valor de sugerir, el momento para las sorpresas, el punto justo de humor, el ritmo, las comparaciones y metáforas contundentes... Pollock, en su primera obra, demuestra un dominio excepcional de esta técnica cuyo resultado es un conjunto de excelentes relatos que mantienen un tono y un nivel homogéneo y forman un todo armónico y coherente. Hasta el punto de que pudiéramos considerar que estamos ante una novela si no fuera porque es muy evidente que cada uno de los relatos está construido como tal y goza de su propia independencia. No es justo destacar ninguno de ellos sobre los demás, pero el primero, La vida real, es una lección de manual de cómo se escribe un relato literario. Este es su magnífico inicio:

Mi padre me enseñó a hacer daño a la gente una noche de agosto en el autocine Torch cuando yo tenía siete años.

Pollock nació en 1954 en Knockemstiff, una pequeña población - unas decenas de personas - formada por unas cuantas casas dispersas a los lados de una carretera, en el estado de Ohio. En los dieciocho relatos que componen Knockemstiff nos presenta un lugar cuyos estandartes parecen ser Pobreza, Violencia, Drogas y Sexo. Entre sus personajes encontramos padres violentos que desean que sus hijos se peguen con los demás, se follen de una vez a una chica porque yo a tu edad - dieciséis - ya me había tirado a más de cien en todo el condado o ganen el concurso de culturismo por encima de todo, chavales a los que su padre les pilla masturbándose con una muñeca de su hermana, gordos sebosos que pagan por chupársela a chavales de quince años, vagabundos capaces de cometer cualquier crimen, enfermos terminales a los que hay que limpiar el culo y cambiarles el pañal, jóvenes que viven permanentemente drogados, chicas que se han acostado con todo el que se ha cruzado en su camino, bares donde ligar con el último borracho, gente que vive en viejas caravanas destartaladas llenas de mugre, jóvenes solitarios que ven cómo se marcha del pueblo la chica a la que siempre amaron sin haberle dicho nunca una palabra, gente que se droga con el primer medicamento que se le pone a mano, parejas que difícilmente podrán recordar si alguna vez se quisieron... perdedores. La vida real de perdedores de la América profunda, pero no sureña, que nos recuerdan a los de Daniel Woodrell o Nic Pizzolatto. Personajes que - es lógico, pues son pocos los habitantes de Knockemstiff - se cruzan en los distintos relatos y en el tiempo dando cohesión al conjunto. Personajes que intentan, quizá, escapar aunque sabemos que sucumbirán y, aun así, cada relato consigue sorprendernos en su resolución.

A la mayoría nos pasa lo mismo: puede que olvidar nuestras vidas sea lo mejor que hagamos nunca.

Libros del Silencio publicó en 2011 Knockemstiff (2008) y El diablo a todas horas, la primera novela de Pollock. Ahora, en 2017, Penguin Random House, al editar su segunda novela, El banquete celestial, ha vuelto a publicar Knockemstiff.

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