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Jussi Adler Olsen, Expediente 64

Mujeres en la isla de Sprogo.

Que te condenen a vivir en una isla desierta hasta que te pudras. Los daneses no somos ni una pizca mejores que los que más odiamos. Somos como quienes lapidan a las mujeres infieles, como los nazis, que asesinaban a los retrasados y a otros disminuidos graves. Lo que ocurría en Sprogo ¿no podría compararse acaso con los denominados hospitales mentales soviéticos para disidentes o las instituciones para el tratamiento de disminuidos mentales en Rumanía? Pues claro, porque no somos un carajo mejores que ellos, ¿vale?

Entre 1921 y 1961, siguiendo las teorías eugenésicas del doctor Christian Keller, se mantuvo abierto en la isla de Sprogo un centro donde se internaba a mujeres - consideradas prostitutas o retrasadas mentales - al objeto de ser esterilizadas y evitar que pudieran tener descendencia. Por el bien de la sociedad danesa, naturalmente. Esta historia poco conocida, junto a la preocupación por la irrupción de partidos políticos racistas en Dinamarca, es el objeto de denuncia de Expediente 64 (2010; Maeva, 2013), la cuarta novela de la serie del Departamento Q de Jussi Adler Olsen.
Expediente 64 sigue, claro está, el esquema narrativo de la serie, de manera que la narración salta entre el presente - noviembre de 2010 - y el pasado - fundamentalmente el verano de 1987 -. En torno a la trama principal, continuamos conociendo las peculiaridades de Rose y Assad, los ayudantes de Carl Morck, éste llega a un acuerdo de divorcio con Vigga, nace una esperanza de recuperación para Hardy, surgen novedades sobre el tiroteo que sufrieron Morck, Hardy y Anker, Assad y Morck viven momentos en que su vida está en grave peligro... Adler Olsen maneja el esquema con eficacia y nos guarda una sorpresa final. Aunque quizá, en esta ocasión, pesa más la intención de denuncia que la investigación policial.
La investigación se centra en la desaparición de cinco personas con cierta conexión entre ellas. Las cinco desaparecieron el 4 de septiembre de 1987. No puede ser casual. Las pesquisas llevan al departamento Q hasta Curt Wad, un anciano doctor que acaba de presentar el partido Ideas Claras y durante años ha dirigido las ocultas actividades de La Lucha Secreta, con cuya labor se relaciona lo ocurrido en Sprogo, y a Nete Hermansen, la primera joven a la que el ginecólogo Wad atendió como consecuencia de un aborto, que acabó recluida en Sprogo.
Merece la pena, como hemos dicho en ocasiones anteriores, seguir al departamento Q incluso a pesar de que cumple la absurda ley no escrita que obliga a que las novelas alcancen al menos las quinientas páginas. 

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