Craig Johnson, Una muerte solitaria
Vascos en Buffalo, Wyoming, en los años sesenta. |
La investigación del caso Baroja (así comienza), salvo en su desenlace, no agarra al lector sin soltarle, pero lo que nos cautiva es el paisaje y el paisanaje de Absaroka, el condado - ficticio - menos poblado del estado menos poblado de la Unión. El paisaje que imaginamos impresionante entre las montañas Big Horn y el parque nacional de Yellowstone. El paisanaje pintoresco; blancos, indios, mestizos - perdón, biculturales - y... vascos. Paisanaje que se refleja bien en los protagonistas de la serie (de los que ya hemos hablado anteriormente), solitarios que forman un excelente equipo solidario; Walt Longmire, en la cincuentena, con casi un cuarto de siglo en el cargo de sheriff, su hija Cady, que visita Absaroka cuando puede, Henry Oso en Pie, el amigo fiel de Longmire, Vic, la magnífica policía malhablada, Lucian, el viejo gruñón educado en la dureza del Oeste, Ruby, la competente secretaria al borde de la jubilación, Dorothy, la camarera de "La abeja hacendosa" donde Longmire siempre toma lo de siempre, y Santiago Saizarbitoria, el nuevo ayudante del sheriff, que se incorpora al equipo en esta novela, representante de la comunidad vasca. Todos ellos constituyen un grupo que resulta entrañable al lector e hace irresistible para el buen amante de la literatura criminal contar con los personajes de Craig Johnson, Walt Longmire y los suyos, entre sus detectives favoritos.
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