Header Ads

Olivier Rolin, El meteorólogo

Aleksei Feodósievich Vangengheim con su hija en 1930.

En la actualidad y a la entrada del sitio, hay esta única inscripción en una roca: Liudi, ne ubiváite drug druga, "Hombres, no os matéis unos a otros". No conozco una inscripción más justa que esa, tan rigurosamente sencilla, sin mención política alguna, religiosa, histórica, sin invitación a la venganza ni a la Justicia siquiera, y que tan sólo apela a la Ley moral.

Aleksei Feodórsievich Vangengheim, nacido en Krapivno (Ucrania) en 1881, fue nombrado director del Servicio Hidrometeorológico Unificado de la URSS en 1929. En aquellos primeros años de la Unión Soviética fue un importante científico que participó en los estudios meteorológicos destinados a mejorar los rendimientos agrícolas, que pretendió hacer un catastro de vientos y del sol, que participó en los viajes a la estratosfera que iniciaron la "carrera espacial", que veía en el viento y el sol las energías del futuro y que pensaba que un día sería posible viajar a la Luna o a Marte.
Pero su vida se truncó cuando el 8 de enero de 1934 fue detenido bajo la acusación de sabotaje: no trabajaba para mejorar las cosechas sino para boicotearlas con sus pronósticos meteorológicos. La acusación se fundamentaba en confesiones obtenidas a otros acusados. Eran tiempos difíciles, pues también, antes o después, los agentes y los dirigentes de la policía política acabarían siendo acusados y condenados.
Vangengheim fue enviado a las islas Solovkí, cerca del círculo polar, donde en un antiguo monasterio se había creado uno de los primeros campos de concentración. Allí trabajó en la biblioteca y envió 168 cartas a su mujer. A través de ellas expresa continuamente, a pesar de su injusta condena, su fe en el Partido y en la URSS - ¿completamente cierta o como manera de intentar proteger a su mujer y a su hija? -. Acompaña las cartas con dibujos para su hija. Su esperanza, claro, decayó con el tiempo.
El 3 de noviembre de 1937 fue fusilado. Entre 1937 y 1938 lo fueron setecientas cincuenta mil personas en la URSS. Su mujer no conoció su muerte hasta 1956, cuando se la notificó la revisión del caso; era declarado inocente y se anulaban la condena a diez años de reeducación en un campo de 1934 y la de muerte dictada en 1937 - de la que ni él ni ella tuvieron nunca noticia -. Más tarde recibió un certificado de defunción que decía que Aleksei había muerte de enfermedad en 1942, aunque no decía dónde. El lugar del fusilamiento no se conoció hasta 1997. Su mujer había muerto veinte años antes y su hija Eleonora se suicidó el 9 de enero de 2011.
En 2012, en uno de sus viajes a Arjánguelsk, junto al mar Blanco, llegó a manos de Olivier Rolin (Boulogne-Billacourt, 1947) el álbum que Eleonora había elaborado con las cartas y los dibujos que Vangengheim les envió a ella y a su madre desde el campo de Solovkí. Rolin decidió entonces escribir la historia del meteorólogo Vangengheim. Y lo ha hecho mediante un relato breve que, especialmente en algunas paginas, nos transmite una honda pena al sentirnos en el lugar de Aleksei y nos obliga a reflexionar sobre la capacidad infinita del ser humano para la humillación, la degradación y la barbarie. Formalmente, Rolin ha escrito a la moda - como Laurent Binet en HHhH - novelando no la historia pero si el relato: la biografía cierta de Vangengheim se adereza con algunas opiniones de Rolin y con la relación de su investigación sobre el meteorólogo de modo que la lectura es tan agradable como la de una buena novela y no árida como puede resultar la de algunas biografías rigurosas. Así, la objetividad de los hechos contados nos llega tamizada por la subjetividad de la voz narrativa, que resulta eficaz al lograr su objetivo de emocionarnos.
El meteorólogo se publicó en Francia en 2014 y, ahora, en 2017 nos lo trae Libros del Asteroide en una edición - que empieza así - con una exquisita reproducción de los dibujos de Vangenheim.

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.