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Ginés Sánchez, Lobisón

La licantropía, los hombres que se convierten en lobos en las noches de luna, es un motivo antiguo tanto en la literatura folclórica como en la literatura culta. En Lobisón (Tusquets, 2012), su primera novela, Ginés Sánchez (Murcia, 1967) incorpora este motivo a una novela actual, lejana al relato de terror y exenta de elementos fantásticos y sobrenaturales. Recoge la novela la creencia popular de que los séptimos hijos son poseídos por el demonio y se convierten en hombres lobo. Recoge también la tradición que relaciona a los perros negros con el demonio y la muerte.
La voz narrativa de la primera parte de la novela (casi la mitad de ella) corresponde a Adrián, un adolescente autista - séptimo hijo de Zacarías Zárate - que en algún momento quedó también mudo. Adrián vive al cuidado de uno de sus hermanos. El autismo del narrador provoca que el lector se enfrente a un relato en el que son muchas las cosas - ¿qué pasó?, ¿qué pasará?, ¿qué ocurrió entre Adrián y Zacarías? - que no sabe y desea saber. La voz de Adrián, volverá en la tercera y en la quinta parte; en la segunda y en la cuarta conocemos la historia a través de las cartas que Zacarías Zárate envía - sin respuesta - a otro de sus hijos. Estas cartas ayudan al lector a completar su conocimiento de la historia con datos tan relevantes como que, tras lo que pasó entre Zacarías y Adrián, al padre se le ha diagnosticado esquizofrenia. Así, el autismo de uno y la esquizofrenia del otro hacen realista y verosímil el comportamiento de ambos y su condición de lobisones.
Con escasas referencias espaciales y temporales, la acción de Lobisón transcurre en la España actual, pero recuerda inevitablemente el mundo rural y atroz de Pascual Duarte y nos hace imaginar un Los santos inocentes narrado por Azarías y la niña chica. La de Lobisón es una historia dura, cruda y desoladora de la que su autor consigue guardar todos sus secretos fundamentales hasta el último momento. Y consigue también salvar con acierto y naturalidad la dificultad de adoptar la psicología, el lenguaje y el punto de vista de sus dos narradores - el autista y el esquizofrénico -. No es nada fácil de conseguir y el dominio de las palabras y de su expresión natural a través de estos dos personajes pone de manifiesto la valía literaria de su autor. Junto a la naturalidad, el relato rezuma frescura y originalidad; es, sin duda, una novela "distinta". Y buena.
Los caminos del mercado editorial son inescrutables; se promociona a amables señoras que plagian sus novelas de crímenes imposibles con pastelito o a pedantes que coleccionan esdrújulos comprados en el diccionario de arcaísmos agrarios para su primera novela y, sin embargo, escritores de la calidad indudable de Ginés Sánchez carecen de promoción mediática y llegas a conocerlos sólo gracias a las buenas recomendaciones de tus amigos.

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