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Martin Amis, Tren nocturno

Aunque no sabe por qué sus padres le pusieron ese nombre masculino, Mike Hoolihan es una mujer. Tiene cuarenta y cuatro años y lleva más de veinte de servicio, desde 1974. Es policía.

Los polis no juzgamos. Podemos perseguirte y detenerte. Podemos hacer que te enchironen. Pero no te juzgamos. (...) No juzgamos a nadie. No te juzgamos porque sea lo que sea lo que hayas hecho, ni siquiera se aproxima a lo peor. Eres un tipo estupendo. No te follas a un bebé y lo estrellas luego contra la pared. No cortas en trocitos a un octogenario sólo para divertirte. Eres estupendo. Hayas hecho lo que hayas hecho, sabemos todas las cosas que podrías haber hecho y no has hecho.

Y tuvo una infancia difícil:

La segunda cosa es la siguiente: mi padre abusaba de mí cuando era niña. En Moon Park. Sí, me follaba, ¿estamos? La cosa empezó cuando tenía siete años, y acabó a los diez. Tome una determinación: cuando cumpliera diez años ya no me iba a suceder más. Y para asegurarme de que así fuera me dejé crecer las uñas de la mano derecha. Y me las afilé, además; y me las endurecí con vinagre. Crecidas, afiladas, endurecidas: tal era mi determinación. A la mañana siguiente de mi décimo cumpleaños, mi padre vino a mi habitación. y casi le arranqué la puta cara de cuajo. Eso es lo que hice. Me quedé casi con su jodida cara en la mano, como si fuera una máscara de Halloween. Letanía prendida por la sien, justo encima de un ojo, y tuve la sensación de que sitiaba de ella y la desgarraba iba a poder ver por fin quién era en realidad mi padre.

Y hace unos diez años su adicción al alcohol casi acaba con su vida. Entonces su jefe, el coronel Rockwell la acogió en su casa y la ayudó a desintoxicarse. Ahora Jennnifer, la hija del coronel, ha aparecido muerta y él le pide a Mike que se encargue de la investigación. En apariencia se trata de un suicidio, pero algo parece no cuadrar. Y, desde luego, Rockwell no puede aceptar que su bella y feliz hija haya podido suicidarse.

El suicidio es un tren nocturno, un tren que te lleva velozmente a la oscuridad. No podrías llegar tan rápido de otra forma, o por medios naturales. Compras el billete y subes a bordo. El billete te ha costado todo lo que tienes. Pero no hay trayecto de vuelta. Este tren te lleva al interior de la noche, y te deja en ella. Es el tren nocturno. (...) El suicidio es un problema mental y físico que termina violentamente sin que gane nadie.

Mike investigará - durante algo menos de un mes - el caso, que le llevará a conclusiones inesperadas, en un relato en primera persona con un lenguaje del que de antemano se disculpa:

Permítanme disculparme por anticipado por mis palabras soeces, por mi sarcasmo morboso y mi intransigencia. (...) Pido disculpas también por las posibles incorrecciones en los tiempos verbales (difíciles de evitar cuando se trata de personas muertas tan recientemente), y por la informalidad de los diálogos.

Un lenguaje, en todo caso, que, junto a la primera persona narrativa, dota al relato de dinamismo y frescura, de una lectura gustosa y ágil que, junto a la investigación del caso y la reflexión sobre el suicido nos deja un divertido relato sobre un cartero jubilado y algunas frases dignas de recogerse en una antología de citas.
En otras ocasiones hemos hablado de novelas, que publicadas en colecciones de novela negra, no pertenecen realmente al género criminal; Tren nocturno (1997; Anagrama, 1998) resulta en cambio, un inesperado - e interesante - acercamiento de Martin Amis a la novela negra. La novela toma su título de la canción homónima compuesta en 1951 por Jimmy Forrest y de la que la versión de James Brown es, quizá, la más célebre.

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