Henri Roorda, Mi suicidio
Henri Roorda. |
Roorda, de familia holandesa, nació en Bruselas en 1870 y vivió desde niño en Suiza. Profesor de matemáticas, defensor de la pedagogía libertaria - en la línea de Francisco Ferrer i Guardia -, escribió en la prensa suiza con el seudónimo de Balthasar y, con su propio nombre, algunas obras breves que se caracterizan por su sentido del humor aplicado al análisis de la sociedad en general y del sistema educativo en particular.
Mi suicidio no es ajeno a ese estilo; destila humor en el análisis que realiza sobre el funcionamiento de la sociedad, el papel que juega en ella el dinero - el lugar de los ricos y de los pobres, cómo sería un estado socialista -, la función del sistema educativo - intimidar al individuo mientras todavía es joven, enseñar a todos demasiadas cosas que sólo son interesantes para especialistas -, el lugar de la moral, el sentido de la vida, ¿por qué vivir cuando no se ha sabido ahorrar para llevar una vida fácil o cuando se es tan viejo que uno ya sólo es una carga para los demás?... Se trata de una obrita llena de lúcidas y divertidas reflexiones que la que se pueden extraer innumerables citas. Y todo ello constituye la argumentación con la que el autor justifica por qué se va a suicidar poco después. Lo grave, lo que hiela la sonrisa del lector, es que este autor, inteligente, inquieto y alegre, efectivamente se suicidó.
Sólo tres citas no necesariamente más valiosas que otras que podríamos tomar de Mi suicidio:
Mi suicidio no es ajeno a ese estilo; destila humor en el análisis que realiza sobre el funcionamiento de la sociedad, el papel que juega en ella el dinero - el lugar de los ricos y de los pobres, cómo sería un estado socialista -, la función del sistema educativo - intimidar al individuo mientras todavía es joven, enseñar a todos demasiadas cosas que sólo son interesantes para especialistas -, el lugar de la moral, el sentido de la vida, ¿por qué vivir cuando no se ha sabido ahorrar para llevar una vida fácil o cuando se es tan viejo que uno ya sólo es una carga para los demás?... Se trata de una obrita llena de lúcidas y divertidas reflexiones que la que se pueden extraer innumerables citas. Y todo ello constituye la argumentación con la que el autor justifica por qué se va a suicidar poco después. Lo grave, lo que hiela la sonrisa del lector, es que este autor, inteligente, inquieto y alegre, efectivamente se suicidó.
Sólo tres citas no necesariamente más valiosas que otras que podríamos tomar de Mi suicidio:
Estaba hecho para que me gustara el oficio que ejerzo. Y además, mi sentido de la cordialidad hubiera sido verdaderamente eficaz si, en lugar de ser el maestro de mis alumnos, hubiera podido ser su entrenador".
Necesito vivir con embriaguez. Muchas veces por la mañana, cuando iba a la escuela, me sentía deprimido porque iniciaba una jornada en la que no habría nada, nada más que el cumplimiento del deber profesional. No soy un hombre virtuoso, ya que consideraba insuficiente dicha perspectiva. Necesito percibir, en el futuro inmediato, momentos de exaltación y de alegría. Sólo soy feliz cuando adoro algo. No comprendo la indiferencia con la que tantas personas soportan todos los días esas horas vacías en que no hacen otra cosa que esperar.
Mi impaciencia, que me ha hecho cometer tantos errores, debe explicarse seguramente también por la naturaleza de mi imaginación y por el estado de mis nervios".
Escribir este librito me causa placer a pesar de que trata de mi suicidio".Trama Editorial publicó en 1996 Mi suicidio y la ha reeditado en 2003 y en 2014. Se trata de la única obra de Roorda publicada en nuestro país.
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