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Maj Sjöwall y Per Wahlöö, El hombre que se esfumó

Han pasado dos años de la resolución del caso Roseanna, hace calor, avanza agosto y Martin Beck va a iniciar las vacaciones. Apenas hace unas horas que se ha reunido con su mujer y sus hijos cuando debe volver al trabajo; le encargan la búsqueda de Alf Matsson, un periodista desaparecido. Lo que hace peculiar la investigación es que ha desaparecido en Budapest, al otro lado del telón de acero. Con el lógico enfado de su esposa - ¿no hay otro policía? - Beck parte hacia Hungría en una misión "extraoficial".
Es fácil imaginar que puede tratarse de un asunto de espionaje. Beck, que no acaba de encontrar mucho sentido a su misión, pronto se siente vigilado - la policía, imagina -. Pero la policía húngara, que no es quien le vigila, se le presenta y su colaboración será decisiva para descubrir que Matsson forma parte de una trama de tráfico de drogas que introduce hachís desde Turquía a Europa Occidental aprovechando que las policías occidentales no controlan mucho a los viajeros procedentes de países del Este - de los que no hay nada que traer - y que en estos países no hay consumo de drogas. El asunto queda resuelto, pero Matsson sigue desaparecido. Beck vuelve a Suecia y, en colaboración con sus compañeros y, nuevamente con la policía húngara, consigue desvelar el misterio de la desaparición del periodista. Resultará que ha pasado una de esas cosas que pasan en América, pero que, como la serie de Martin Beck irá poniendo de manifiesto, empiezan a pasar también en Europa. Con el tiempo, el crimen se hará un hueco en la sociedad del bienestar. Beck, hace casi medio siglo, y Wallander y los demás ahora, lo ponen en evidencia.
Hay en El hombre que se esfumó algunas referencias a Roseanna - por ejemplo, Beck envía una postal de Budapest al policía de Motala con el que trabajó en el caso de la turista norteamericana -, queda clara la intención de los autores de crear una serie, de dotarla de coherencia y de dar relevancia a lo personal, y no sólo a lo profesional, en la vida de sus personajes. Por ello, conviene al lector seguir las novelas de este tipo de series en orden, acompañando al protagonista en la vida como a un amigo. Lo particular de esta novela es que buena parte del trabajo de Beck se realice en el extranjero, más aun, en un país de la Europa comunista.
Con Odio y los policías del Distrito 87 Ed McBain inauguró en 1956 el subgénero criminal de la novela de procedimiento policial (la novela está protagonizada por un agente de policía, que es un tipo, normal, que trabaja en equipo y siguiendo los procedimientos legales y policiales propios de una comisaría). Son las novelas de Sjowall y Wahlöö las que abren el subgénero en Europa, convirtiéndose en fundamento trascendental de una gran parte de la novela negra europea actual y de la escandinava - de tanto éxito - en particular; tanto en el enfoque - la novela negra "procedural" - como en la construcción de unos personajes que protagonizan una serie de novelas y cuya vida personal acaba resultando tan relevante para el lector cono la resolución de los casos, los problemas del trabajo policial o el contenido social de sus novelas. Y por todo ello - la identificación del lector con el personaje, su comprensión de los problemas sociales planteados... - también es relevante que la acción resulte cercana en el tiempo, como en El hombre que se esfumó, cuya acción transcurre en unas semanas de agosto de 1966, el mismo año de la publicación de la novela.
Noguer publicó El hombre que se esfumó en 1978 y RBA lo rescató en 2009 en su Serie Negra y en 2010 en RBA Bolsillo.

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