Herman Koch, La cena
¿Qué haríamos, o qué no haríamos por nuestro hijo de quince años?. ¿Le defendemos cuando insulta a un profesor?, ¿le justificamos cuando incumple las normas de un viaje extraescolar?, ¿y cuando roba en un supermercado, le obligamos a devolver lo robado, le llevamos a comisaría?. ¿Y si nuestro hijo está involucrado en un asesinato?. Y para colmo, ¿en qué cambia nuestra reacción si resulta que somos una persona de relevancia pública?. Por otra parte, ¿cómo es posible que estas cosas las haga nuestro hijo?.
Estas son las interrogantes que nos plantea La cena, novela que en 2009 llevó a la fama internacional a Herman Koch (Arnhem, 1953). En España la publicó Salamandra en 2010. Dos matrimonios, los formados por dos hermanos - un profesor apartado de las aulas y un político futuro presidente del gobierno - y sus mujeres, se reúnen para cenar en un caro restaurante, de esos en los que el maitre no para de atosigarte y es imposible mantener una conversación sin la presencia cercana de alguien del servicio;
Es algo que en los llamados restaurantes selectos sucede más a menudo de lo deseable: uno acaba perdiendo completamente el hilo de la conversación por culpa de tantas interrupciones, como la exhaustiva explicación sobre todos y cada uno de los piñones que tienes en el plato, el eterno acto de descorchar la botella y la manía de llenarte continuamente las copas tanto si lo pides como si no".
Entre interrupciones de las camareras, salidas al baño o al jardín, llamadas telefónicas, la conversación no acaba nunca de abordar el tema que les ha reunido, del que todos saben que van a hablar aunque nadie antes lo ha mencionado; una noche, volviendo a casa, tras beber algo en una fiesta, sus hijos - niños de familia bien -, sin premeditación, casi jugando, con la inconsciencia y falta de reflexión de ir medio borrachos, queman a una mendiga en un cajero automático porque huele apestosamente. Por otra parte, ninguno sabe si lo sabe todo sobre lo ocurrido ni qué saben los demás. Cuando por fin abordan el tema, Serge, el político, no expone su opinión sino que explica la firme decisión que ha tomado sobre el asunto, esto provoca la discrepancia de los demás...
Herman Koch nos presenta esta historia y estos dilemas morales a través de un narrador en primera persona, Paul, el otro hermano, que recuerda mucho al de su posterior Casa de verano con piscina - que ya comentamos aquí -, que nos guarda siempre alguna sorpresa, que tiene un peculiar ingenio, que sabe siempre dar una vuelta más a lo que dicen, hacen o piensan los demás, que juega con las apariencias y los giros de la acción, que con su personal visión e ironía nos ofrece más de un comentario o escena divertidísima, que acaba resultando mucho más amoral y cínico de lo que hubiéramos imaginado al principio del relato... un maestro del relato capaz de conseguir incluso que casi también al lector le entren ganas de golpear o quemar a la mendiga ante lo apestoso, repugnante y vomitivo que resulta entrar en el cajero. ¿Quién no ha cometido alguna estupidez que prefiere no tener que recordar amparado por la diversión con los amigos, animado por la guardia baja provocada por las drogas o el alcohol; reírse de alguien que pasa por delante, abusar de alguien indefenso, irse sin pagar, robar un pequeño objeto, conducir a toda hostia - ¡qué risa! -, sin pensar nunca en las consecuencias?; dadas las circunstancias oportunas ¿cualquier persona normal, cualquier chaval normal, sin necesidad de ser un desequilibrado ni un delincuente podría prender fuego a una persona sin darse cuenta de lo que está haciendo? Bueno, son otras interrogaciones que surgen de La cena.
Para La cena Herman Koch, que reside en Barcelona, se inspiró en unos hechos ocurridos en 2005; tres chicos, uno de ellos menor de edad, quemaron a una mendiga que se refugiaba del frío en un cajero automático (la imagen de esta entrada está tomada del vídeo de seguridad del cajero, en ella se ve a dos de ellos entrando con el bidón inflamable al que poco después prendieron fuego). En 2008 fueron condenados a 17 años de cárcel. Koch sitúa la acción de la novela en Holanda.
La cena es una excelente novela como Casa de verano con piscina, con la que guarda muchos aspectos en común; el estilo narrativo, la distorsión de los hechos, las cuestiones morales planteadas al lector...
Herman Koch nos presenta esta historia y estos dilemas morales a través de un narrador en primera persona, Paul, el otro hermano, que recuerda mucho al de su posterior Casa de verano con piscina - que ya comentamos aquí -, que nos guarda siempre alguna sorpresa, que tiene un peculiar ingenio, que sabe siempre dar una vuelta más a lo que dicen, hacen o piensan los demás, que juega con las apariencias y los giros de la acción, que con su personal visión e ironía nos ofrece más de un comentario o escena divertidísima, que acaba resultando mucho más amoral y cínico de lo que hubiéramos imaginado al principio del relato... un maestro del relato capaz de conseguir incluso que casi también al lector le entren ganas de golpear o quemar a la mendiga ante lo apestoso, repugnante y vomitivo que resulta entrar en el cajero. ¿Quién no ha cometido alguna estupidez que prefiere no tener que recordar amparado por la diversión con los amigos, animado por la guardia baja provocada por las drogas o el alcohol; reírse de alguien que pasa por delante, abusar de alguien indefenso, irse sin pagar, robar un pequeño objeto, conducir a toda hostia - ¡qué risa! -, sin pensar nunca en las consecuencias?; dadas las circunstancias oportunas ¿cualquier persona normal, cualquier chaval normal, sin necesidad de ser un desequilibrado ni un delincuente podría prender fuego a una persona sin darse cuenta de lo que está haciendo? Bueno, son otras interrogaciones que surgen de La cena.
Para La cena Herman Koch, que reside en Barcelona, se inspiró en unos hechos ocurridos en 2005; tres chicos, uno de ellos menor de edad, quemaron a una mendiga que se refugiaba del frío en un cajero automático (la imagen de esta entrada está tomada del vídeo de seguridad del cajero, en ella se ve a dos de ellos entrando con el bidón inflamable al que poco después prendieron fuego). En 2008 fueron condenados a 17 años de cárcel. Koch sitúa la acción de la novela en Holanda.
La cena es una excelente novela como Casa de verano con piscina, con la que guarda muchos aspectos en común; el estilo narrativo, la distorsión de los hechos, las cuestiones morales planteadas al lector...
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