Edward Bunker, Little boy blue
Un interno del correccional de Preston haciendo deporte (Galería fotográfica de Preston Castle). |
Alex es un chico inteligente y con más conocimientos y un vocabulario más amplio que los demás chicos que pasan por esas instituciones gracias a que le gusta leer. Incluso es un chico reflexivo, o lo irá siendo a medida que crezca, pero no puede soportar la imposición de la autoridad, como es frecuente en esos centros, "porque sí" y ejercida con violencia por lo que siempre se rebela, se enfrenta, se mete en líos, es castigado duramente... No le importa. Su rebeldía le llevará a huir y escapar de estos centros. Sabe que le acabarán cogiendo, pero para él la sensación de libertad de los días que dure la fuga compensan con creces las duras consecuencias. Durante sus fugas irá cometiendo sus primeros delitos para conseguir dinero e irá haciendo amistades en los bajos fondos.
Además, Alex aprende rápido los "códigos" que, inevitablemente, sólo permiten la violencia como solución a los conflictos; hay que demostrar hombría, no acobardarse nunca, no ser un soplón, nunca mostrarse débil porque los débiles acaban siempre sodomizados en las duchas, no hay insulto más grave que "marica"... Así que Alex se verá envuelto también con frecuencia en peleas y enfrentamientos con otros chicos - negros, chicanos o blanquitos - ingresados en los mismos centros. Nuevos castigos. Pero tampoco le importa y, menos incluso, si se trata de sanciones de aislamiento;
La larga lista de fugas, desafíos a la autoridad, peleas, etc. de Alex lleva a las autoridades a confinarle, a pesar de su tierna edad, en hospitales, reformatorios, correccionales, cada vez más duros y estrictos (paradójicamente, los centros más estrictos están más reglamentados, de manera que hay menos lugar para el ejercicio arbitrario de la autoridad por parte de sus responsables) hasta acabar con trece años en el correccional de Preston, dedicado a chicos muy conflictivos de entre quince y diecisiete. Preston es la antesala de San Quintín, y, para entonces y fallecido su padre, Alex ya se sabe - o se cree - destinado a acabar entre las rejas del famoso penal. Pero de Preston Alex no se fuga; sale en libertad condicional: su tía (a la que ni recordaba; su padre apenas intercambiaba felicitaciones navideñas con ella) se ha trasladado a Los Ángeles para hacerse cargo de él. ¿Tendrá Alex, por fin, una oportunidad en la vida o está condenado a acabar en San Quintin?
Es difícil identificarse con Alex Hammond, desde luego, pero al lector acaba dándole pena - más aún considerando su edad; es poco más que un niño - y siente ganas de abandonar la lectura un rato como si, deteniéndola, hubiera alguna posibilidad de que Alex pueda evitar meterse en el nuevo lío que el lector ya ve venir. Una triste historia, la de Alex. Pobre chico.
Little boy blue toma su nombre de una canción infantil tradicional que habla de un pastorcillo que se queda dormido mientras pastan las ovejas. Su autor Edward Bunker (Hollywood, 1933 - Burbank, 2005), como Alex Hammond, pasó su adolescencia en los reformatorios de California, Preston incluido. Todas sus novelas se centran en ambientes criminales y carcelarios. Además de su carrera literaria, Bunker posee una larga trayectoria cinematográfica como actor, en la que quizá su papel más popular sea el de Mr. Blue en la grandiosa Reservoir dogs (1992).
Además, Alex aprende rápido los "códigos" que, inevitablemente, sólo permiten la violencia como solución a los conflictos; hay que demostrar hombría, no acobardarse nunca, no ser un soplón, nunca mostrarse débil porque los débiles acaban siempre sodomizados en las duchas, no hay insulto más grave que "marica"... Así que Alex se verá envuelto también con frecuencia en peleas y enfrentamientos con otros chicos - negros, chicanos o blanquitos - ingresados en los mismos centros. Nuevos castigos. Pero tampoco le importa y, menos incluso, si se trata de sanciones de aislamiento;
Mientras tuviera libros estaría bien. De hecho, mientras tuviera libros prefería vivir en sus mundos que en la fealdad de su propio mundo real. Por el momento, no le importaba en absoluto estar en el agujero".La literatura es para Alex la otra manera de huir de su triste realidad de huérfano criado sin familia, sin el amor de una familia, al cargo de las instituciones desde muy pequeño. Alex lee todo lo impreso que cae en sus manos; una vieja revista, una buena novela, un ensayo religioso... Porque además a Alex le gusta aprender. No le gusta la escuela pero sí aprender todo lo que pueda aprenderse leyendo; no las horribles matemáticas.
La larga lista de fugas, desafíos a la autoridad, peleas, etc. de Alex lleva a las autoridades a confinarle, a pesar de su tierna edad, en hospitales, reformatorios, correccionales, cada vez más duros y estrictos (paradójicamente, los centros más estrictos están más reglamentados, de manera que hay menos lugar para el ejercicio arbitrario de la autoridad por parte de sus responsables) hasta acabar con trece años en el correccional de Preston, dedicado a chicos muy conflictivos de entre quince y diecisiete. Preston es la antesala de San Quintín, y, para entonces y fallecido su padre, Alex ya se sabe - o se cree - destinado a acabar entre las rejas del famoso penal. Pero de Preston Alex no se fuga; sale en libertad condicional: su tía (a la que ni recordaba; su padre apenas intercambiaba felicitaciones navideñas con ella) se ha trasladado a Los Ángeles para hacerse cargo de él. ¿Tendrá Alex, por fin, una oportunidad en la vida o está condenado a acabar en San Quintin?
Es difícil identificarse con Alex Hammond, desde luego, pero al lector acaba dándole pena - más aún considerando su edad; es poco más que un niño - y siente ganas de abandonar la lectura un rato como si, deteniéndola, hubiera alguna posibilidad de que Alex pueda evitar meterse en el nuevo lío que el lector ya ve venir. Una triste historia, la de Alex. Pobre chico.
Little boy blue toma su nombre de una canción infantil tradicional que habla de un pastorcillo que se queda dormido mientras pastan las ovejas. Su autor Edward Bunker (Hollywood, 1933 - Burbank, 2005), como Alex Hammond, pasó su adolescencia en los reformatorios de California, Preston incluido. Todas sus novelas se centran en ambientes criminales y carcelarios. Además de su carrera literaria, Bunker posee una larga trayectoria cinematográfica como actor, en la que quizá su papel más popular sea el de Mr. Blue en la grandiosa Reservoir dogs (1992).
La editorial Sajalín ha publicado desde 2009 varios títulos de Edward Bunker. Pero con anterioridad sólo se habían editados en España dos de sus obras; Argos Vergara publicó en 1978 Libertad condicional - que Sajalín titula en 2009 No hay bestia tan feroz - y Alba La educación de un ladrón en 2003.
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