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Pramoedya Ananta Toer, La joven de la costa

Pramoedya Ananta Toer (Blora, 1925 - Yakarta, 2006) es el escritor indonesio más reconocido. El compromiso político que marca su vida y su obra está presente, sutilmente, también en La joven de la costa (1962; Destino, 2002).
Como tantas novelas de los sesenta, La joven de la costa, con un estilo sencillo, ritmo lento y un relato lineal, sitúa al lector ante una realidad social que habla por sí misma sin necesidad de que intervenga el autor. La novela nos sitúa ante un triple conflicto - pobres (pero honrados) y ricos, pueblo (pobre pero sano e idílico) y ciudad (cuna de todos los males), mujeres (sometidas a las normas de una sociedad machista) y hombres - en la Indonesia (todavía colonia holandesa) de comienzos del siglo XX. Tres conflictos que se resumen en uno: la resistencia con dignidad ante el poder autoritario.
Una humilde muchacha de catorce años debe abandonar a su familia y su pueblo de pescadores para casarse con un importante noble al que no conoce. Se trata de un "matrimonio práctico" que le prepare a él para su verdadero matrimonio con una mujer de su clase. La chica dejará atrás a su familia y al pueblo de pescadores que trabajan duro para mantener a los suyos y vivirá encerrada en el palacio de su esposo, sin ni siquiera visitar otros lugares de la ciudad. Dispondrá de riquezas y de aquello que se le antoje, pero aislada del trato con otras personas y bajo el capricho de su marido. Una vieja criada la irá adiestrando en su nueva vida, cuyo único fin será tener hijos y esperar que, tarde o temprano, su marido decida divorciarse y echarla de la casa.
Al cabo de dos años su marido le dará permiso a la joven de la costa para visitar a sus padres. Pero, para su sorpresa, la chica descubrirá que ahora en el pueblo nadie - ni siquiera sus padres - la trata como antes, como a una chica más del pueblo sino como a una joven señora, como a la mujer noble en que se ha convertido. Ella, pues, se sentirá desarraigada ante ese trato respetuoso. La ciudad y el palacio no son su mundo, pero su familia y su pueblo han dejado de serlo también. De vuelta a la casa de su marido, se quedará embarazada, tendrá una niña y su marido se divorciará. La joven, expulsada de la casa y separada de su hija, preferirá intentar crear su vida en otro lugar que volver con los suyos.
Lo más emotivo de la novela lo encontraremos al final cuando descubramos que la vida de la joven de la costa que el libro nos relata es la de la abuela del autor.
Quizá más que cualquier reflexión que podamos hacer sobre el sufrimiento de las mujeres a partir de la historia que esta novela nos relata, valgan unas palabras de la anciana criada que fue educando a la joven:

- A veces pienso que las mujeres sólo hemos venido a esta Tierra para que los hombres nos puedan pegar.

- Ya se lo he explicado miles de veces, joven señora. Debe servir fielmente a su esposo. Debe inclinarse ante él y pisar el suelo por el que pisa.

Por si nos despistamos, un siglo más tarde de la historia que nos cuenta La joven de la costa acabamos de asistir a la reciente boda del nuevo rey de Tailandia y hemos visto a su nueva esposa arrastrándose a sus pies. Seguramente sobran las palabras.

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