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Edward Lewis Wallant, Los inquilinos de Moonbloom

En 1925 Manhattan Transfer, de John Dos Passos, - al margen de otras consideraciones - aportó a la novela una novedad: el protagonista colectivo. Esta novedad resultó grata en las décadas siguientes - fundamentalmente en la de los cincuenta - a quienes quisieron narrar la vida - pobre - de las clases medias y obreras urbanas. En esta línea se inscribe Los inquilinos de Moonbloom.
Norman Moonbloom, treinta y tres años, trabaja en la inmobiliaria de su hermano Irwin; su trabajo consiste fundamentalmente en cobrar en efectivo el alquiler semanal a los inquilinos de cuatro edificios de Manhattan. Acompañándole, de puerta en puerta, vamos conociendo a los distintos vecinos que constituyen ese protagonista coral. Personajes variopintos y diversos que viven, con sus soledades o sus conflictos familiares, rodeados de la miseria de las goteras, los ascensores que no funcionan, las tuberías atascadas, el frío que se cuela por las ventanas, los ruidos insoportables de el de al lado, la penuria económica, el pasado que arrastran, el futuro incierto... Mientras Irwin exige a Norman rentabilidades imposibles, los edificios se caen a pedazos, las quejas se acumulan y Norman también va a la deriva camino de la desesperanza.
Ceniciento, aplastado, Norman se fue directamente a casa, preguntándose si estaba o no al final de su temible descenso.
Entonces, mientras las letras de su apellido, Moonbloom, se van descascarillando poco a poco del cristal de la oficina donde están pintadas, en una huída hacia delante cuyo final ni conoce ni teme, Norman decide reparar personalmente todas y cada una de las deficiencias de los edificios y de las quejas de los inquilinos. Así, el protagonismo, diluido al principio entre los muchos inquilinos, se va centrando en Norman, auténtico protagonista final de la novela. De manera parecida a como el protagonismo colectivo de La colmena se focaliza en Martín Marco.
Los inquilinos de Moonbloom es una novela buena e interesante, que nos ofrece un rico panorama de personajes, aunque de lectura lenta, quizás porque, como a muchas otras de su época, se le nota un poco el medio siglo que llevan a cuestas.
Edward Lewis Wallant, nacido en New Haven, Connecticut, en 1926, murió con apenas 36 años en Nueva York en 1962. Acababa de dejar lista para la imprenta Los inquilinos de Moonbloom, que se publicó al año siguiente. Era su tercera novela. Sólo ésta y la segunda, El prestamista, han sido publicadas en España. Ambas editadas por Libros del Asteroide en 2005 y 2011 respectivamente.

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