Herman Koch, Estimado señor M.
Hace cuarenta años un profesor treintañero, padre de dos hijas, tuvo una relación amorosa con una de sus alumnas de bachillerato durante unas semanas. Cuando ella le dejó y comenzó a salir con un chico delgaducho de su misma clase, él la acosó hasta que en plenas vacaciones de navidad se presentó en la casa de campo donde los dos chicos pasaban esos días. Entonces el profesor desapareció y nunca más se supo de él, se acusó a los chicos de asesinato pero nunca apareció ninguna prueba ni evidencia.
Sobre estos hechos, el señor M. construyó una de sus primeras novelas y, desde entonces, la más exitoso y vendida; Ajuste de cuentas. En la ficción, optó por hacer del chico culpable del crimen pues era lo más conveniente para la eficacia del relato literario.
Hoy Herman, el chico acusado de la desaparición de su profesor de Historia, decide que ha llegado el momento de ajustar las cuentas con el señor M., un escritor tan famoso como mediocre, casado con una mujer a la que saca más de treinta años, que cada vez interesa menos a los lectores.
Estas tres tramas se entremezclan y se entrecruzan en Estimado señor M. (2015; Salamandra, 2016).
Un lector lee un libro. Si el libro es bueno, se olvida de sí mismo; eso es lo único que tiene que hacer un libro. Si mientras lee, el lector no puede olvidarse de sí mismo y piensa en el escritor constantemente, el libro es un fracaso".
Para quien ha leído La cena y Casa de verano con piscina, Estimado señor M. puede resultar, subjetivamente, algo decepcionante, más de lo mismo; humor, ironía, acidez, sorpresas, un narrador manipulador, golpes duros a la envidia y la hipocresía - en este caso las que reinan en el mundo literario - y a la mediocridad - en este caso a la propia de los profesores de secundaria -, frases brillantes, reflexiones ingeniosas... Sin embargo, objetivamente, es más de lo mismo (humor, ironía, acidez...) y, por tanto, nada decepcionante pues es un novela tan interesante como las otras dos. Para el lector de Koch cuesta un poco al principio olvidarse de uno mismo pero a medida que la novela avanza y se intensifica la relación entre Herman y M., crecen ambos personajes y se va desvelando qué ocurrió realmente hace cuarenta años, la novela le atrapa. A quien llegue a Koch por primera vez le atrapará sin duda desde la primera línea. Es, por tanto, un buen libro, atendiendo al acertado criterio que la misma novela nos ofrece, pero no tanto como las novelas anteriores.
Y como la literatura y la docencia son en esta ocasión el objeto de los "palos", dejemos aquí algunos:
Y como la literatura y la docencia son en esta ocasión el objeto de los "palos", dejemos aquí algunos:
Un escritor mediocre está condenado a cadena perpetua. No puede parar. Es demasiado tarde para cambiar de profesión. Tiene que continuar hasta el final. Hasta que la muerte venga a buscarlo. Sólo la muerte puede salvarlo de su mediocridad.
"No escribe mal" decimos sobre al autor mediocre. Eso es la máximo a que puede aspirar, a producir libros que no estén mal escritos".
Tanto los profesores autoritarios como los miedicas son personas mediocres. En este sentido la palabra "secundaria" lo dice todo. (...) Ningún lugar apesta tanto a mediocridad como un instituto".
¿Cómo se puede amar la literatura y leer en voz alta en un aula? ¿No es ese el último sitio donde deberían estar los libros. En otras palabras: quien ama la literatura deja los libros en casa.
(...) No tenemos que querer conseguir que nadie lea, del mismo modo que no tenemos que querer que vayan al cine, escuchen música, practiquen sexo o beben alcohol. Un instituto no es el lugar para la literatura; su sitio está más bien en la lista que acabo de enumerar, con el sexo y las drogas, con todas las cosas que disfrutamos sin que nos obligue nadie. ¡Lecturas obligatorias! ¿Cómo se le ocurre algo así?".
Un profesor de secundaria no suele ser muy inteligente, por decirlo con suavidad. Es improbable que un profesor de física desarrolle una nueva teoría de la relatividad. En general, son unos fracasados. (...) Pero en cada curso hay un par de alumnos más inteligentes que ellos. Y eso no lo pueden soportar. (...) Sólo los alumnos mediocres y aplicados sacan buenas notas. La inteligencia superior a la media se aburre de mala manera en un instituto".
Nunca he entendido por qué iba alguien a querer coger libros prestados. Seguramente por razones económicas, claro, pero hay tantas cosas de las que tienes que abstenerte por falta de dinero... A él le parecen sucios, los libros prestados. Tanto como dormir en un hotel sin que hayan cambiado las sábanas, con los pelos y descamaciones del huésped anterior. Un libro con manchas de vino y un insecto aplastado de cuyas páginas caen granos de arena de las vacaciones en la playa del último lector".Bueno, ahí queda eso.
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