Marga Minco, La hierba amarga
Gueto judío de Amsterdam. |
La hierba amarga es el testimonio de Marga Minco (seudónimo de Sara Menco, nacida en Breda en 1920) de la ocupación nazi de Holanda. Como otras obras testimoniales sobre el holocausto, no se publicó hasta pasada una década del fin de la guerra; 1957. Para nosotros es otro de esos descubrimientos que nos ofrece Libros del Asteroide, que en 2007 lo publicó por primera vez en castellano.
Se trata de un relato breve dividido en cortísimos capítulos. No se trata, en este caso, de historias tan duras como las que nos cuentan supervivientes de los campos de concentración como Primo Levi o Joaquim Amat-Piniella o quienes vivieron la guerra escondidos como Ana Frank. Pero no por ello resulta un testimonio menos conmovedor. Al revés incluso. Conmueve - sabiendo lo que la escritora sabe y los lectores sabemos - la ingenuidad con la que la familia Minco afronta la ocupación, las prohibiciones, el desplazamiento de los padres al gueto de Amsterdam, las detenciones... Conmueve imaginar el sentimiento de culpa de Marga Minco, que huyó cuando los alemanes vinieron a por sus padres, que se salvó cuando fue detenida su cuñada y su hermano se entregó. Conmueven las elecciones de la autora; el tono sencillo del relato, su brevedad y condensación, y aquello que decide callar. Conmueve imaginar cuantos judíos se resistieron a creer lo que se contaba y pensaron que embarcarse en los camiones del ejército alemán abandonando sus casas sin siquiera echar la llave no era muy distinto a salir de excursión con los padres escolapios, una oportunidad de conocer otros lugares de Europa. Y conmueve, también, el valor de quienes arriesgaron sus vidas proporcionando refugio a quienes escapaban del horror nazi.
Marga Minco sobrevivió a la guerra con identidad falsa acogida por diversas personas. Tras la liberación sus padres, su hermana, su hermano y su cuñada habían muerto; de su familia sólo ella sobrevivió. Desarrolló luego su vida de periodista y escritora.
Se trata de un relato breve dividido en cortísimos capítulos. No se trata, en este caso, de historias tan duras como las que nos cuentan supervivientes de los campos de concentración como Primo Levi o Joaquim Amat-Piniella o quienes vivieron la guerra escondidos como Ana Frank. Pero no por ello resulta un testimonio menos conmovedor. Al revés incluso. Conmueve - sabiendo lo que la escritora sabe y los lectores sabemos - la ingenuidad con la que la familia Minco afronta la ocupación, las prohibiciones, el desplazamiento de los padres al gueto de Amsterdam, las detenciones... Conmueve imaginar el sentimiento de culpa de Marga Minco, que huyó cuando los alemanes vinieron a por sus padres, que se salvó cuando fue detenida su cuñada y su hermano se entregó. Conmueven las elecciones de la autora; el tono sencillo del relato, su brevedad y condensación, y aquello que decide callar. Conmueve imaginar cuantos judíos se resistieron a creer lo que se contaba y pensaron que embarcarse en los camiones del ejército alemán abandonando sus casas sin siquiera echar la llave no era muy distinto a salir de excursión con los padres escolapios, una oportunidad de conocer otros lugares de Europa. Y conmueve, también, el valor de quienes arriesgaron sus vidas proporcionando refugio a quienes escapaban del horror nazi.
Marga Minco sobrevivió a la guerra con identidad falsa acogida por diversas personas. Tras la liberación sus padres, su hermana, su hermano y su cuñada habían muerto; de su familia sólo ella sobrevivió. Desarrolló luego su vida de periodista y escritora.
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