Chrétien de Troyes, El Caballero de la Carreta
William Hatherell, El rescate de Ginebra. |
La "materia de Bretaña" es, quizá la aportación más importante de la literatura medieval. Llamamos así a las leyendas celtas y bretonas que recogen las aventuras del rey Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda y que fueron fuente de inspiración de diversos autores medievales.
Chrétien de Troyes (h. 1135 - h. 1190) fue el más importante de esos autores. María de Champaña fue su protectora, y lo fue también de Andrés el Capellán, cuya obra De amore puso las bases del amor cortés que guió los versos de los trovadores provenzales.
El Caballero de la Carreta nos relata una de las historias del ciclo artúrico; Meleagante se lleva de la corte de Arturo a su esposa Ginebra y la mantiene secuestrada. El caballero Galván sale en rescate de la reina y en el camino encuentra a un misterioso caballero que viaja también con el mismo propósito y para ello no duda de hacerlo en una carreta, a pesar del deshonor que ello supone (en carreta se llevaba, a la vista de todos, a los condenados). Lo hace pues es un sacrificio al que le obliga su amor.
Ambos caballeros deciden, para salvar cuanto antes a la reina, seguir cada uno un camino; uno el más largo, otro el más peligroso. El caballero de la carreta seguirá el peligroso; debe afrontar el imposible paso del puente de la espada. A partir de aquí el relato sigue a esta caballero, cuya misteriosa identidad su guarda celosamente.
El Caballero de la Carreta, además de su asunto artúrico, nos ofrece también un ejemplo perfecto del amor cortés. Pues es el amor por Ginebra el que mueve a Lanzarote del Lago - el caballero misterioso que viaja en carreta - en todos sus actos. Y su comportamiento - guiado por Generosidad y Piedad, por Muerte y Vida, por Cobardía y Valentía, por Amor, por Fortuna - y el de Ginebra se ajustan siempre a las reglas del amor cortés.
En El Caballero de la Carreta lo real y lo fantástico se mezclan en con absoluta naturalidad en un relato dinámico y divertido en el que le lector goza de las aventuras de los personajes, que se diría, al margen de lo que pase, son gente feliz y simpática carentes de atormentadas psicologías, que aceptan el devenir de los ellos con la misma normalidad con la que aceptan el código de caballería y la presencia de elementos fantásticos en el mundo.
El libro, escrito por Chrétien de Troyes, fue acabado hacia 1180 por sus discípulo Godofredo de Leigni. La edición de Alianza Editorial se corresponde con la de la traducción moderna de Luis Alberto de Cuenca y Carlos García Gual que publicó Labor por primera vez en 1976 y luego han reeditado otras editoriales.
El libro, escrito por Chrétien de Troyes, fue acabado hacia 1180 por sus discípulo Godofredo de Leigni. La edición de Alianza Editorial se corresponde con la de la traducción moderna de Luis Alberto de Cuenca y Carlos García Gual que publicó Labor por primera vez en 1976 y luego han reeditado otras editoriales.
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