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Willa Cather, Sapphira y la joven esclava

Cuando el lector tiene en sus manos un libro de Impedimenta, tiene un hermoso objeto elaborado con cuidado, delicadeza y mimo. Desde las características camisas de sus cubiertas hasta la escogida tipografía elegida. Pero tiene también en sus manos una hermosa historia; Sapphira y la joven esclava (Impedimenta, 2014) es un buen ejemplo. Una novela "clásica", con un narrador externo, que en el último capítulo se nos revela como alguien que nos ha relatado una historia que escuchó, en la infancia, a sus mayores.
Se trata de un relato reposado, realista, con sabias descripciones, que nos presenta la vida tranquila y, aparentemente, apacible de sus protagonistas. Es precisamente este tono, casi bucólico, con el que se relata la normalidad de la vida cotidiana el que dota de tremenda humanidad a sus personajes y de verdad a una historia que, en muchos otros casos se hubiera narrado con un tono mucho más épico.
La acción transcurre en 1856, al norte de Virginia, cerca de la línea Maxon-Dixon que marca la frontera de Pensilvania y, con ello, la de los estados abolicionistas y los esclavistas. Apenas unos años antes de que se produzca la elección de Abraham Lincoln, la Guerra de Secesión y la definitiva abolición de la esclavitud en Estados Unidos.
Sapphira es el ama de una granja y un puñado de esclavos - lejos de las cadenas y látigos de nuestro imaginario de Kunta Kinte, mantiene con ellos la relación normal entre amos y criados -, enferma, no puede andar, e imagina que su marido, el molinero Henry Colbert, mantiene relaciones sexuales con Nancy, la joven esclava. La sospecha es infundada, pero la lleva a tratar con desprecio a Nancy.
Henry Colbert, el molinero, es un hombre bueno, piadoso, y, por sus principios morales y religiosos, contrario - en secreto - a la esclavitud. Semejantes ideas sostiene Rachel, la señora Blake, hija de Sapphira y Henry, viuda y madre de dos niñas, que dedica su tiempo a atender las necesidades de los habitantes, blancos y pobres, de las montañas, cuyas vidas son mucho más míseras que las de los negros - pero con la radical diferencia de que no son esclavos de nadie -. Los esclavos negros de Sapphira son personas - ante todo - dignas - como cualquier blanco -, buenos criados de unos amos que los tratan con humanidad.
La situación, no obstante, se vuelve insostenible para Nancy, la joven esclava, con la presencia en la granja de un sobrino del amo que la acosa y pretende violarla. Acude entonces a Rachel que, con ayuda de otras personas, consigue contactar con el underground railroad y que Nancy pueda tener una vida libre en Canadá.
La humanidad de sus personajes, la expresión de sus sentimientos y la naturalidad y realismo de la vida cotidiana de la granja hacen de Sapphira y la joven esclava un sereno pero firme alegato contra la aberración de la esclavitud. Sapphira... fue la última novela que escribió - en 1940 - Willa Cather (Black Creek Valley, Virginia, 1873 - Nueva York, 1947). En ella recrea el tiempo y el lugar en el que nació; la historia de los Colbert bien puede ser la que escuchaba a sus mayores cuando, a sus nueve años, su familia se trasladó a Nebraska.
Luis de Caralt publicó en 1955 Mi Ántonia y en 1956 Los colonos, pero la recepción en España de la obra de Willa Cather no se ha producido hasta estos últimos quince años, gracias, fundamentalmente, a la labor de la editorial Alba.

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