jueves, 28 de marzo de 2019

Valentín Roma, Retrato del futbolista adolescente

La célebre novela de James Joyce Retrato del artista adolescente motiva el juego de palabras del reportaje que anuncia la portada de El País Semanal del 9 de noviembre de 1986, que, celosamente guardado desde la adolescencia entre los recuerdos del narrador, provoca a su vez el título de esta novela de la que aquí hablamos y que, como la de Joyce, se articula en cinco capítulos.
Al parecer estamos ante una novela de no ficción, autoficción, biografía novelada o como quiera que se llame a esto que parece que está de moda de contar tu vida disfrazándola de novela. Y es que, también al parecer, la vida de Valentín Roma (Ripollet, 1970) no se diferencia mucho de la del narrador de Retrato del futbolista adolescente (Periférica, 2019).

Tengo tres pilares fundamentales: el fútbol, los estudios y las chicas.

Me alejo de mi clase social porque jugando al fútbol gano el triple de dinero que mi padre.

Nuestro protagonista es un muchacho que, al mismo tiempo que adquiere interés por la literatura en el instituto, triunfa en el fútbol regional de categorías inferiores hasta el punto de ser contratado por el segundo equipo de la capital de España, en cuyo equipo juvenil triunfará cuando menos lo suficiente para que el club le ascienda al equipo profesional. Sin embargo, llegado ahí, él decide abandonar su carrera futbolística. Paralelamente, junto a la futbolística, veremos avanzar su vida en los estudios y en la literatura, su vida en el amor y el sexo, su vida en el compromiso político y en conflicto de sentirse desclasado: hijo de un obrero comunista de una fábrica del cinturón industrial de Barcelona, su triunfo en el fútbol le aleja socialmente de los suyos. Sobre esto se trata y sobre esto se reflexiona en esta novela sin conseguir enganchar definitivamente al lector (algo parecido a cuando Sergio del Molino decidió contarnos la vida de su abuelo, el dependiente de trajes de caballero en El Corte Inglés de Preciados).

miércoles, 20 de marzo de 2019

Pedro Mairal, Una noche con Sabrina Love

Imagen de Una noche con Sabrina Love (2000).
Daniel Montero es un chico de diecisiete años, de un pequeño pueblo argentino, que ha pirateado la antena de la televisión por cable del vecino para poder ver el canal porno encerrado en su habitación. Daniel es huérfano; sus padres murieron en un accidente y vive con su abuela.
Resulta que el canal sortea pasar una noche con la presentadora-actriz más famosa del canal - Sabrina Love - y Daniel es el agraciado. Apenas tiene unos días para llegar a Buenos Aires, cobrar su premio y realizar sus sueños. Daniel tendrá que viajar haciendo autostop y alojarse en casa de un amigo de su hermano.
Nos encontramos ante una novela que combina, por tanto, el bildungsroman con el viaje como aprendizaje. Sin dinero, pues será atracado en el camino, Daniel aprenderá deprisa. Saldrá - por primera vez en su vida - de su pueblo campesino, conocerá a personas muy diversas que le acercarán en sus vehículos a la capital argentina, en Buenos Aires se enfrentará a nuevas realidades que chocan con su mentalidad rural. Siempre guiado por la fuerza de cumplir su ilusión de perder la virginidad con la actriz porno de sus sueños, se enfrentará a todas las dificultades y frustraciones. Hasta regresar a casa siendo, en apenas una semana, una persona indudablemente distinta.
Una noche con Sabrina Love (1998; Libros del Asteroide, 2018) es una original idea de Mairal, divertida, que con su estilo ágil y fresco, su humor y su argentino delicioso, significó un gran éxito que situó a Pedro Mairal - con esta, su primera novela - en primera línea de la narrativa argentina. Anagrama la publicó en España por primera vez en 2001. Tras el rotundo éxito de La uruguaya, en estos días Asteroide publica un tercer título de Mairal; Maniobras de evasión.

martes, 12 de marzo de 2019

Nell Leyshon, Del color de la leche

Christen Dalsgaard, Joven escribiendo
el nombre de su novio en la ventana
(1852).
El valor de Del color de la leche (2012; Sexto Piso, 2013) está mucho más allá de lo literario. En lo literario es una buena novela que nos presenta una historia que nos interesa y nos crea desde el comienzo ciertas intrigas, pero que se desinfla un poco cuando la solución a estas intrigas nos resulta previsible, se ve venir. Pero por encima de eso, Del color de la leche es una novela brutal que nos enfrenta a las vidas de las mujeres. El asunto no es qué le pasa a Mary, sino qué han sufrido siempre las mujeres.
Mary es una chica con carácter y personalidad, reivindicativa y rebelde. Pero, claro, las circunstancias son más fuertes que ella.
Mary es una campesina adolescente, con un defecto de nacimiento en una de sus piernas y el cabello del color de la leche (esto no es más que un macguffin), que en el año de 1831 nos relata, promete que con sinceridad, lo que ha vivido durante el último año. La menor de cuatro hermanas, trabaja, junto a ellas, de sol a sol en el campo bajo la autoridad de un padre despótico, frustrado por no tener hijos varones, que serían más fuertes para trabajar la tierra, cuyo único interés es ganar el mayor dinero posible. Junto a la madre, viven en un hogar donde sólo Mary tiene algún minuto para ocuparse del abuelo paralítico. Una vida embrutecida, en unas condiciones de convivencia, higiene y alimentación más animales que humanas, de la que Mary sale cuando su padre tiene una oportunidad de ganar más dinero; el vicario del pueblo le proponer contratar a Mary para servir en su casa cuidando a su enferma esposa. Sin posibilidad de elegir u opinar, Mary tendrá que servir en la casa del vicario. Allí conocerá un mundo de civilización lejano el de su familia y tendrá la oportunidad de aprender a leer y escribir. Pero a qué precio.
Todos los hombres que aparecen en Del color de la leche son, en mayor o menor grado, despreciables. Y todas las mujeres, en mayor o menor grado, víctimas de su desconsideración, de su maltrato, de su abuso. Hombres que se sienten con derecho a hacer cuanto se les antoje, mujeres condenadas a sufrir. La cuestión es que no hablamos de campesinas inglesas de 1831, sino de mujeres; de mujeres de cualquier tiempo, incluso quizás, por desgracia, de 2031.
Nell Leyshon (Glastonbury, 1962) es autora de cuatro novelas, otras tantas obras de teatro y varias guiones teatrales para la radio de la BBC. Tras el éxito de Del color de la leche, Sexto Piso ha publicado El show de Gray.

lunes, 4 de marzo de 2019

Paul Gallico, La señora Harris en Nueva York

El Queen Elizabeth en Nueva York en 1958.
Un tiempo más tarde de su aventura en París, la señora Harris visita Nueva York. En esta ocasión, con la resolución que la caracteriza, decide ir en busca del padre del niño que vive con los vecinos. Ocurre que al niño lo maltratan en casa; su madre lo dejó al cargo de los vecinos de la señora Harris a cambio de un dinero que ya he dejado de enviarles. Como el padre - al parecer - es un soldado norteamericano, que estuvo en Inglaterra durante la guerra, llamado George Brown, nada más fácil que plantarse en Nueva York, encontrar al tal Brown y entregarle el hijo del que nada supo nunca. Nada más fácil, al menos para la señora Harris y su amiga la señora Butterfield. Para cualquier otro, probablemente, misión imposible.
En esta aventura - además de su decisión, su candidez, su valentía, su bondad, su ingenio, su ingenuidad... - acompañan a la señora Harris algunos personajes - todos ellos gente amable de la alta sociedad - que ya conocimos en Flores para la señora Harris y que serán ahora fundamentales para que Ada Harris pueda viajar a Estados Unidos, cumplir allí su misión y poder regresar feliz a su casa y su trabajo.
Naturalmente, se repiten el estilo y el tono que ya conocemos; nos encontramos ante una comedia de humor blanco y ligero, y final feliz. El lector lo sabe y lo disfruta. Y, de paso, comprueba cómo ha cambiado la visión social de algunas cosas desde que Paul Gallico publicó La señora Harris en Nueva York en 1960 (Alba, 2018) hasta hoy; entonces eran motivo de chiste y ahora resultan asuntos muy serios.
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