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Erich Maria Remarque, Sin novedad en el frente

De cuantas novelas dieron testimonio de la Primera Guerra Mundial (recordemos las Historias y desventuras del soldado Schlump), Sin novedad en el frente (1929), de Erich Maria Remarque (1898 - 1970), fue la que alcanzó mayor fama y rotundo éxito. Leyéndola, comprendemos que está plenamente justificado.
Es una novela de magistral arquitectura envuelta en un estilo sobrio y una narración en presente y primera persona, casi cinematográfica. El resultado; un magnífico alegato antibelicista.
Paul, el narrador de la novela, es un joven muchacho de diecinueve años que, como - y junto a - sus compañeros de clase, se alistó voluntario persuadido por los discursos patrióticos de su profesor.
El relato, que bien podría entenderse como el diario sin fechas de un soldado encontrado entre sus pertenencias en los últimos días de la guerra, se inicia, duro y demoledor, situando al lector ante la batalla, el hambre (la necesidad de comer pan ensangrentado y roído por las ratas) y la muerte, ante el absurdo de las vidas rotas antes, incluso, de los veinte años, ante las condiciones de vida del frente que acaba con cualquier pudor respecto a las necesidades más íntimas y solitarias (la pérdida de la vergüenza en las letrinas), ante la inocencia de un grupo de amigos engañados por su profesor que combaten juntos, que ven morir a uno de ellos, ante los recuerdos del campamento y el proceso de embrutecimiento - y al mismo tiempo de nacimiento de la solidaridad - que en él se sufre y que es absolutamente necesario para soportar el horror del frente.
La vida, aquí en la frontera de la muerte, es extraordinariamente simple, se limita a lo estrictamente necesario; el resto permanece dormido".
Se dirá en las páginas finales de la novela. Pero antes, tras el horror que la batalla y la muerte suponen para el lector en los primeros capítulos, la novela, siguiendo a su narrador - más que protagonista -, nos presenta el horror de la vuelta a casa durante un permiso. Un momento feliz sí, en apariencia, pero duro y desgarrador; el reencuentro con la familia, la madre enferma de cáncer, la imposibilidad de contar la verdad del frente que nadie comprenderá y a nadie aliviará, la desubicación del soldado en el mundo civil, el dolor del hijo que vuelve a dejar su madre, la dificultad de reintegrarse en el frente tras pasar unos días en casa - quién sabe si por última vez -... Nos lleva luego a la experiencia de tener que matar cuerpo a cuerpo y vivir durante horas la agonía del enemigo hasta poder salir del agujero donde ha tenido lugar el enfrentamiento.
Sólo un hospital muestra verdaderamente lo que es la guerra".
Y en una cama de hospital transcurre la novela antes de llegar a los últimos meses de la guerra y mostrarnos otra colección de horrores absurdos y muerte en la derrota. Una muerte que se asume con naturalidad:
En parte ya estamos acostumbrados; una de las causas de muerte es la guerra, como lo es el cáncer o al tuberculosis, la gripe o la disentería. Sólo que los casos mortales se dan con más frecuencia y el modo de morir es más variado y cruel".
Sólo la desaparición de la muerte sería una novedad en el frente.
Variado es así el completo panorama de distintos aspectos de la guerra que Sin novedad en el frente nos ofrece sabiamente ordenado y con un estilo acorde con lo narrado; un lenguaje caracterizado por la sencillez del léxico, la sobriedad del tono, la economía retórica, la descripción realista, y sin eludir, no sólo las referencias a los detalles físicos más desagradables de la muerte, sino las alusivas a lo escatológico y sexual. En resumen, una visión realista de un panorama general de los distintos aspectos de la guerra que se hacen patentes al lector con la narración en presente y primera persona y que sostiene un contundente mensaje antibelicista que se sintetiza bien en estas palabras:
Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación y la muerte, la angustia y el tránsito de una existencia llena de la más estúpida superficialidad a un abismo de dolor. Veo que los pueblos son lanzados los unos contra los otros, y se matan sin rechistar, sin saber nada, locamente, dócilmente, inocentemente. Veo cómo los más ilustres cerebros inventan armas y frases para hacer posible todo esto durante más tiempo y con mayor refinamiento. Y como yo, lo ven todos los hombres de mi edad, aquí y entre los otros, en todo el mundo; conmigo lo está viviendo toda mi generación. ¿Qué harán nuestros padres si un día nos levantamos y les exigimos cuentas? ¿Qué esperan de nosotros cuando la guerra haya terminado? Durante años enteros, nuestra ocupación ha sido matar; ha sido el primer oficio de nuestra vida. Nuestro conocimiento de la vida se reduce a la muerte. ¿Qué puede, pues, suceder después de esto? ¿Qué podrán hacer de nosotros?".
Mensaje replicado, unos años más tarde, en 1939, en una de las principales novelas falangistas nacidas de la guerra civil española. El protagonista de Se ha ocupado el kilómetro 6 - cuyo subtítulo es "contestación a Remarque"-, de Cecilio Benítez de Castro, afirma que muchos va a la guerra conscientes de su necesidad y no como borregos.
Sin novedad en el frente se tradujo rápidamente al castellano pues se publicó en Madrid en el mismo 1929 y prueba de su éxito es que en 1930 ya había alcanzado la décima edición y la publicación también de una "edición económica". Sin embargo, después de la guerra, habrá que esperar hasta que Bruguera publicó la novela en su colección Libro Amigo en 1967 y Círculo de Lectores en 1968 para ver reeditada en nuestro país Sin novedad en el frente. Luego Bruguera, Planeta, Orbis y Edhasa han publicado la novela en varias ocasiones hasta ahora.

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