miércoles, 29 de julio de 2020

Galder Reguera, Hijos del fútbol

Athletic 6 - Salamanca 3. 18 de septiembre de 1983.
El filósofo Galder Reguera (Bilbao, 1975) es el responsable de las actividades culturales y sociales de la Fundación Athletic Club. Destaquemos entre ellas los exitosos proyectos "Letras y futbol" y "Athletic Club de Lectura".

Con el cine y la literatura sí hacemos ese ejercicio de suspensión de la realidad. Pero aunque las historias nos empapen en el día a día y nos construyan como lo que somos, los sentimientos que generan en nosotros no llegan tan lejos como ocurre en el fútbol. No conozco una sola persona que se sorprendiera abatida una feliz tarde de verano porque Romeo y Julieta se suicidaran en aquella lectura realizada tiempo atrás. No conozco a nadie que haya tenido un ataque de euforia tres días después de haber terminado una película, recordando su final feliz. No existe, sin embargo, un solo hincha verdadero a quien no persiga de por vida esa gran derrota de su equipo, ésa de la que él fue testigo.

La pasión de Reguera por el fútbol no es menor que la que siente por la literatura. Y casi, casi, tan grande como la que siente por sus hijos. De todo ello da hermoso testimonio Hijos del fútbol (Los Libros del Lince, 2017).
Esa pasión por el Athletic que él heredo de su abuelo, quien le llevaba a las gradas de San Mamés con su primo, en aquellos tiempos del Athletic campeón de comienzos de los ochenta, la recoge de él Oihan, el mayor de sus dos hijos, de apenas cinco años.
Ver crecer a su hijo y ver cómo él solo se aficiona al fútbol, imagina y narra partidos, juega en el colegio y en el parque, pregunta continuamente... es el pretexto a partir del que Reguera escribe un delicado, hermoso y emotivo libro sobre los miedos y las alegrías de la paternidad, sobre el fútbol y las pasiones que genera, sobre la importancia del fútbol en la infancia - en la de su hijo, en la de él, en la de todos los que hemos vivido los recreos jugando partidos entre clase y clase... -, sobre las diferencias del futbol de hoy y el de los años ochenta, sobre tantos partidos jugados, o vividos en la grada de nuestro estadio, tantas finales acompañando a nuestro equipo, tantos momentos inolvidables, tantas emociones a flor de piel y tantos nudos en la garganta... Pero, por encima de todo, Reguera reivindica el fútbol como juego, cuya verdadera finalidad no es ganar sino el deseo de seguir jugándolo.
Hijos del fútbol es un libro en el que se sentirá identificado cualquiera que haya vivido el fútbol como un elemento fundamental de la vida desde su infancia. Un libro para recordar y reconciliarse con la infancia y la adolescencia y para reconciliarse con el futbol si uno ha encontrado motivos - que no sobran - para desengañarse con él. Un libro muy bien escrito y trufado de referencias literarias y bibliográficas adecuadamente traídas ante el lector. Un libro capaz de convertir a cualquiera en amante de la lectura y en amante del fútbol.

martes, 21 de julio de 2020

Ahmed Saadawi, Frankenstein en Bagdad

Rafael, San Jorge y el dragón, (c. 1506).
En Bagdad, tras la caída de Sadam Hussein, los coche-bomba explotan a la vuelta de la esquina. Sobrevivir o no depende de que te hayas parado a encender un cigarro antes de cruzar la calle o te entretengas en saludar a tu vecino. Y no es sólo morir, es que tu cuerpo puede desmembrarse en infinidad de pedazos imposibles de reunir para que puedas acabar completo en un ataúd. Incluso para tu alma puede ser problemático identificar tu cuerpo y acompañarlo.
En esta ciudad - en el céntrico e histórico barrio de Batauín - que, tras la guerra, vive sumida en la violencia entre facciones, en la muerte y en el azar, conviven una anciana - que habla con un cuadro de San Jorge - convencida de que algún día regresará a casa su hijo (fallecido en la guerra con Irán de los años ochenta), un vecino que todo lo observa desde su balcón, el dueño de un café, el de un hotel decadente, un chamarilero charlatán, un especulador inmobiliario que sabe que nada le conviene más que la inestabilidad, un joven periodista que aspirar a prosperar en su profesión, un coronel, de esos que tiene la habilidad de estar siempre del lado de quien gobierna en cada momento, que dirige una oficina de inteligencia en la que, a modo de investigadores, trabajan adivinadores de todo tipo, el alma de un joven asesinado por un coche-bomba...
Cuando en uno de esos atentados cotidianos muere el amigo de uno de estos personajes y éste acude a hacerse cargo del cadáver para darle sepultura, ante la imposibilidad de reconocer el cuerpo desmembrado, el médico le sugiere que puede llevarse los fragmentos humanos que desee. Así, al objeto de enterrar un cuerpo humano completo, tiene la idea de formar uno cosiendo partes de distintos cadáveres. Lo que ocurrirá es que el cuerpo así formado cobrará vida y se dedicará a matar a aquellos que causaron la muerte de cada una de sus partes en un intento de hacer justicia. De una  u otra manera, todos los personajes de la novela, participarán en la búsqueda de este Frankenstein.
Frankenstein en Bagdad (2013; Libros del Asteroide, 2019) es un relato satírico cargado de humor negro, cargado de personajes, que aunque viven sin saber si seguirán vivos una hora más tarde, nos resultan alegres y simpáticos, cargado de simbolismo, metáfora y alegoría sobre la vida en Irak tras la guerra de 2003 y, en realidad también, sobre la condición humana. Es indudable que buena parte de los matices de esa alegoría sobre ese Irak en la inestabilidad absoluta se nos escapan, sólo están al alcance de quienes los han vivido. Como Ahmed Saadawi (Bagdad, 1973), que, además de vivirlo, nos lo ha contado en una novela divertida que recoge el aroma fantástico de la literatura oriental.

lunes, 13 de julio de 2020

Marcel Cohen, La escena interior

La familia Cohen fue retenida en el campo de Drancy.
Marcel Cohen (Asnières-sur-Seine, 1937), con La escena interior (2013; Tusquets, 2020), se inscribe en esta línea de la literatura actual consistente en hablarnos de los antepasados. En su caso, a diferencia de otros de los que hemos hablado en otras ocasiones (el caso extremo sería el de Álex Chico que, como casi nada sabe de su abuelo, todo lo especula), Cohen, en una excelente demostración de que menos es más, decide contarnos sólo y exclusivamente lo que sabe con toda certeza. Estima que hacer ficción para cubrir las lagunas sobre lo que no sabe no estaría bien y vanalizaría lo que si sabe de las vidas de las que nos habla. Acierta, plenamente. Su relato es mucho más intenso y potente de lo que lo sería si hubiera optado por fabular sobre aquello que no conoce.
Cohen nos habla de sus padres, su hermana pequeña, sus abuelos y algunos de sus tíos. Todos ellos detenidos en París el 14 de agosto de 1943 (uno de ellos en 1944) y transportados en tren para morir en Auschwitz (sobrevivió una de sus tías). Tenía Cohen entonces cinco años y no corrió la misma suerte porque se encontraba paseando con la criada cuando su familia fue detenida. Por tanto sus recuerdos son pocos. Lo que nos cuenta sobre sus familiares, sefardíes de Estambul, educados en la cultura francesa, emigrados a París tras la Primera Guerra Mundial, se fundamenta en sus pocos recuerdos, en los datos documentados que ha recogido a lo largo de su vida, de las informaciones aportadas por otros familiares o conocidos, en los objetos que dejaron y han perdurado hasta hoy, y en el olor de sus perfumes que ha perdurado en la memoria de aquel niño.
Nos habla de ellos de uno en uno, empezando por su madre, a la que dedica casi medio libro. De cada uno nos aporta el lugar y la fecha de nacimiento, el tren en el que fueron llevados a la muerte y una fotografía. Vidas - desde los setenta y nueve años del abuelo a los siete meses de la hermana - truncadas, víctimas de la barbarie del Holocausto. Porque eso es La escena interior, un humilde pero contundente grano más en la denuncia del terror nazi, el testimonio documentado de las vidas de ocho víctimas del holocausto, para que conste, para que no queden en el anonimato de las cifras.

domingo, 5 de julio de 2020

Michael Connelly, Hielo negro


Si le quedaban ocho sin resolver, quería decir que había resuelto los otros seis. No era un mal resultado, especialmente dado el carácter pasajero de los homicidas de Hollywood. En el resto del país la gran mayoría de víctimas de asesinato conocían a su asesino. eran gente con la que comían, bebían, dormían o incluso vivían. Pero en Hollywood era diferente. No había normas, sólo desviaciones, aberraciones. Desconocidos que mataban a desconocidos. El móvil no era un requisito imprescindible. Las víctimas aparecían en callejones, en los arcenes de las autopistas, entre la vegetación de las colinas de Griffith Park,  en bolsas de basura en los contenedores de los restaurantes... (...)
En Hollywood, los monstruos podían moverse con impunidad entre la marea de gente; sólo eran un coche más en el tráfico demencial de la ciudad. A unos los cogían y a otros no los encontraban jamás; tan sólo quedaba el reguero de sangre que dejaban a su paso. 

Y aquí se desenvuelve Harry Bosch. Es la noche de Navidad cuando Harry, escucha por la radio de la policía que tiene en casa que se ha encontrado un cadáver en una habitación de un motel. Aunque no le avisan para que acuda, como está de guardia, se presenta en el lugar de los hechos y consigue meter baza en la investigación. Por libre, enfrentándose a sus superiores, Harry consigue atar cabos y encontrar la relación entre tres casos distintos. Y la relación está en el hielo negro, una nueva droga, cuyo mercado, aunque se introdujo desde Hawai, están acaparando los narcos mejicanos. Así que la investigación llevará a Bosch a la frontera entre California y México, Calexico y Mexicali. Corrupción policial, cárteles de la droga, agentes de asuntos internos, la frontera... Harry se jugará el tipo, se enfrentará a la corrupción, encontrará la ayuda leal de un policía mejicano, y resolverá, antes de Nochevieja, el supuesto suicidio de una compañero de narcóticos, la muerte de un traficante y el asesinato de un desconocido cuyo cadáver apareció en un lugar distinto al del crimen.
Tras El eco negro, Hielo negro (1993; Roca, 2012) es la segunda de las novelas de la serie de Harry Bosch y viene a confirmar lo que ya se prometía en la primera; nos encontramos ante una estupenda serie de buena novela negra norteamericana, hábilmente escrita por Michael Connelly que capta al lector, mantiene el ritmo, culmina en un buen final y no defrauda. Recoge todos los tópicos del género: ¿y?, ¿cuál es el problema si lo hace con eficacia y acierto? 
La primera edición española de Hielo negro es de Ediciones B de 1997.
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